Per Baltasar Bueno
Anfós Ramón i García me envía su último libro de poemas. “Al meu sempre valencià, sempre amic i sempre defensor de nostra Llengua Valenciana, postres tradicions i nostra cultura, Baltasar Bueno, alias Parménides, en tot l’afecte”.
‘Rapsodia en carn per dins’ es un poemario rabioso de vitalidad, un grito nacido del coraje por la vida y lo valenciano.
Lo he leído de un tirón, en una noche, junto al mar, y he visto a un Anfós, cual soldado que se prepara para la Batalla de las Termópilas, peinándose.
Me ha recordado a Jeremías, profeta veterotestamentario, cuando se quejaba de que no quería serlo, pero una fuerza interna, un fuego abrasador, le impulsaba, contra su propia voluntad a la misión y vocación. “Perque yo duc el vers en els ossos/ i ningú pot furtar-me´l”.
Anfós ha sido siempre verso de sus versos. Versos en valenciano, el del pueblo, no el de los alquimistas que vendieron su dignidad, la del pueblo valenciano y su lengua al mejor postor. “Potser la terra està morta/ per no fer sembra de fills./ I els morts, cada dia aumenten. I sols viuen, ¡Quatre vius!”.
Son sus poemas claros, sencillos, sentimientos vivos desparramándose entre sequías, regando ausencias y carencias, gérmenes de amor luchando por implantarse por doquier.
Son sus versos cargas de amor, de fuerza, de vigor, esculpidos con un ritmo cadencioso y serenador, musical, al tiempo que rabioso.
“Encara tinc al ventre un no sé qué de ferro./ Es com un un puny de somis que en du remors de séquia…”. Y en la cima de su obra literaria y biográfica, Anfós Ramón, explica “Cal dir les coses clares o intentar-ho:/…”.
“I tu ho saps, poble meu. Tu saps de fires/ i llums de colorins que estan de moda/ tractant d’enlluernar des de l’image,…”. Versos que convierten su último libro en salterio.
“I es ara que la llum es torna llengua/ d’apòstol abocat a les altures,/ quan trobe la conciencia més desposta/ a estar plena de gràcia.”
Al final, en la última estrofa del libro, Anfós nos deja su testamento poético, vital, y al igual que le ocurrió a Miguel de Unamuno, coincide con él en que el poeta, aunque concluya su andar por esta tierra, en ella pervive y se eterniza a través de la poesía, se hace presente en cada lector y en cada uno de sus versos releídos.
“I si al remat no mor la meua llengua/ encara que baix terra yo respose,/ tindré la recompensa que esperava/ después de tanta vida…”.