Laporta se ha pasado mil pueblos, en el césped del Nou Camp ha expuesto, subvencionado por Maragall, un mapa de Cataluña, Baleares y Valencia, sin fronteras entre ellos, mientras los altavoces daban vivas a los "países catalanes libres". El mismo domingo, un manacorí perdía dos sets y el tercero con tres juegos en contra. Sacó fuerza, saber y serenidad, parece imposible a los 19 años, y se hizo con el set y el siguiente. En el quinto igualaron a 6 y en el tie break, o muerte súbita, se impuso y ganó el Master Series de Madrid, su undécimo título de este año. Dio la vuelta a la pista saludando a los 10.000 espectadores que, en pie, le ovacionaban. Envuelto en la bandera española, se sentó jadeando, descansando del enorme esfuerzo. El domingo anterior el catalán Dani Pedrosa, de 19 años también, se proclamó campeón del Mundo de motociclismo de 250 cc, a pesar de correr con un hombro roto. El campeón más joven de la historia, recorrió la pista enarbolando la bandera española. Ese mismo domingo, Fernando Alonso, asturiano, con 24 años, ya campeón del Mundo, vencía en la última carrera del circuito, en China, proclamándose también campeón del Mundo por marcas automovilísticas. En el podio sonaba el himno y se izaba la bandera de su patria. Estos jóvenes españoles no tienen duda por que entrenan, sacrifican, luchan y vencen ¡por su país, España!
Laporta ignora que, antes de nacer, el Barcelona ya era más que un club. Meterse en política ha sido un grave error, nos ha insultado a los castellonenses, a todos los valencianos ¡imperdonable! Su mala fe es inmensa. El rey Don Jaime conquistó y organizó el Reino de Valencia, tal y como es. No lo quiso aragonés, ni mallorquín, ni catalán. Lo quiso distinto, con instituciones, leyes, moneda y lengua diferentes a las de sus otros dos reinos y sus condados catalanes. Hizo a los valencianos hombres libres, no vasallos, como recordó el rey Jaime II a la reina Leonor de Castilla ante Guillem de Vinatea. Fue a partir de 1900 cuando Prat de la Riba soñó el pancatalanismo: "Es el imperialismo moderno de las grandes razas fuertes de ahora. Por la unidad de la lengua llegaremos a la unidad política". La misma idea que utilizaron los alemanes "como los Sudetes y Austria hablan alemán, son alemanes. Las ocupamos y ya está".
La gente de Moncofa no entiende a los que hablan en catalán porque ellos hablan en valenciano, lo que exige traducción para entenderse plenamente. El canónigo Juan Bonbalij, de origen catalán, que se encargó en 1552 de la traducción del Blanquerna de Raimon Lull, escrita en mallorquín, se excusó a su amigo el canónigo de Mallorca Gregorio Genovar de no dirigir personalmente la traducción al valenciano. "Soy muy limitado en dicho idioma por serme peregrino y extranjero".
Es muy importante la lucha que mantenemos por el valenciano auténtico, como verdadera seña de identidad de esta Comunidad, no ese idioma vergonzante de la Academia Valenciana de la Lengua, porque mientras sea distinto del catalán no tendrán excusa para anexionarnos como pretenden. Han estado gastando millones en introducir el catalán y fabricar catalanistas en nuestra Comunidad. Utilizaron los fondos de Banca Catalana que Pujol llevó a la quiebra y ahora los de su Generalitat. Estamos plagados de comandos catalanistas en Universidades y en la AVL, donde han aplaudido el espectáculo del Nou Camp, porque "hablamos la misma lengua". Se creen amparados por una historia y una lingüística, que han manipulado. Hicieron desaparecer el testamento que el rey Don Jaime, porque fijaba las fronteras exactas del Reino de Valencia. Sus ediciones de Tirant lo Blanc borran que el autor dice estar escrito en valenciano. No les importa la verdad. Están envilecidos por sus prebendas, becas y nóminas que reciben a cambio de su traición a lo auténticamente valenciano. Hay que desenmascararlos, expulsar a esas pústulas de nuestra sociedad, que digan lo que quieran, pero prohibirles que contaminen a nuestros hijos en las escuelas y universidades.