Miedo a la identidad

Per María Dolores Miralles Enrique

¿Quién es el valenciano? ¿Cómo es el valenciano? ¿Cómo son los valencianos?

Nos hacemos con terror muchas veces esa pregunta, aunque la mayoría de veces la eludimos porque intuimos que no va a tener respuesta clara.

Difícil encontrar un tópico aceptado por todos donde se concentre una personalidad tan peculiar y a mi juicio tan insólita.

De momento hay algo que nos aúna y nos caracteriza, y es el miedo a definirnos, ese miedo a la identidad, precisamente porque somos eminentemente versátiles y adaptables y por consiguiente tenemos una manera de ser muy definida pero envuelta y protegida por esa versatilidad.

Nuestra personalidad ha sufrido numerosas capas de pinturas culturales. Los íberos, los fenicios, los romanos, los árabes, los judíos, los castellanos, los aragoneses, los navarros, los catalanes...

Y hay otro aspecto que nos caracteriza, el aunar e integrar toda esa variedad, precisamente hemos podido hacerlo una vez más por nuestra versatilidad.

¿Cómo somos? Tal vez mirando siempre al futuro más que a nuestro abigarrado pasado que lo entregamos sin esfuerzo al que lo quiera porque pensamos que es más seductor nuestro futuro.

Nuestros posibles mercados, sacar nuestros productos mirando siempre no al universo, no a nuestra región, sino al mundo.

Somos laboriosos, pero todo lo podemos entregar en aras de algo más sublime. Nos rendimos a ese breve periodo que es el momento, a la fatalidad, a la inclemencia del tiempo, al que tenemos por aliado y por enemigo a la vez, igual que al cielo. Poetas, músicos, a veces soeces, burlones, artistas, fatalistas, esperanzados, pragmáticos, conformistas, tenaces, también intrépidos, cazadores de acecho y de rececho.

De espaldas a los honores, no nos gusta mucho el pasado más que lo justo. No queremos el orgullo de haber sido los que financiamos el descubrimiento de América, los que dominamos la corte de Roma cuando el Vaticano era el mayor imperio conocido en la humanidad y en la corte papal se hablaba en valenciano, los que recluimos al papa Luna en su castillo para romper un cisma que iba a quebrar la estructura sociopolítica de Europa, los que apoyamos a Isabel la Católica para que ocupara el trono de Castilla, los que apoyamos a España con nuestras exportaciones cuando España aún no conocía Europa, los que sabemos dar más que recibir, los que soñamos trabajando para quemar nuestros desencantos y éxitos en una hoguera y aclamar de nuevo el futuro y la renovación.

¿Cómo se puede aunar esa personalidad en una palabra?

Sí, somos soeces, burlones, activos y a la vez expectantes, pero ¿y nuestra sensibilidad?

Convertimos el ruido de nuestras tracas en una melodía de sentimiento y el silencio de nuestros agricultores en una poesía y esperanza.

Ausias March temía la muerte sólo por estar ausente de su amada.

Yo he conocido a una mujer, que nadie conoce, que sólo quería llegar a 100 años porque en su pueblo a esa edad acompañaba la banda de música al entierro. Todavía después de muerta apostaba por la esperanza.

Hemos oído decir muchas veces, los catalanes son laboriosos y muy prácticos con su dinero, lo que no son pesetas son puñetas, dicen.

Los vascos, chicarrones del norte y orgullosos con su raza, los andaluces alegres y efervescentes.

Los castellanos, sobrios, responsables de llevar el estigma por su condición geográfica de aunar una vieja península tan dispar.

Los gallegos, lo de las brujas y la queimada y la lluvia que condiciona su carácter.

Los aragoneses, tenaces, nobles. Los extremeños, conquistadores, etc.

Pero ¿y los valencianos? ¿hay realmente una forma de ser valenciana? Sí, que nadie tenga miedo, la hay; la hay y muy definida, tan arraigada y definida que no es preciso ni definirla, no queremos definirla, a veces no podemos definirla, somos lo que somos en un momento al que envolvemos con nuestros mejores deseos, con nuestros mejores vinos, con nuestros mejores amigos. Con el vértigo de nuestro pasado, con el desafío de nuestro futuro.

Somos en el camino, andando, trabajando en silencio sin esperar honores, mirando a Dios y a los mercados en silencio.

Durmiendo bajo el cuidado y el murmullo del mar y embelesados y aturdidos por nuestras flores de azahar.

Publicado en Las Provincias en diciembre de 1997

cites

Acaba la Biblia molt vera e catholica, treta de una biblia del noble mossen Berenguer Vives de Boil, cavaller, la qual fon trellada de aquella propia que fon arromançada, en lo monestir de Portacoeli, de llengua latina en la nostra valenciana.
Bonifaci Ferrer (1478)

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