AVL, historia de una traición

Per Baltasar Bueno

  •  AVL. Historia de una traición (prólogo): Incontrovertible y clamorosamente valenciana
  •  AVL. Historia de una Traición (1): La Batalla de la Lengua en la Universidad
  •  AVL. Historia de una Traición (2): Alternativa Universitaria contra la catalanización anticonstitucional
  •  AVL. Historia de una Traición (3): El Tribunal Supremo condena a la Universidad a usar la denominación Lengua Valenciana
  •  AVL. Historia de una Traición (4): La sala del Tribunal Constitucional estaba formada mayoritariamente por catalanistas
  •  AVL. Historia de una Traición (5): IU, PSOE y CiU aprobaron el primer texto legal que identificaba las lenguas catalana y valenciana
  •  AVL. Historia de una Traición (6): El gobierno catalán desveló que Zaplana y Jordi Pujol estaban negociando la creación de la AVL
  •  AVL. Historia de una Traición (7): "Sí a l´Estatut, sí a l´idioma valencià. Normes de la Real Acadèmia de Cultura Valenciana"
  •  AVL. Historia de una traición (8): El Consell Valencià de Cultura, integrado mayoritariamente por catalanistas
  •  AVL. Historia de una traición (9): El dictamen del CVC dice que el valenciano pertenece al sistema lingüístico catalán
  •  AVL. Historia de una traición (10): El CVC violó el Estatuto valenciano al proponer el mismo sistema lingüístico
  •  AVL. Historia de una traición (11): El dictamen del CVC, resultó una carga de profundidad contra la lengua valenciana
  •  AVL. Historia de una traición (12): Pujol impuso a los valencianos lo que quiso, contrariando sus sentimientos y el Estatuto
  •  AVL. Historia de una traición (13): Jordi Pujol dijo que CiU condicionó su apoyo a Aznar, a la unidad lingüística
  •  AVL. Historia de una traición (14): Jordi Pujol confesó que había pactado la AVL con Zaplana y éste y Camps lo negaron
  •  AVL. Historia de una Traición (15): Joaquín Calomarde y González Pons hicieron el trabajo el PP en el dictamen de la Academia
  •  AVL. Historia de una traición (16): El PP entregó la AVL al catalanismo y al PSOE y la incluyó en el Estatuto
  •  AVL. Historia de una traición (17) :El PP entregó la AVL al catalanismo y al PSOE y la incluyó en el Estatuto
  •  AVL. Historia de una traición (18): La trastienda de las negociaciones de la AVL, los Pactos de Barcelona y Benidorm
  •  AVL. Historia de una traición (19): La elección de miembros de la AVL, impugnada ante el Tribunal Supremo
  •  AVL. Historia de una traición (y 20): Consuman el atentado contra la Lengua Valenciana e infringen el Estatuto
  •  AVL. Historia de un Traición: EPÍLOGO

    AVL. Historia de una traición (prólogo): Incontrovertible y clamorosamente valenciana

    La Lengua Valenciana es la lengua autóctona, propia, histórica y tradicional de los valencianos.

    Es una lengua ibero-romana, sus orígenes remotos se sitúan en la Lengua Ibérica, especialmente las tribus edetanas, hace más de 2.500 años.

    Nace del entrecruce de las lenguas ibérica y latina, tres siglos antes de Cristo, y se va conformando con aportaciones de las hablas de los distintos pueblos: fenicios, griegos, romanos, visigodos, árabes, aragoneses, navarros, castellanos, mallorquines, catalanes, (aunque estos en menor medida) que colonizaron y habitaron la región valenciana a lo largo de la historia.

    De todos estos pueblos, los romanos y los árabes fueron los que más influyeron en nuestra lengua y cultura.

    Esta realidad histórica de tantos siglos de un pueblo sobre lo más amado que tiene, su propio y ancestral idioma, con sus singularidades fonéticas y lexicográficas, es la que los catalanistas intentan que desaparezca, arrasando con las peculiaridades específicas idiomáticas de cada pueblo, valle, comarca, montaña o mar de nuestra geografía valenciana.

    La Universidad se obsesiona sobre la teoría de la “unitat de la llengua”, cuando sabe de sobra que esa pretendida unidad de las lenguas que se hablan en los antiguos territorios de la Corona de Aragón nunca existió.

    La única unidad de la lengua que ha habido ha sido el latín, la lengua latina, la lengua madre, la cual ha ido descomponiéndose, corrompiéndose, evolucionando, cociéndose de forma distinta en cada región mediterránea romanizada, dando como resultado una lengua distinta en cada uno de los territorios de la antigua Corona de Aragón, parecidas o similares entre sí, pero distintas en muchas cosas y aspectos, como la fonética.

    De la lengua latina fueron desgajándose, separándose las lenguas románicas (valenciana, mallorquina y catalana), por ley filológica, por ley de vida, por circunstancias históricas.

    La acusación vertida contra los valencianos que defienden la valencianidad de su lengua frente a la teoría catalanista, en el sentido de que son secesionistas de la “ lengua” es pueril y acientífica, porque no ha existido nunca ninguna “unidad de la lengua”.

    A la Universidad y sus seguidores cabe recordarles, cuando apelan a la razón y verdad científicas, la reflexión del profesor y catedrátido de Filología Románica de la Universidad Complutense de Madrid, el gallego Manuel Mourelle de Lema, quien dice:

    “Valencia y sus gentes a través de la Historia constituyen la base científica sobre la que se cimentará la configuración del edificio lingüístico valenciano.

    La génesis y diacronía de lo que será el hombre valenciano que, pasados los siglos, recibirá el influjo de las culturas latina, visigoda y árabe, se detecta ya en el Paleolítico, donde se dan ya unos caracteres raciales propios, una llamada raciología valenciana”.

    Ni en número, ni en calidad, los supuestos repobladores catalanes pudieron hacer tan vasta obra de colonización idiomática y cultural en un pueblo que, al poco de ser supuestamente alfabetizado, ya había conseguido tener su Siglo de Oro Literario, cosa que siguen sin lograr los catalanes.

    El romance, lengua pre-jaimista o pre-islámica, que conservaban y utilizaban los mozárabes durante toda la dominación-ocupación árabe, no es otra cosa que la Lengua Valenciana en ciernes, balbuceante.

    Era el latín pasado por el tamiz y las aportaciones arabizantes, que va perfilándose como Lengua Valenciana, tras recibir los aportes y préstamos lingüísticos del habla de los soldados y repobladores no sólo catalanes, también de los aragoneses, castellanos, navarros, murcianos, etc… que también vinieron aquí, al olor del botín de la conquista.

    La resistencia del pueblo valenciano

    Explica muy acertadamente el profesor y catedrático valenciano, J. Angeles Castelló, docente muchos años en la Universidad del Estado de Florida (EEUU), que “la resistencia que el pueblo valenciano opone al proceso de catalanización a que está sometido es prueba incontrovertible de su condición de lengua. Si no lo fuera no opondría resistencia. Esto debiera hacer pensar un poco a los `científicos´ que de ello se ocupan”.

    Este mismo experto denuncia que la lengua valenciana “es la única lengua en Europa que desde la etapa hitleriana y su secuela yugoeslava, está sometida a un proceso de absorción que tiene, además, muy definidas tonalidades de orden externo, en el sentido saussuriano del término. Me refiero, claro está, a la identificación lengua-cultura y sus implicaciones políticas”.

    Existe una plena conciencia idiomática en los valencianos, quienes saben que su lengua, desde siempre, de generación en generación, se ha llamado valenciana.

    Son plenamente conscientes de la valencianidad de su lengua, seña de identidad propia, que le hace diferente a otro pueblo.

    Subconsciente colectivo de un pueblo

    El profesor Julián San Valero afirmaba que “la lengua valenciana está en el subconsciente colectivo de un pueblo”, herencia recibida de sus antepasados más queridos y legada sus sucesores, a las nuevas generaciones, rico tesoro comunicador, de titularidad del pueblo valenciano, nunca discutida su naturaleza, hasta ahora en que ha sido agredida por la prepotente manipulación catalanista.

    El valenciano sabe que su lengua propia es como su espíritu, su vida, su personalidad. La lengua es uno de los elementos más importantes que definen a un pueblo. Y eso lo tiene el pueblo valenciano grabado de modo natural en su alma y conciencia.

    Conciencia idiomática

    Esta conciencia idiomática, por realidad histórica y tradición, ya de por sí justificativa de la valencianidad de la lengua autóctona, ya aparece en los valencianos del Siglo XV, el siglo de Oro de la Literatura Valenciana.

    El catedrático J. Angeles Castelló, al referirse a ello escribe:

    “La crean (se refiere a la literatura valenciana del XV) unos hombres arraigados en su tierra y con plena conciencia de su valencianidad; y la crean con su propio idioma, con el que hablan en sus relaciones mercantiles y amorosas, en el diario bregar con amigos y opositores, o en la vida entrañable de la familia y en la oficial con sus autoridades. Es una literatura que sale del vivir y del sentir inalienable de los valencianos y es, por tanto, se especule cuanto se quiera, incontrovertible y clamorosamente valenciana”.

    Seña de identidad del pueblo

    La Lengua Valenciana es una de las más importantes señas de identidad del pueblo valenciano, al igual que su cultura. Subsumir su lengua y cultura, dentro de otra lengua y cultura es perder su personalidad y singularidad.

    Angeles Castelló, en uno de sus estudios sobre la Llengua Valenciana, tiene unas reflexiones clarividentes sobre las maniobras lingüísticas al servicio de las ideologías políticas agresoras, que es conveniente y necesario reflejar aquí:

    “La equiparación de lengua y cultura es un mito tan infundado como el racismo.

    Hitler utilizó los modos para el mismo fin: la absorción de los países limítrofes. `Si hablan alemán son alemanes´, dictaminó. Y procedió a invadir un país que hablaba checo. La identificación de lengua y cultura no debe engañar a nadie.

    No es otra cosa que un dogma complementario del dialectalismo. Porque éste por si mismo no basta: el valenciano ha de ser dialecto del catalán y, a su vez, es imprescindible que la lengua equivalga a la cultura. Aceptadas ambas premisas se tendrá una `nación´ a la que no faltará sino dotarla de un Estado. Y se habrá completado el proceso de absorción del `país valencià´ por la gran `nació catalana´, que es a lo que se va.

    Pretender que todo este cúmulo de distorsiones factuales e inepcias conceptuales no son sino ciencia, es el único camino abierto a esa ideología. No verlo es estar ciego y, además, cerrar los ojos. Porque las cosas claras: el problema de la lengua valenciana no es científico, como se quiere hacer creer. Es político.”

    El escritor Miquel Adlert decía:

    “El idioma no es una cuestión científica en el sentido de ser producto de una ciencia, sino al revés: una ciencia -la filología- es producto de la lengua; no es una ciencia meramente especulativa.

    El idioma es anterior, tanto cronológicamente como en cuanto a preferencia respecto de la Filología. Por eso, sin la existencia de un idioma no puede haber Filología sobre él, pero puede haber, y hay idiomas sin Filología que los estudie.

    La Filología no tiene más misión que estudiar lo que el pueblo hace con su lengua. La Filología no debe ordenar nada al pueblo, ni intentar modificar un fenómeno social, ni mucho menos, sustituir al pueblo en la formación del idioma.

    La misión de la Filología es parecida a la de la Geografía en sus respectivos campos de la lengua y de la tierra, pero los geólogos no pretenden intervenir, modificar la formación y evolución de la tierra, ni mucho menos formar ellos la tierra o sustituirla por otro planeta.

    El idioma valenciano ha existido siglos sin filólogos, y sin filólogos ha producido una literatura espléndida, de categoria universal”.

    La prepotencia de los filólogos

    Adlert denunciaba la prepotencia de los filólogos catalanistas que están arrasando con las peculiaridades de la Llengua Valenciana para suplantarla por la lengua catalana, así:

    “Ahora los filólogos valencianos pancatalanistas se han apoderado de la lengua como cosa suya y en un acto de dominación hacen una lengua y quieren imponer al pueblo la artificialidad de su factura científica”.

    Y añade:

    “... es demencial la pretensión pancatalanista de sustituir la Lengua Valenciana, alegando que la trajeron los catalanes.

    Y más demencial, porque es ilógico que la lengua sustituta sea, no la lengua que dicen que trajeron en el siglo XIII, sino la actual catalana `normativa´ semi inventada por Fabra y el Institut d´Estudis Catalans... es indiferente que los catalanes trajeran o no a Valencia su lengua, porque ahora catalán y valenciano son diferentes por haber tenido diferente evolución y iferentes influencias”.

    Uno de los grandes patricios de la lengua catalana, Manuel de Montoliu, desaparecido en los años sesenta, escribió lo siguiente:

    “La individualidad de la lengua valenciana dentro de la familia de las lenguas de Oc, nadie que tenga una mediana cultura la pone hoy en duda... Hoy los escritores catalanes ya no oponen razones científicas a la fuerte personalidad de la lengua valenciana, ni se oye con tanta frecuencia como antes alegar clasificación según la cual se da el nombre de catalán a todas las lenguas occitanas de España”.

    Salvador de Madariaga en su obra sobre la historia de España escribe: “Valencia no quiere ser otra cosa que Valencia. Su lengua difiere lo bastante para poder permitirse gramática y vocabularios, si sus literatos quisieran construírselos, como lo han hecho los catalanes a la suya”.

    AVL. Historia de una Traición (1): La Batalla de la Lengua en la Universidad

    Los catalanistas introdujeron la Batalla de la Lengua en la Universidad de Valencia a finales de los años 60 del pasado siglo. Apoyados en catedráticos catalanes que daban clase en sus Facultades comenzaron a introducir la teoría de la catalanidad de la lengua en las aulas.

    Pronto contaron con la entregada y convencida colaboración del profesor de francés de la misma, Manuel Sanchis Guarner. Desde el exterior, formaba ariete con él, Joan Fuster, principalmente a través de sus ensayos.

    Crearon un apéndice dentro de la Universidad, el ICE, dedicado a organizar cursos y otorgar títulos habilitantes para la enseñanza, donde comenzó a premiarse a quienes comulgaban determinadas ideas, conformándose un tejido docente básico, que fue la primera avanzadilla de la catalanización, tanto lingüística como ideológica.

    Aquel organismo estuvo controlado férreamente por una fuerte célula catalanista. Los primeros profesores de ‘valenciano’ salieron de estas hornadas con bastante facilidad. El mérito mayor era compartir los principios fundamentales de sus animadores e inspiradores.

    Los años 70, cuando finalizaba el franquismo, ya muy débil, y se advertía la llegada de un nuevo régimen, que fue el más fecundo de la siembra. De esta época salieron los apologetas más beligerantes, no eran muchos en cantidad, pero sí adoctrinados, convencidos, aguerridos y beligerantes.

    Dimanante de estas teorías novedosas en el ámbito universitario, surgió la idea de que el catalanismo y los catalanistas eran gente progre, de izquierda, y que los valencianistas eran blaveros o fachas.

    Lanzada entre gente sin criterio, que no sabe aplicar los elementos necesarios de análisis de cualquier teoría, se optó por parte del mundo universitario apuntarse a la moda de la lengua catalana y la catalanización.

    Cuando en la transición del franquismo al régimen democrático, gobernando UCD, fueron bastantes quienes se pusieron también en el batallón de la moda catalanizante, porque no quería, sobre todo sus altos dirigentes, que se les tachara de fascistas blaveros, especialmente los que pertenecían a la corriente liberal.

    Sólo la fuerza del pueblo llano, que no era de derecha ni de izquierda, sino simplemente valenciano, hizo que la tambaleante UCD se sumara a la lucha de la defensa de los signos de identidad valencianos, Lengua Valencia y Real Senyera Valenciana, logrando, tras forzar mucho y presionar a UCD, que estos dos importantes elementos en la historia y tradición del pueblo valenciano quedaran incluidos y reconocidos en el Estatuto de Autonomía de la Comunidad Valenciana.

    Cuando llegó el PSOE al poder, tanto en el Gobierno central como en el autonómico, los catalanistas arreciaron en su política de mentalización y expansión, apoyados por quienes llegaban al poder, con hambre al poder después de 40 años de dictadura, que, en palabras del líder comunista Santiago Carrillo en referencia a los socialistas, fueron 40 años de vacaciones.

    El fervor catalanista de los socialistas fue desgastándoles poco a poco políticamente y avivó el adormilado y acomodaticio espíritu de los valencianos, que no suelen exaltarse mucho hasta que no se les toca la fibra de lo más sagrado.

    A la larga, al PSOE le costó sus veleidades catalanistas el Gobierno de la ciudad de Valencia y el autonómico. Consiguió lo indecible el PSOE, que salieran por miles los valencianos a la calle, protestando por la imposición gratuita y forzosa de la bandera catalana en territorios valencianos y por la promoción y potenciación de la lengua catalana.

    Los socialistas pagaron caro su apuesta por la catalanidad, de la que siguen sin recuperarse, pero los catalanistas consiguieron, con la inestimable ayuda socialista, infiltrarse en toda la estructura de la Conselleria de Cultura y de la Universidad de Valencia, desde donde han trabajado sin prisas, pero sin pausas, de forma metódica y organizada en la consecución de sus fines, con el importante apoyo de la Generalitat de Cataluña.

    AVL. Historia de una Traición (2): Alternativa Universitaria contra la catalanización anticonstitucional

    En 1984, siendo rector de la Universidad de Valencia Ramón Lapiedra, fue muy notoria la política de catalanización de la misma. Tan fuerte que activó los sentimientos y razones de los que sentían y pensaban en valenciano.

    Un importante número de estudiantes se organizó en torno al sindicato estudiantil Alternativa Universitaria (AU), a cuyo frente se encontraba el joven estudiante, alumno de la Facultad de Derecho, Juan García Sentandreu, que planteó guerra de guerrillas en todos los ámbitos a Lapiedra, llevándole por la calle de la amargura. Esgrimió Sentandreu la Real Senyera y la lengua valenciana y no cesó en toda su época universitaria de reivindicar política, social, cultural y jurídicamente estos dos símbolos tan entrañables para el pueblo valenciano.

    Fue un revulsivo dentro del mundo universitario, por lo general inapetente y apático, desinteresado hasta en las elecciones a rector, que, como es sabido, apenas cuenta con el concurso del 3 por ciento del censo electoral, tal es la fe de los alumnos en la institución universitaria y quienes la manipulan.

    AU estuvo implantada principalmente en la Facultad de Derecho, y sus primeros socios fundadores hoy son prestigiosos notarios, abogados, registradores de la propiedad, profesores, doctores en Derecho, altos funcionarios, etc. Ellos no dieron solamente la batalla en las aulas, también lo hicieron en los tribunales, donde mantuvieron en jaque a toda la universidad y al propio rector con sus constantes actuaciones en defensa de la historia, tradición y realidad valencianas.

    La guerra total de AU contra la junta de gobierno de la universidad estallaría el 20 de junio de 1986, cuando aprobó que los profesores universitarios decidirían y elegirían en qué lengua, la catalana o la castellana, querían dar las clases al alumnado.

    El acuerdo adoptado por la junta en su literalidad, traducido del catalán al castellano, decía: “En nuestras facultades y escuelas, y a excepción del primer curso, cada asignatura será impartida en cualquiera de las dos lenguas oficiales de la Comunidad Valenciana, según la libre decisión del profesor de la asignatura. La Universidad de Valencia facilitará a los alumnos de este grupo que así lo deseen las clases en catalán necesarias para que, en un futuro inmediato, adquieran la capacidad adecuada para seguir con facilidad las clases impartidas en catalán”.

    De la mera lectura del acuerdo se observa que éste era una imposición ‘a las bravas’ del catalán a los alumnos, decisión reservada en exclusiva a los profesores, sin tener en cuenta los derechos de los alumnos.

    Alternativa Universitaria presentó dos recursos contencioso-administrativos contra el acuerdo de la junta de gobierno de la Universidad de Valencia, en los que, por una parte, se alegaba que, al otorgarse la facultad de decisión de dar clases en catalán o castellano exclusivamente a los profesores, se quebraba el derecho a la educación que tienen todos los españoles, reconocido en la Constitución Española de 1798, pues dicha imposición obligaría a estudiar en una lengua extraña, no querida por los alumnos, las materias universitaria.

    El segundo recurso era por la denominación de la lengua plasmada por la junta de gobierno de la universidad en dicho acuerdo y, especialmente, en el artículo séptimo de los nuevos Estatutos de la Universidad, donde se establecía que la lengua propia de la Comunidad Valenciana era la lengua catalana, cuando en el Estatuto de Autonomía entonces vigente, aprobado apenas dos años antes, se habla claramente de idioma valenciano y no de catalán.

    El 11 de noviembre de 1986, la Sala de lo Contencioso-Administrativo de la Audiencia Territorial de Valencia dictó sentencia a favor de Alternativa Universitaria y contra la junta de gobierno de la Universidad de Valencia en uno de los dos recursos presentados, declarando nulos los acuerdos tomados por la autoridad universitaria por ser anticonstitucionales.

    El fallo de la Audiencia, en su textualidad, decía: “Fallamos que, estimando el recurso contencioso-administrativo deducido por D. Juan García Sentandreu, en calidad de legal representante de la asociación cultural Alternativa Universitaria, contra el acuerdo de la junta de gobierno de la Universidad de Valencia, con fecha de 20 de junio de 1986, debemos declarar y declaramos que el acto recurrido vulnera los artículos 14 y 27 de la Constitución, en cuanto que no se garantizan los derechos fundamentales a la no discriminación y a la educación, por lo que debemos decretar y decretamos la nulidad de las disposiciones”.

    AVL. Historia de una Traición (3): El Tribunal Supremo condena a la Universidad a usar la denominación Lengua Valenciana

    Baltasar Bueno (Vh) .- Tres años después, el 18 de mayo de 1989, Alternativa Universitaria gana el segundo pleito entablado contra la Universidad de Valencia referido a la denominación de la lengua autóctona en los Estatutos de la Universidad, donde, en vez de utilizarse el nombre de valenciano, se hablaba de catalán.

    La sentencia del Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana, entre otras cosas, decía: “…en la realidad jurídica vigente sólo aparece reconocida como lengua oficial de la Comunidad Valenciana, el valenciano, y que recibe como denominación semántica positivizada la del valenciano, y que estas normas tienen como fuente real de su legitimación el ser la expresión de la voluntad de la propia Comunidad políticamente organizada a través de sus instituciones.

    Por todo ello, cabe concluir que el acto objeto de impugnación es nulo de pleno derecho, por serlo igualmente los apartados 6 y 7 de los Estatutos de la Universidad de Valencia que le sirven de cobertura por infringir el principio de jerarquía normativa.

    Fallamos: Que rechazamos todas las causas de inadmisibilidad alegadas por la parte demandada, y entrando a conocer sobre el fondo del asunto debemos estimar y estimamos el recurso contencioso administrativo interpuesto por Alternativa Universitaria contra el apartado ‘C’ del Acuerdo de la junta de gobierno de la Universidad de Valencia de fecha de 20 de junio del mismo año, y debemos declarar y declaramos la nulidad de pleno derecho del apartado ‘C’ del referido acuerdo de gobierno de la mentada Universidad, por no ser conforme al Ordenamiento Jurídico, y con la consecuencia dimanante de hacer de uso obligado la denominación legal y oficial de la lengua e idioma valenciano en el ámbito de la Universidad de Valencia”.

    El TSJ acaba de ‘planchar’ como se dice en la jerga judicial ,a la Universidad de Valencia recordándole que el Estatuto de Autonomía que el legislador había aprobado para la Comunidad Valenciana hablaba de Lengua Valenciana y que no podía abdicar de esta denominación y realidad e introducir una lengua y denominación distinta. La Universidad también está sometida al imperio de la Ley.

    El recurso anterior (del que les hablaba en el capítulo 2), referido a la imposición por los profesores de las clases en catalán, sin contar con la voluntad del alumno, fue recurrido por la Universidad ante el Supremo, que confirmó la sentencia de Valencia, y como no fue recurrida ante el Constitucional, está vigente. La sentencia de este segundo recurso fue recurrida por la Universidad ante el Tribunal Supremo, que con fecha 20 de noviembre de 1992 dictó una histórica sentencia, confirmando en todos sus extremos la del TSJ de Valencia, y abundando en ella de forma magistral.

    “El fondo del asunto -dijo el Supremo entonces- no es académico o lingüístico, y esto bien lo saben las partes enfrentadas en este recurso: el fondo del asunto es político, y hay que comenzar por reconocerlo para no ponernos en eufemismos inútiles. El fondo del asunto constituye una manifestación de un grave desacuerdo que existe desde hace años en la sociedad valenciana.

    Se dice (por la Universidad) que la denominación de la lengua hablada en la Comunidad Valenciana (valenciano o catalán) es algo que corresponde al patrimonio científico de la Universidad, en el cual los tribunales no deben entrar sin violar la autonomía universitaria; la lengua (dice la Universidad) no tiene como cuestión filológica, otra dimensión que la científica y académica. Pero no son así las cosas, en opinión de este tribunal.

    Desde luego que la lengua tiene otras dimensiones además de la científica y académica: tiene una clara dimensión política. Es un crisol de historia, tradiciones, arte y sentimientos que expresa las aspiraciones de un pueblo, que en cuanto asumida por el derecho adquiere valor jurídico. Pues bien, la solución dada por el derecho a esa realidad ha de ser respetada y salvaguardado por todos.”

    “Hoy por hoy -proseguía la sentencia del TS- por tanto, la polémica está solucionada desde el punto de vista jurídico: la lengua autóctona de la Comunidad Valenciana se llama ‘valenciana’, porque así lo ha querido el Ordenamiento Jurídico. No asumirlo así es una flagrante violación de la letra y del espíritu de las leyes”.

    AVL. Historia de una traición (4): La sala del Tribunal Constitucional estaba formada mayoritariamente por catalanistas

    La Universidad de Valencia recurrió ante el Tribunal Constitucional la sentencia del Tribunal Supremo, que daba la razón a Alternativa Universitaria, por la que se le obligaba a la Universidad a pasar por la denominación legal e histórica de Lengua Valenciana.

    El asunto cayó en la sala tercera, que presidía un catalán, Carlos Viver Pi i Sunyer, de ideología socialista, que destacó, además, por ser el ponente de una sentencia, que absolvió a la mesa de Herri Batasuna, en un asunto planteado ante la misma.

    En el mismo tribunal estaba un valenciano, catalanista y socialista también, Tomás Vives Antón, que había llegado al cargo a propuesta del PSOE. Vives ejercía la docencia como profesor de derecho Penal en la Facultad de Derecho de Valencia.

    Con este botón de muestra, era evidente que el Tribunal de Revisión Política en el que se ha convertido el Tribunal Constitucional, donde suelen cargarse las sentencias de la jurisdicción ordinaria, iba a dictar sentencia a gusto de los catalanistas-

    Dicho y hecho, el 21 de abril de 1997, hace diez años justo ahora, el Tribunal Constitucional daba amparo a la Universidad de Valencia y se cargaba la impecable sentencia del Tribunal Supremo, que, a su vez, confirmaba la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana, que primaba la autonomía universitaria sobre la misma ley.

    No contempló el Constitucional que hasta la propia Universidad está sometida al imperio de la ley. La Constitución y el propio Estatuto de Autonomía quedaban relegados a la primacía de la autonomía universitaria, algo insólito.

    Tal fue la barbaridad jurídica perpetrada con aquella sentencia, que el propio presidente de la sala del Constitucional juzgadora, un magistrado de la carrera judicial, quien no había llegado al cargo por la lista de los partidos políticos, se negó a firmarla, objetándola de manera muy razonada.

    La sentencia del Constitucional sólo tuvo ojos para la manida autonomía universitaria y la Universidad otorgaba sólo el soporte de denominación científica a la lengua catalana, no a la valenciana. Alegaba la sentencia que “el acuerdo de la junta de gobierno de la Universidad de Valencia que fue impugnado por la vía contencioso-administrativa y el art. 7 de los Estatutos de la Universidad donde encuentra cobertura, vienen a establecer de consumo que la valenciana, lengua propia de la Comunidad Valenciana y, por ello, de su Universidad, podrá ser también denominada lengua catalana, en el ámbito universitario, sin que ello contradiga el Estatuto de Autonomía ni la ley de las Cortes Valencianas.”

    “La Universidad de Valencia -sigue diciendo la sentencia del Constitucional- no ha transformado la denominación del valenciano y se ha limitado a permitir que en su seno pueda ser conocido también como catalán, en su dimensión académica, según los propios Estatutos”.

    A la sentencia que le daba amparo a la Universidad de Valencia opuso su voto particular José Gabaldón López, presidente de la sala, quien disintió por completo del resto de miembros del Tribunal, en el que, entre otras cosas, afirmaba:

    “La denominación idiomática que formula el Estatuto de Autonomía de la lengua cooficial completa la prescripción constitucional y forma parte por ello del bloque de constitucionalidad, no dejando margen a las normas que puedan dictarse en uso de la autonomía universitaria para introducir denominaciones distintas al margen de aquel, es decir, unas denominaciones que el mismo no incluye sea no puramente semántica o alcance otra trascendencia”.

    Gabaldón agrega que “la denominación exclusivamente atribuida en el Estatuto de la Comunidad Valenciana a su lengua cooficial como valenciano, incluso cuando se refiere a la enseñanza, exige que deba atenerse a ella cualquier regulación y también, por supuesto el Estatuto de la Universidad que carece de facultades para introducir cualquier denominación que no sea la allí establecida”.

    El presidente de la sala concluía su objeción diciendo que el límite a la autonomía universitaria era “claramente el Estatuto de Autonomía de la Comunidad y las leyes que, en su estricta aplicación, hayan desarrollado lo relativo al uso de la lengua cooficial. Y como con una y con otra choca frontalmente el acuerdo que fue objeto de anulación judicial, entiendo que debimos declarar que las Sentencias recurridas ante nosotros no vulneran el Estatuto de Autonomía de la Comunidad Valenciana y por ello debió haberse desestimado el recurso de amparo”.

    AVL. Historia de una traición (5): IU, PSOE y CiU aprobaron el primer texto legal que identificaba las lenguas catalana y valenciana

    Hace 10 años, Izquierda Unida, a través de su diputado en Alicante, planteó a la comisión de Educación del Congreso de Diputados una Proposición no de Ley por la que se instaba al Gobierno de la nación "a establecer los mecanismos oportunos" para que los textos oficiales de la Administración fueran redactados también en las lenguas regionales, entre ellas la catalana, que, afirmaba dicho diputado en la Comunidad Valenciana se le denominaba valenciano.

    El catalanismo intentaba el desembarco en el Congreso y sorprender a los diputados, arrancándoles la patente de legalidad para el catalán en Valencia, al tiempo que su órgano rector, el Instituto de Estudios Catalanes, el 12 de mayo, modificaba sus Estatutos, prolongando su autoridad lingüística sobre el valenciano, curiosamente "amparada por la Ley Orgánica 5/1982" (Estatuto de Autonomía de la Comunidad Valenciana".

    El Grup d´Acció Valencianista protestó por estas acciones catalanistas y organizó una manifestación a celebrarse en Madrid el 20 de mayo de 1997, fecha en que iba a ser debatida en la citada comisión del Congreso la unión del valenciano y catalán, frente al monumento a la Constitución en el paseo de la Castellana, desplazándose a la capital de España numerosos valencianos -sólo el Grup fletó medio centenar de autobuses- portando gran cantidad de Senyeras y pancartas.

    Acudieron gentes de las tres provincias. La arteria principal de Madrid se vio repleta de Senyeras. Cuando comenzó la concentración, en las Cortes ya se había aprobado la propuesta de Izquierda Unida con los votos a favor de PSOE y CIU más los nacionalistas. Era la primera vez que un texto legal identificaba valenciano y catalán.

    Fue leído un manifiesto donde se decía que Alcaraz y Rahola habían vendido nuestra Lengua Valenciana a Cataluña "por 30 monedas de plata, ante la pasividad generalizada del resto de la clase política y con la ignorancia del pueblo español".

    "Nuestro Reino de Valencia -decía el texto- no va a permitir que nuestra tierra siga siendo moneda de cambio entre los partidos que comparten el poder… No vamos a permitir que el pueblo valenciano siga estando engañado y traicionado por un partido socialista vendido a intereses ajenos a nuestra Comunidad y liderado por el mayor defraudador de la historia valenciana, Joan Lerma, quien sigue siendo el representante de la mentira, la desvergüenza y la frustración popular".

    "Nuestra dignidad -proseguía- como valencianos no puede ser pisoteada por nadie, ni mucho menos en donde se pretende que reside la representación soberana del pueblo… Descalificamos y repudiamos a nuestros representantes en la medida en que no han sabido estar a la altura de los acontecimientos… Al igual que salimos a la calle en el 79 y en el 92, hoy el pueblo valenciano `tornar al carrer´ para decir basta a la agresión catalana. No a la lengua catalana. No a los países catalanes. No a los políticos corruptos que comercian con nuestra personalidad".

    "Nuestro Estatuto de Autonomía, ganado en la calle por el pueblo y elevado a rango de constitucionalidad con el consenso de todas las fuerzas políticas valencianas, es hoy puesto en entredicho, no solo por un grupo de políticos del Congreso, sino incluso por el Tribunal Constitucional", se afirmaba.

    No se libró de la andanada el Tribunal Constitucional compuesto "por jueces políticos, nombrados por los políticos que hicieron unas leyes políticas para acabar pisoteando nuestro Estatuto y nuestra personalidad valenciana".

    "Ese tribunal de jueces, abogados, profesores y funcionarios aspirantes a políticos o políticos frustrados han tenido la desvergüenza de decirnos a los valencianos que nuestra lengua puede llamarse catalán… Su sentencia del 21 de abril la repudiamos con la máxima energía".

    Los manifestantes se dirigieron luego al Tribunal Constitucional donde dejaron miles de escritos de protestas con sus correspondientes firmas, al tiempo que en el exterior se escuchó todo tipo de gritos.

    En ningún momento de la manifestación tanto en el monumento como en el Tribunal Constitucional aparecieron junto a los manifestantes los de Unión Valenciana. Llegaron tarde y se hicieron una foto para hacer ver que sí había estado cuando ya no quedaba nadie Héctor Villalba, José María Chiquillo y Enric Esteve.

    La foto la enviaron a la prensa y al día siguiente Unión Valenciana que ni organizó ni estuvo en la concentración aprovechó el papel y publicó un anuncio en los periódicos locales agradeciendo la asistencia a la misma, apropiándose sutilmente del éxito de la acción.

    AVL. Historia de una Traición (6): El gobierno catalán desveló que Zaplana y Jordi Pujol estaban negociando la creación de la AVL

    Los cimientos de para denominar legalmente a la Lengua Valenciana catalán y así poder trabajar con mayor tranquilidad en la labor de suplantación del idioma valenciano por la lengua catalana estaban puestos.

    La sentencia del Tribunal Constitucional, que se cargaba las del TSJC y el TS en el pleito de Alternativa Universitaria contra la Universidad de Valencia, y el acuerdo de la comisión de Educación del Congreso de Diputados en la misma línea, animaron allanaron el camino a Eduardo Zaplana, presidente de la Generalidad Valenciana, a arrodillarse ante Jordi Pujol, presidente de la Generalidad de Cataluña, y cumplir el mandato de José María Aznar de que se hiciera en Valencia, en materia lingüística, lo que exigía Jordi Pujol, si es que quería tener el apoyo en Madrid de CIU para poder gobernar.

    El PP tragó vientos y mareas catalanas con tal de gobernar España y los valencianos fuimos de nuevo moneda de cambio. Pujol impuso a Aznar y éste a Zaplana que eso de la lengua había que arreglarlo ya.

    Así se hizo. A finales del mes de mayo de 1997, una semana después de la manifestación valencianista ante el Tribunal Constitucional, nerviosa la Generalidad de Cataluña por la reacción en contra del pueblo valenciano, destapó las conversaciones secretas que a tres bandas se estaba llevando a cabo entre las dos Generalidades y José María Aznar.

    Xavier Trías, conseller de Presidencia de la Generalidad catalana desveló que el presidente de la Generalidad Valenciana, Eduardo Zaplana (PP), “tenía intención de crear un organismo con autoridad lingüística”, pero éste, según Trías, “debe de crearse de acuerdo con el Institut d´Estudis Catalans, ya que si tenemos una misma lengua lo lógico es buscar procedimientos para aproximar posiciones”.

    Entonces se supo del doble juego que estaba llevando adelante Zaplana, quien lo de la Lengua Valenciana, por ser de Cartagena, nunca lo entendió y mucho menos la estimó, ni la aprendió, ni la habló, ni la utilizó para nada. Su afición y vocación fueron siempre las obras faraónicas.

    Mientras negociaba por bajo mano y en secreto con el gobierno catalán la entrega y rendición de la Lengua Valenciana en manos del Institut d´Estudis Catalans, jugaba a apoyar a Lo Rat Penat, a la que le compró un palacete en la calle Trinquete Caballeros y se lo restauró, con el fin de tenerla controlada políticamente.

    Los sectores valencianistas califican esta actitud de Eduardo Zaplana como una gran traición, la que negó desde el momento en que la hiciera pública Trías, pero que, al final, muchos meses después no tuvo más remedio que reconocerlo.

    Las entidades culturales valencianistas convocaron una concentración en la plaza de toros de Valencia bajo el lema “Si a l´Estatut, si a l´idioma valencià”, pero la idea pronto se convirtió en una manifestación por las calles, idea ésta que extrañamente no defendía el presidente de Lo Rat Penat, Enric Esteve, quien prefería el acto del coso, porque hacer la manifestación era una “barbaridad”.

    La posición de Esteve quedó de sobra explicada por los diversos cargos y posiciones que, con gobiernos PP, ha ostentado, entre ellos, el de jefe de compras de Canal 9 y el de vicepresidente de la Diputación de Valencia, donde sigue teniendo a su cargo las empresas públicas y las mesas de contrataciones y adjudicaciones.

    A pesar de que Enric Esteve se jugó 300 millones de pesetas en la reunión de la coordinadora, de que la manifestación no iba a hacerse, ésta se celebró el 13 de junio de 1977.

    Cuando el PP olió que la manifestación iba a ser un éxito, emitió un comunicado adhiriéndose y apoyando la manifestación y anunciando la presencia de sus dirigentes en la misma, a pesar de sus negociaciones subterráneas con Pujol sobre la futura creación de la AVL.

    En el punto 3 de aquel comunicado, textualmente se leía: “El Partido Popular de la Comunidad Valenciana quiere trasladar un mensaje de tranquilidad a la sociedad valenciana. En tanto el Partido Popular gobierne las instituciones, ni nuestras señas de identidad, ni nuestro ordenamiento jurídico, estarán en juego, siendo tan sólo susceptibles de discusión en el debate político a instancias de fuerzas (PSOE e IU)…”

    El texto, en el que tuvo mucho arte y parte Serafín Castellano, no podía ser más profético, pero en contrario. El PP, a imposición de Jordi Pujol, y con la inestimable ayuda de PSOE e IU montaron la Academia Valenciana de la Lengua, que se está cargando una de nuestras más preciadas señas de identidad, la Lengua Valenciana y suplantándola por la catalana.

    AVL.Historia de una traición(7): "Sí a l´Estatut, sí a l´idioma valencià. Normes de la Real Acadèmia de Cultura Valenciana"

    El 13 de junio de 1997 se celebró la esperada manifestación. La gente comenzó a concentrarse a las cinco de la tarde en la plaza de San Agustín, a pesar de que el acto estaba programado para las siete de la tarde.

    Una gran pancarta con el texto “Sí a l´Estatut, sí a l’idioma valencià. Normes de la Real Acadèmia de Cultura Valenciana” presidía la marcha. Gentes de todas las edades, familias enteras, llegadas de todos los rincones del Reino de Valencia y de la propia ciudad llenaron enseguida la plaza y los cajones de las calles adyacentes.

    Hubo gritos exigiendo a Zaplana la Lengua Valenciana y contra Jordi Pujol. También contra el PSOE: “Lerma venut”. Unión Valenciana no se salvó de la quema: “UV, les raons son per a les ocasions”. Conforme iba avanzando la cabeza, por Colón hasta la plaza América, desde las calles colindantes se iban sumando numerosos grupos de personas.

    La calle Colón, la de Xàtiva, Navarro Reverter se vieron colmadas por completo. La gente estaba apretujada, sin lagunas ni espacios intermedios. Todos con Senyeras, pancartas, pegatinas y octavillas. Al paso de los manifestantes, mucha gente viendo el desfile y aplaudiendo.

    Tres horas largas duró la manifestación. Al final, en la escalinata del puente peatonal de la plaza América, el académico de número de la Real Acadèmia de Cultura Valenciana, Josep Climent Barber, leyó, en nombre de la organización, un manifiesto en el que, entre otras cosas, se decía:

    “…cada signo de nuestra identidad lo hemos ganado a pulso a costa de muchas protestas y manifestaciones: el Estatuto, la Senyera, el nombre de ‘valenciano’, porque nuestros representantes no han estado a la altura que les correspondía o han actuado en contra del sentimiento del pueblo valenciano…

    …decimos basta, porque la Lengua Valenciana es innegociable y no reconoceremos autoridades lingüísticas pactadas o extrañas. Hace siglos llegaron los males de Almansa, pero hace días los males llegan desde otra dirección.

    … decimos basta, porque pocas lenguas han tenido un Siglo de Oro como la nuestra y nuestros escritores han repetido muchas veces que escribían en Lengua Valenciana.

    … decimos basta, porque no hay tribunales de justicia ni Congresos que nos tengan que decir a los valencianos cuál es nuestra lengua.

    … decimos basta, porque los valencianos queremos una Lengua Valenciana sin mixtificaciones extrañas. Basta de valenciano ‘normalitzat’ que lo único que está ocultando es la absorción de nuestra lengua.

    Hemos de decir basta y lo decimos, porque los valencianos, únicamente queremos ser eso: valencianos”.

    Tras el académico Climent, hizo uso de la palabra el niño Miquel Relaño, quien dijo:

    “Los niños y los jóvenes somos el futuro de nuestro pueblo, por eso queremos que nuestros mayores, padres y abuelos, sepáis que estamos orgullosos de pertenecer a este pueblo tal como lo estáis ahora.

    Nosotros heredaremos lo que vuestros antepasados os dejaron: un patrimonio cultural importante entre el que se encuentra la Lengua Valenciana.

    Cuando voy a la escuela, los profesores me cuentan muchas historias extrañas: que si formamos parte de unos países catalanes, que si mi lengua no es la valenciana, que no hablamos bien, que los valencianos somos catalanes…

    Vuelvo a casa y mis padres me dicen que todo eso son mentiras y yo me pregunto: ¿por qué no me enseñan lo que dicen mis padres? ¿por qué me enseñan mentiras?...

    Yo no quiero ser de otro pueblo ni hablar otra lengua que no sea la mía, ¿por qué me obligan?”

    El número de manifestantes fue cifrado en medio millón de personas. La euforia estaba servida en la calle. El pueblo bullía en clamor, un pueblo que de nuevo demostró ser y sentirse clamorosamente valenciano.

    La consigna más gritada: “La llengua es nostra, i es, i la volem, valenciana”. Entre los manifestantes estaban Federico Félix, Paco Roig, Carlos Climent, Fernando Bonilla, Martín Quirós, Vicente Hernández, Juan Lladró, Antonio Gil-Terrón, José María Guinot…

    El milagro de reunir a tantos valencianos en defensa de su lengua lo había conseguido el Grup d’Acció Valencianista y un buen número de entidades culturales valencianas.

    AVL. Historia de una traición (8): El Consell Valencià de Cultura, integrado mayoritariamente por catalanistas

    La manifestación de medio millón de personas en la calle defendiendo la Lengua Valenciana y en contra de la pretendida imposición de una autoridad lingüística que dependería del Institut d´Estudis Catalans hizo que Jordi Pujol, presidente de la Generalidad de Cataluña, presionara más a José María Aznar, presidente del Gobierno de la Nación.

    Apenas había transcurrido una semana desde su celebración, hubo un encuentro entre representantes del Bloc, Convergencia de Cataluña y el Partido Socialista Mallorquín, donde se sentó unas bases mínimas tendentes a la tarea política de unificar valenciano y catalán.

    De aquí surgieron posteriores contactos y reuniones con destacados figurantes del catalanismo en Valencia y el propio Eduardo Zaplana, que se desarrollan a lo largo del mes de octubre.

    Durante el verano, Zaplana llamó al palau de la Generalitat a Antonio Ferrando, director del Institut Interuniversitari de Filología, y al decano de la Real Academia de Cultura Valenciana, Xavier Casp. Les informó de que iba a proponer a las Cortes Valencianas que el Consell Valenciá de Cultura elaborar un dictamen sobre la lengua.

    Aceptaron ambos. En las Cortes, el PP votó a favor de la propuesta, como lo hizo Unión Valenciana. Casp y UV cayeron en la trampa que les había tendido Zaplana. Con gran cortedad de miras no se fijaron en que el organismo al que debería haber sido encargado el informe era, por muchísimos motivos, la Real Academia de Cultura Valenciana, no un ente integrado por mayoría de catalanistas.

    Zaplana no acaba de creerse cómo logró doblar al PP y a UV, que en la multitudinaria manifestación habían clamado y gritado a favor de las normas de la Real Academia de Cultura Valenciana, para que dejaran en manos del Consell Valencià de Cultura un informe que sería el principio del fin de la Lengua Valenciana.

    En noviembre, altos cargos de la Generalidad catalana, de gran confianza para Jordi Pujol, se reunieron en Valencia con la cúpula directiva del PSOE, con el portavoz del Consell, José Joaquín Ripoll, y prohombres del catalanismo, entre ellos Mira y Lapiedra.

    A finales de 1997, Juan García Sentandreu, Juan Ignacio Culla, José Manuel Ricart Lumbreras y Pascual Martín Villalba le echaron arrestos y se plantaron en el palacio de la Generalidad de Cataluña para protestar por las maniobras político-lingüísticas que estaban realizando. Pidieron hablar con Pujol, pero sólo es recibió el secretario general de la Generalidad, Joaquín Triadú.

    Lo más fino que les dijo Triadú fue que los valencianos éramos “un pueblo de acomplejados” y que ése era “nuestro problema”. Ellos tenían claro lo que quería, la unidad de la lengua y no iban a cesar en su empeño.

    La reunión fue tensa y los visitantes se pusieron al mismo nivel dialéctico y verbal que quien les había recibido, hasta que fueron expulsados del despacho de Triadú.

    Estos encuentros se prolongarían en el tiempo, avanzando poco a poco hacia los fines que perseguía Pujol, con quien se entrevistó Eduardo Zaplana en mayo de 1998, con el que llegó a un principio de acuerdo.

    El diario Levante (18 julio 1998) informaba con detalle de todas estas operaciones que recapituló de esta manera:

    “Los hilos del acuerdo lingüístico están movidos por intereses políticos de largo alcance. Tres son las bazas perseguidas por el presidente de la Generalidad, Eduardo Zaplana: dos personales y uno estrictamente electoral. Zaplana que ha dicho por activa y pasiva que sólo quiere ejercer el cargo de primer mandatario autonómico durante dos legislaturas, pretende colocarse la medalla de ser el presidente que ha resuelto la batalla de la lengua y, de paso, ganarse la confianza de Jordi Pujol para que éste cante a Aznar las bondades del dirigente valenciano, en su deseo de no concluir su carrera política en Valencia”.

    El Partido Popular, en realidad, lo que estaba haciendo era lo mismo que hizo el PSOE durante sus 12 años de gobierno: sumisión total a la política lingüística que imponía Jordi Pujol por parte de Joan Lerma, que encargaba el trabajo sucio a su conseller de Cultura, Ciprià Císcar.

    Joan Lerma, además, destacó por las innumerables y generosas subvenciones que otorgó durante su mandato a las entidades culturales catalanistas.

    Con el PSOE, el pueblo valenciano vivió sus más grandes manifestaciones en defensa de la Real Senyera y la Lengua Valenciana, especialmente cuando estuvo al frente del Consell preautonómico, José Luís Albiñana, cuando se quiso meter a la fuerza y con calzador la bandera cuatribarrada catalana en los balcones oficiales y las denominaciones de lengua catalana y país valenciano.

    AVL. Historia de una traición (9): El dictamen del CVC dice que el valenciano pertenece al sistema lingüístico catalán

    Después de la gran manifestación valencianista en defensa de la Lengua Valenciana vino el verano y en septiembre llegó la respuesta oficial. Se barruntaba el dictamen sobre la lengua que Zaplana encargó al Consell Valencià de Cultura, la segunda de las traiciones de esta historia.

    La Real Academia de Cultura Valenciana fue la gran reivindicada y defendida en dicha manifestación, sin embargo el PP, que se había sumado con UV a la manifestación, dejó en manos del CVC el dictamen. Ninguno de los dos partidos hicieron nada para que la centenaria entidad tuviera voz y voto en el asunto.

    El Grup d´Acció Valencianista en septiembre de 1997 alzó su voz para denunciar el atropello de que fuera el CVC, integrado mayoritariamente por catalanistas, y no la RACV, integrada unánimemente por valencianistas, quien dictaminara sobre la lengua.

    El PP y UV, en sesión celebrada en las Cortes Valencianas el 17 de septiembre de 1997 propusieron que fuera el CVC quien hiciera el dictamen sobre la lengua, moción que fue aprobada con el apoyo y concurrencia del PSOE.

    Fue precisamente Héctor Villalba, de Unión Valenciana, en su calidad de presidente de las Cortes, cargo al que accedió después de la muerte de Vicente González Lizondo, quien firmó la resolución por la que se mandaba al Consell Valencià de Cultura, de mayoría catalanista, dicha tarea.

    Uno de los miembros de dicho Consell era Joaquín Calomarde, diputado del PP, recientemente pasado al grupo mixto tras ser condenado por acoso a una mujer en Valencia, quien contaba con antecedentes de izquierda y catalanismo. Se erigió en el espadachín de Zaplana para realizar la operación de rendición y entrega de la lengua. Iban a sentenciar sobre la lengua Ramón Lapiedra, Santiago Grisolía (presidente), Vicent Álvarez, Sanchis Guarner júnior, el pluricobrador Ricardo Bellveser, Manuel Muñoz hoy colocado de director general de Patrimonio, Ramón de Soto (el de la Facultad de Altea), etc...

    El CVC emitió su famoso dictamen donde se establecía oficialmente la catalanidad de la lengua. No se había tenido en cuenta la voluntad del pueblo valenciano, revalidada en la manifestación del medio millón de personas, ni la historia, ni la tradición, ni el sentimiento general.

    Grisolía había pedido la opinión de 29 entidades, de las que no más de media docena eran valencianistas.

    El dictamen dice que la denominación estatutaria de la lengua ´valencià´ no tenía carácter ´excluyente´ y abría la puerta a otras denominaciones, como la catalana. El dictamen tachó la expresión ´idioma valenciano´ y la sustituyó por ´valencià´ o ´llengua dels valencians´.

    Lo más grave del informe cocinado por el CVC fue que el texto dijera que el valenciano "forma parte del mismo sistema lingüístico que los correspondientes a los Estatutos de Autonomía de los territorios hispánicos de la antigua Corona de Aragón reconocen como lengua propia". En filología, decir que se pertenece al mismo sistema lingüístico es decir que se pertenece al mismo idioma, a una misma lengua.

    Sentada esta falacia, los miembros del CVC propusieron la creación de un ente de referencia normativa del valencià que tuviera personalidad propia, que tuviera capacidad normativa y que estuviera integrado por 21 miembros, los cuales serían elegidos por dos tercios de las Cortes Valencianas.

    Eran el preparto de la Academia Valenciana de la Lengua sin nombre, porque sigue sin saberse en su denominación oficial si es de la lengua castellana, inglesa, alemana, vasca o qué. No se le puso ninguna, porque para los cobrantes del CVC estaba claro, era lengua catalana, pero no se atrevían a ponerlo por si acaso.

    Era una nueva traición, un paso más en el arrollador avance del catalanismo de las manos del PP y UV y sus representantes en el Consell Valencià de Cultura.

    El acuerdo tuvo sólo dos votos en contra, pocos, pero muy valiosos. Suponían los votos de la dignidad.

    Leopoldo Penyarroja alegó que aquello más que un dictamen era una negociación política. Rechazaba la creación de un nuevo ente, porque suplantaba a la Real Academia de Cultura Valenciana y no reconocía la identidad de la Lengua Valenciana.

    José Boronat señaló que el conflicto sobre la lengua no lo había creado el pueblo, su usuario y propietario, sino que había surgido cuando se intentaba desde fuera de él suplantar a la Lengua Valenciana por la catalana. Se negó a votar el dictamen porque no estaba basado en la verdad y la justicia y no podía conducir a la paz.

    AVL. Historia de una traición (10): El CVC violó el Estatuto valenciano al proponer el mismo sistema lingüístico

    El 13 de julio de 1998 el Pleno del Consell Valencia de Cultura, presidido por Santiago Grisolía, aprobaba el dictamen que dogmatizaba que la Lengua Valenciana pertenecía al mismo sistema lingüístico de los territorios de la antigua Corona de Aragón, manera de disfrazar la entelequia de los países catalanes.

    No se atrevieron a decirlo así de claro los cobrantes del CVC y disfrazaron su anhelados deseos con una falacia, los antiguos territorios de la antigua Corona de Aragón, cuando en Aragón no se habla valenciano que se sepa.

    El Grup d´Acció Valencianista, que llevó siempre la voz cantante en la defensa de la Lengua Valenciana, hizo acto de presencia en las puertas del Consell Valencia de Cultura el día previsto para la aprobación del dictamen.

    La calle estaba tomada por la policía nacional. Los concentrados llevaban pegatinas de “No mos fareu catalans”, huevos y tomates. Allí permanecieron las cinco horas que los del CVC estuvieron reunidos.

    En las paredes del edificio ya apareció una pintada con el nombre de Calomarde, el diputado ahora condenado por acoso a una mujer, por haber sido el ponente que le hizo el trabajo sucio del PP en el dictamen. Calomarde ha dejado colgados a sus electores y partido y se ha pasado últimamente al grupo mixto.

    La escenografía callejera se completaba con carteles y pancartas llamando asesinos de la Lengua Valenciana a los dictaminantes y contra las paredes se recostaban algunos ataúdes a la espera de que sacaran el cadáver del idioma valenciano.

    García Sentandreu, en su libro “Les claus del pacte de la llengua”, cuenta que “el consejero Ricartdo Bellveser, a la sazón redactor jefe de Las Provincias, defensor del pacto, me cuentan que buscaba distanciarse personal e ideológicamente de los `asaltantes´, tratándonos de todo y poniendo en entredicho la cobnerura que su periódico había dado algunas veces a nuestra organización (Grup d´Acció Valencianista). No quiero ser más explícito, pero sus insultos no terminaban en nuestra casa”.

    Al término de la sesión, como los manifestantes no deponían sus actitud, la policía tuvo que sacar vergonzantemente a los consejeros en un furgón policial, no sin repartir antes unos cuantos mamporrazos a los concentrados.

    La Coordinadora de Entidades Culturales del Reino de Valencia emitió un comunicado sobre el dictamen del CVC en el que criticaba la incapacidad de dicho organismo, bajo gobierno del Partido Popular, para “acometer el encargo de las Cortes Valencianas” de hacer un informe sobre la lengua valenciana.

    Uno de los principales puntos que rebatió fue el que el CVC dijera que la denominación de valenciano no es excluyente de otras denominaciones (se refieren al catalán). “Esta afirmación -decía el escrito de la Coordinadora- además de temeraria, constituye una manifiesta infracción de la legalidad vigente pues la denominación oficial de idioma valenciano (art.7º Estatuto Autonomía 1982) es `per se´excluyente e impide la vigencia en el mundo legal de cualquier otra denominación oficial”.

    Denunciaba dicho comunicado la “alternativa y estrafalaria” denominación “lengua propia de los valencianos”, que más que denominación era una definición, que junto a las denominaciones no excluídas sólo pretendían “reducir y poner en entredicho la sustantividad y singularidad del idioma valenciano lo que constituye una clara infracción del mandato constitucional que proclama el principio de seguridad jurídica protegido en el artículo 9.3 de la Constitución Española y viciando de nulidad aquel acuerdo”.

    Señalaba el texto la tomadura de pelo del CVC a los valencianos cuando adujo que la competencia normativa sobre el idioma valenciano debería recaer en las Universidades Valencianas, cuando éstas nunca denominaron, y siguen sin hacerlo, a sus departamentos de filología como valenciana, sino catalana. Actualmente, hasta la recién creada Universidad Católica de Valencia, por imposición de la Universidad de Valencia, llama a este departamento de Filología Catalana, no valenciana.

    La Coordinadora anunciaba que nunca reconocería un ente normativo salido de dicho dictamen y se mantenía firme en que debería ser la Real Academia de Cultura Valenciana, que viene laborando por la lengua y cultura valencianas desde 1915, la autoridad normativa lingüística.

    El 1 de julio de 1998, la Coordinadora anunciaba que plantearía todos los recursos necesarios ante los Tribunales contra este dictamen y todo lo que surgiera de él, especialmente la creación y composición de la Academia Valenciana de la Lengua.

    AVL. Historia de una traición (11): El dictamen del CVC, resultó una carga de profundidad contra la lengua valenciana

    El dictamen de la Academia Valenciana de la Lengua era una carga de profundidad que reventaba todo, producía una vía de agua importante en el buque. La metralla de la bomba era el párrafo que decía que el valenciano pertenecía al mismo sistema lingüístico de los territorios de la antigua Corona de Aragón. Mismo sistema lingüístico, en filología, es mismo idioma.

    Vayan a Zaragoza, la capital de la antigua Corona de Aragón, y verán qué lengua se habla. Los políticos (PSOE, PP y UV) callaron de forma vergonzosamente cómplice a dicho dictamen y se allanaron a cumplirlo (Héctor Villalba, de UV, lo aplaudió con el mismo fervor que se opuso a la manifestación del medio millón de personas) o mostraron una vergonzosa ignorancia al no saber que “mismo sistema lingüístico” significa “mismo idioma”.

    El dictamen surgido del Consell Valencià de Cultura era “lógico”. El CVC estaba integrado por 18 miembros catalanistas y tres valencianistas. El Gobierno autonómico estaba en manos del PP, la proporcionalidad en Cortes era mayoritaria para el PP, sin embargo se aplicó dicha proporcionalidad en el CVC, muy al contrario de lo que ocurría en entidades e instituciones de poder económico, como las Cajas, donde el PP sí tuvo mucho cuidado e interés de imponer su mayoría.

    El domingo 18 de julio de 1998, en el diario Levante aparecía una larga y detallada información, dos páginas, bajo el titular “Los sastres del dictamen”, en que aparecían las fotos de Jordi Pujol y Eduardo Zaplana juntos, en una, y en la otra Sanchis Guarner (hijo) y Joaquín Calomarde, este último de la sección ‘progres’ de alquiler del PP, éstos dos abrazándose efusivamente y riéndose a carcajada limpia, felicitándose por la aprobación del dictamen.

    Todos ellos habían sido padrinos políticos y fontaneros del trabajo sucio de CiU, PSOE y PP del informe sobre ‘la lengua’, que más que un análisis de la Lengua Valenciana histórica y tradicional, real y objetiva, era un canto, una enfervorizada apología de la lengua catalana.

    Durante todo el verano, los más aguerridos del CVC, con el texto que se les puso delante desde Cataluña, elaboraron el borrador de la Ley de la Academia Valenciana de la Lengua, que fue aprobada el 2 de septiembre.

    Tampoco tuvieron que trabajar mucho los redactores de la misma, porque era prácticamente el mismo dictamen, por el que sus autores oficiales, por cierto, habían cobrado un pastón.

    Es sabido que en el CVC hacen comisiones y dictámenes para todo, hasta para cómo debe llamarse a la paella, si paella o caldero, porque cobran por reuniones, comisiones, informes, gestiones, etc... Ha habido reuniones que no han superado más que unos breves minutos, con tal de justificar el correspondiente cobro.

    La primera sorpresa de la Ley es que se denomina de la Academia Valenciana de la Lengua, sin saberse a qué lengua se refiere. Es otra de las traiciones de la Ley, de sus redactores y legisladores que la aprueban al pueblo valenciano. Otra más de las burlas que se ha hecho a los valencianos.

    La Ley deja en manos de la Universidad, principalmente, la Academia, pues establece que la mayoría de académicos provendrá de ella. Cualquier Academia de la Lengua del mundo, también la española, está integrada por destacadas personalidades de los distintos ámbitos de la sociedad: artistas, escritores, militares, eclesiásticos, filólogos, médicos, etcétera, porque el lenguaje se nutre de ellos.

    Deja en manos de la Universidad, casi en exclusividad, la naturaleza y condición de los académicos, que es como sentenciar de antemano la AVL a ser una mera sucursal del Institut d´Estudis Catalans, pues la Universidad no acepta que el idioma de los valencianos sea el valenciano y defiende como tal el catalán y sus departamentos de filología se llaman de Filología Catalana, y no valenciana, contrariando no sólo una realidad histórica y tradicional, una verdad objetiva y científica, el sentimiento de todo un pueblo que se siente clamorosamente valenciano, sino la letra y el espíritu del Estatuto de Autonomía de la Comunidad Valenciana, que en el artículo 7 (texto de 1982) habla de idioma valenciano.

    Por otra parte, la Ley de la Academia Valenciana de la Lengua establece que serán los dos tercios de las Cortes Valencianas quienes nombrarán a los académicos, dejando en manos del duopolio bipartidista (PP-PSOE) la composición de la institución, a sabiendas de que el PSOE es claramente catalanista y el PP consentidor y cómplice necesario del catalanismo.

    AVL. Historia de una traición (12): Pujol impuso a los valencianos lo que quiso, contrariando sus sentimientos y el Estatuto

    Zaplana hizo creer a Xavier Casp y la Real Academia de Cultura Valenciana que los valencianistas tendrían asegurados 11 de los 21 puestos, mientras que los catalanistas tendrían 10. Fue todo lo contrario.

    Les engañó, no fue así. Es más, en la selección de académicos, procuró que por el lado valencianista hubiese octogenarios y nonagenarios. A Xavier Casp le forzó para que fuera primer presidente de la AVL, con el fin de que el valencianismo no se levantara en armas contra su proyecto.

    Casp, engañado, aceptó. Más tarde dimitiría, al percatarse de que había sido utilizado. No importaba a Zaplana y el PP su marcha, la máquina tractora había sido puesta en funcionamiento.

    Es más, se alegraron, porque así podían manejar con mayor facilidad la AVL. Pronto falleció un académico valencianista, Casp dimitió. Un académico de la cuota del PP era declaradamente catalanista, Pere María Orts, quien escribió un libro a favor de la bandera cuatribarrada. El resto de académicos, tras pasar una fuerte criba por parte de los catalanistas en su selección, se alllanaron con gran facilidad a las pretensiones del catalanismo.

    Zaplana estaba feliz, porque había cumplido meritoriamente con el encargo imposición de Jordi Pujol y le había servido en bandeja la estabilidad de Gobierno a José María Aznar, quien se vería apoyado por CIU en Madrid.

    El PP había sacrificado la Lengua Valenciana y entregado en el matadero previsto. Unión Valenciana no se opuso a la operación, la consintió, la vio bien.

    En las elecciones de 1999, el electorado valencianista le pasó factura a Unión Valenciana, que no sólo había asistido a los funerales del idioma valenciano, también se había encargado de expulsar a su presidente fundador, Vicente González Lizondo, quien murió víctima de los acosos internos que sufrió por parte de destacados dirigentes de su propio partido.

    Quedaba en pie solamente el Grup d´Acció Valencianista que sigue firme en sus convicciones y actividades desde que se fundara. En julio de 199 organizó una jornada de reflexión sobre todo lo sucedido, en el hotel Astoria.

    Desarticulada Unión Valenciana, pasados sus dirigentes al PP, creada la AVL, hacía falta la refundación del valencianismo político. El encuentro lo presidió una pancarta donde se leía: “No a l´Academia catalanista de la llengua del PP-PSOE”.

    Se reivindicó un valencianismo político estructurado y organizado, con dirigentes honestos que no se vendieran, ni alquilaran, que no entregaran las señas de identidad valencianas como moneda de cambio a nadie.

    Entre los intervinientes en el encuentro estaban Josep Boronat, Chimo Lanuza, Tony Fontelles, José María Guinot, Lola García Broch, Juan García Sentandreu, José Marín, Fran Ribes,…

    Fue elaborado el “Manifiesto del nuevo valencianismo”, que firmaron los asistentes, a los que se sumaron miles de valencianos, con la intención de dar los pasos precisos para reorganizar el valencianismo político que tan fuertes embates acaba de recibir, no sólo por parte del PSOE y CIU, también vía PP, que siempre se dedicó a desbaratar y marear el valencianismo con el fin de obtener rédito electoral.

    Con el nacimiento de la AVL, los políticos, sobre todo los gobernantes, habían frustrado los sentimientos y deseos del pueblo valenciano. La confianza depositada en ellos había sido traicionada.

    Es la historia de una traición que vale la pena recordar, para que esté viva en la memoria histórica de los valencianos, y para que, a partir de ese conocimiento y conciencia se mantenga viva la llama de la valencianía y el criterio de que la lengua es y la queremos valenciana, sin suplantaciones, ni adulteraciones, viva, dinámica y real, como siempre la ha mantenido el pueblo valenciano sin colegios, institutos, universidades o conselleries de cultura, simplemente en el seno de la familia, de los pueblos, de generación en generación.

    Al final de la corrida, Jordi Pujol se había salido con la suya. Desde Cataluña se impuso a los políticos valencianos de uno y otro signo lo que había que hacer. No sólo violentaron la legalidad del Estatuto de Autonomía (artº 7 del Estatuto de Autonomía, 1982), también el patrimonio lingüístico, cultural, de un pueblo, la historia de su más que milenaria lengua, sus más hondos e íntimos sentimientos, su conciencia idiomática.

    AVL. Historia de una traición (13): Jordi Pujol dijo que CiU condicionó su apoyo a Aznar, a la unidad lingüística

    A partir de hoy, vamos a entrar con más detalle en lo que ocurrió en torno a la Academia Valenciana de la Lengua, sobre todo quiénes fueron los fontaneros, qué dijeron y qué hicieron, cuál fue su actitud en las conversaciones y por qué lo hicieron. Para situarnos en el relato, acudimos a las fonotecas y hemerotecas, para escuchar o leer lo que los medios de información testimoniaron.

    Catalunya Radio (25-XI-2004):

    El ex presidente catalán Jordi Pujol dijo este martes que en 1996 CiU condicionó su apoyo al primer Gobierno nacional del PP al reconocimiento de la unidad lingüística del catalán. Según Pujol, a este acuerdo llegó en una reunión con el entonces presidente de la Generalidad Valenciana, Eduardo Zaplana.

    Europa Press (25-XI 2004):

    El ahora portavoz del Partido Popular en el Congreso, Eduardo Zaplana, ha negado a Europa Press que existiera este acuerdo porque “nunca, nunca, pude negociar lo que no se puede negociar, ni aquello que no está en el ámbito de negociación de un político, es decir la unidad de la lengua”.

    Las Provincias (9-XII-2004):

    Ex Conseller de Cultura del Partido Popular, Fernando Villalonga:

    “Hubo un documento que yo redacté y que sirvió para una reunión entre ambos en Reus. Era una declaración de la posición del Gobierno valenciano respecto a la política lingüística. Y dejaba claro que la literatura se enseñaría como una unidad, que incluyera la Renaixença valenciana y también la catalana. Me gusta la doble denominación “valenciano-catalán” e insisto en que yo no soy de izquierdas, ni republicano ni catalán. Pero no puede defender, como he hecho, la unidad de castellano, y no hacerlo con el catalán. Cerrar las lenguas, es marginarlas”.

    Levante (13-II-2005):

    El portavoz del Ejecutivo, Esteban González Pons, aprovecha el paréntesis navideño para iniciar contactos con representantes de la Acadèmia. El conseller comunica que en breve se reunirá con delegados del Gobierno catalán. Precisamente, en el domicilio de Rigol en Barcelona se celebra la mañana del sábado 8 de enero la reunión, a la que acuden Pons y el secretario general de Presidencia de Cataluña, Ernest Maragall (hermano de Pasqual Maragall. Rigol, cuando el día 14 (viernes) viaja a Valencia para comer con Pons y el académico Rafael Alemany, ya trae la idea de cambiar el nombre mixto por una invitación a los gobiernos implicados a ponerse de acuerdo. Se propone entonces visitar al jefe del Consell, Francisco Camps, en el Palau de la Generalitat. El encuentro es tenso. El ambiente mejora al final y Camps propone a su portavoz que se reúna con Figueres, Palomero y el propio Alemany. Así sucede la noche del martes 18 de enero en la planta 19 del hotel Madeira Centro de Benidorm. Alemany acude con un texto pergeñado según los comentarios con Rigol y el conseller Pons unos días antes.

    Se alcanza un principio de acuerdo, bautizado después como el dictamen de Benidorm”.

    Europa Press (9-II-2005):

    “El Portavoz popular del Consell de la Generalitat valenciana Esteban Gonzalez Pons manifestó que el Consell está plenamente satisfecho por el consenso alcanzado en la AVL, valoramos muy positivamente el acuerdo alcanzado y reconocemos el trabajo de los académicos que han actuado con la responsabilidad que exige el cargo”.

    Dictamen de la Academia Valenciana de la Lengua (9-II-2005):

    (...), la llengua pròpia i històrica dels valencians, des del punt de vista de la filologia, és també la que compartixen les comunitats autònomes de Catalunya i de les Illes Balears i el Principat d’Andorra… La consciència de posseir una llengua compartida amb altres territoris de l’antiga Corona d’Aragó s’ha mantingut constant fins a època contemporània. Per això, la denominació històrica de valencià ha coexistit amb la de català, documentada en determinades fonts.

    És un fet que a Espanya hi ha dos denominacions igualment legals per a designar esta llengua: la de valencià i la de català.

    AVL. Historia de una traición (14): Jordi Pujol confesó que había pactado la AVL con Zaplana y éste y Camps lo negaron

    El secretario general de Convergència Democràtica de Cataluña, Pere Esteve, llevó los hilos de los primeros contactos con la Generalidad Valenciana, la Federació d´Escola Valenciana y la Universidad de Valencia, a los pocos días de la gran manifestación Valencianista del 13-J en 1997.

    Preocupados los catalanistas por la fuerte contestación del pueblo valenciano a los intentos de creación de la Academia Valenciana de la Lengua y a las últimas maniobras tendentes a la catalanización de la Lengua Valenciana, optaron por moverse entre pasillos y a espaldas del sentir del pueblo para avanzar en el logro de sus propósitos.

    En noviembre, Joaquín Triadú, secretario general de Presidencia de la Generalidad de Cataluña, junto con Xavier Trias, comenzaron a mantener reunions con José Joaquín Ripoll, entonces peón de brega de Zaplana y conseller portavoz del Consell valenciano.

    Joaquín Calomarde fue designado por el PP mozo de estoques de toda la operación.

    Zaplana en estos preliminares prometió a Jordi Pujol que por parte de las Cortes Valencianas sería reconocida la unidad de la lengua y crearía la AVL a la manera del Institut d´Estudis Catalans, “que no se definiría en contra de Cataluña, ni del Institut d´Estudis Catalans”.

    El dato consta en una entrevista concedida a Levante (30 noviembre 2004), Jordi Pujol, sobre las reuniones que mantuvo en 1996 en Reus con Zaplana, comentó:

    “Zaplana dijo que se reconocería la unidad de la lengua creando la AVL y cumplió. Habló con una pila de gente. Se necesitó mucho tiempo, pero la Academia se ha hecho y ha recompuesto la unidad de la lengua. Zaplana cumplió, aunque con retraso -no puedo criticarlo, porque evidentemente tenía problemas- cuando dijo que la unidad de la lengua se reconocería y se crearía una institución que le iba a dar garantías y que no se definiría en contra de Cataluña, ni del Institut d´Estudis Catalans. Eso se ha hecho. Ahora se debería profundizar y fortalecer, eso sí”.

    Pujol era partidario de que todos se sometieran a las normas de la AVL, porque no era cosa de “cuatro excéntricos; está avalada por el Consell y la Universitat. Y la AVL dice eso y se acabó”.

    Estas abiertas, claras, francas y descaradas, sin tapujos, declaraciones de Pujol fueron desmentidas por el actual presidente de la Generalitat Valenciana, Francisco Camps (9 diciembre 2004) y aseguró que “la AVL no nació por un pacto entre Pujol y Zaplana”.

    Tuvo la mala suerte Camps de que su antecesor en la Conselleria de Cultura, Fernando Villalonga, saliera al paso de las declaraciones y confirmó en todos sus extremos lo desvelado por Pujol.

    Lo dijo Villalonga a Las Provincias (9 diciembre 2004), cuando dicho periódico ya no tenía de directora a María Consuelo Reyna, a la que tiraron sus primos y un hermano, principalmente, por sus firmes posturas valencianistas.

    Villalonga, textualmente dijo a dicho rotativo entre otras cosas:

    “Hubo un documento que yo redacté y que sirvió para una reunión entre ambos (Zaplana y Pujol) en Reus. Era una declaración de la posición del Gobierno valenciano respecto a la política lingüística”. (El valenciano) Fuera de nuestras fronteras se llama catalán, así que la doble denominación me parece correcta.”

    Al preguntársele si le gustaba la denominación valenciano-catalán, Villalonga respondió: “Me gusta esa doble denominación, e insisto en que no soy de izquierdas, ni republicano, ni catalán. Pero no se puede defender, como he hecho, la unidad del castellano, y no hacerlo con el catalán”.

    En este circo de dimes y diretes, Eduardo Zaplana, ya de Ministro en Madrid, mintió, en la línea de Camps, y negó a Europa Press que existiera ningún acuerdo con Pujol, quien decía todo lo contrario, que “había habido gestiones discretas y en muchas ocasiones no públicas”.

    Zaplana afirmó: “Nunca, nunca, pude negociar lo que no se peude negociar, ni aquello que no está en el ámbito de negociación de un político, es decir la unidad de la lengua”.

    Este cruce de verdades y mentiras ocurrían siete años después del inicio de las conspiraciones contra la Lengua Valenciana, cuyo parto se alumbró durante el verano de 1997, tras la fuerte reacción del pueblo valenciano en contra de las intentonas catalanistas.

    Sagaces los catalanes y sus colaboradores y cómplices necesarios aquí, vieron que era mejor esquinar a los levantiscos valencianos, aprovechando el letargo veraniego.

    El medio millón de personas que asistieron a la manifestación organizada e impulsada por el Grup d´Acció Valencianista y la Coordinadora de Entidades Culturales del Reino de Valencia debieron pensar que tenían de nuevo la batalla ganada y no volvieron a insistir.

    La maquinaria pancatalanista siguió haciendo de topo y socavando los cimientos de la histórica Lengua Valenciana y de los políticos del Partido Popular que ‘gobernaban’ el Reino de Valencia, los cuales entregaron la principal seña de identidad de los valencianos con premeditación, alevosía y nocturnidad a Jordi Pujol.

    AVL. Historia de una Traición (15): Joaquín Calomarde y González Pons hicieron el trabajo el PP en el dictamen de la Academia

    Eduardo Zaplana dio los primeros pasos para la creación de la Academia Valenciana de la Lengua tanteando a dos pilares: uno catalanista, Antoni Ferrando, director del Institut Interuniversitari de Filología, y otro valencianista, Xavier Casp.

    Las conversaciones se desarrollaron antes y después de la manifestación valencianista del 13 J de 1997. El objetivo era cómo montar una Academia de la Lengua que gustara, su gran preocupación, a Jordi Pujol y, al mismo tiempo, a valencianistas y catalanistas.

    El problema de Zaplana era, sobre todo, convencer a los valencianistas, del embolado que el se iba a meter, en este caso a Xavier Casp. Arguyó que la Academia nacería de un dictamen que haría el Consell Valencià de Cultura donde se hablara de la naturaleza de la lengua, su fonética y ortografía.

    Hábil negociador y seductor, Zaplana se llevó al huerto a Xavier Casp y logró que Unión Valenciana votara a favor de la creación de la Academia Valenciana de la Lengua en las Cortes Valencianas el 17 de septiembre de 1997, cuatro meses después de que por las calles de Valencia medio millón de personas dijeran no a la pretendida Academia que iba a catalanizar la lengua. Al PP, su partido, simplemente se lo ordenó.

    No se percató Xavier Casp, entonces decano presidente de la Real Academia de Cultura Valenciana, que al aceptar la propuesta Zaplana, reconocía en el futuro como autoridad lingüística a la Academia Valenciana, en detrimento de la autoridad moral e histórica de la Real Academia que presidía.

    El truco de Zaplana hizo caer también en la trampa a Unión Valenciana, que prestó su voto y asentimiento a que se perpetrara tamaño atentado contra la Lengua Valenciana. No se opuso, ni se abstuvo, al menos testimonialmente, para que quedara para que quedara para la historia su oposición al estrago. Como siempre, UV ha ido muy unido del brazo del PP, sin personalidad propia.

    Los votos de PP y UV entraban en contradicción con su presencia en la manifestación del 13 J que clamó a favor de las normas de la Real Academia de Cultura Valencia y en contra de la creación de una autoridad lingüística catalanizadota, dependiente del Institut d´Estudis Catalans, que es lo que al final está resultando.

    Por una parte, PP y UV hacían creer al pueblo valenciano que estaban por el valencianismo y, por otra, hacían todo lo contrario en las negociaciones y votaciones en Cortes. Estaban traicionando el sentimiento y la realidad de un pueblo.

    En concreto, las Cortes aprobaron que "el Consell Valenciaà de Cultura dictamine, asentado tanto en fundamentos científicos como históricos respecto de las cuestiones lingüísticas".

    Conocido el hecho, el presidente del Grup d´Acció Valencianista, Juan García Sentandreu, y el abogado José Manuel Ricart Lumbreras solicitaron reunirse con Santiago Grisolía, presidente del CVC, quien les recibió, pero acompañado de los consejeros catalanistas Bas y Morera.

    A Grisolía le cantaron las verdades del barquero, advirtiéndole que la lengua no era objeto de pacto y no se podía violentar la naturaleza de las cosas y que el valenciano es patrimonio exclusivo del pueblo valenciano.

    Fueron llamadas a consulta distintas asociaciones, entidades e instituciones, abundaron las catalanistas, las que no reconocen la Lengua Valenciana. Recogieron la opinión de los consultados.

    Joaquín Calomarde y Esteban González Pons se reunieron con Ramón Lapiedra y Manuel Sanchis Guarner para pastelear el borrador del dictamen. González Pons fue designado por Camps y Zaplana para hacer el trabajo sucio del PP en este cambalache y fue el autor espiritual y material del lenguaje con que se disfrazó idioma catalán y países catalanes en el informe, dada sus querencias en esta materia.

    Los catalanistas sugirieron y los del PP apoyaron que la Academia no se llamara de la Lengua Valenciana. Por ello no tiene nombre concreto, nos e sabe si es de la lengua alemana, inglesa o mapuche el engendro que pretendían crear.

    El dictamen abría la puerta grande al catalán, pues aceptaba que oficialmente se le llamara valenciano a la lengua, pero que esta denominación no era "excluyente de otras, avaladas por la tradición histórica valenciana".

    La vendida del PP no pudo ser mayor, aceptaba como tradición histórica la denominación de lengua catalana. En su dictamen avanzó más el catalanismo al decir que "el valenciano forma parte del mismo sistema lingüístico que los correspondientes Estatutos de Autonomía de los territorios hispánicos de la antigua Corona de Aragón reconocen como lengua propia".

    AVL. Historia de una traición (16): El PP entregó la AVL al catalanismo y al PSOE y la incluyó en el Estatuto

    La traición se había perpetrado. Votaron en contra del dictamen del Consell Valencià de Cultura por el que se instaba a la creación de la AVL y se reconocía la unidad lingüística, que el valenciano es catalán, Xavier Casp, Leopoldo Peñarroja y José Boronat. El resto lo hicieron a favor.

    Ricardo Bellveser, Santiago Grisolía, Manuel Bas y Sanchis Guarner aplaudieron de forma muy efusiva, según la foto de dicho momento histórico, la aprobación del dictamen. La mayoría de los consejeros catalanistas se abstuvieron de aplaudir, porque no habían conseguido todo lo que querían.

    El dictamen se había cargado la denominación oficial “idioma valenciano” que constaba en el Estatuto de Autonomía de la Comunidad Valenciana de 1982. Los catalanistas consiguieron gobernando el PP, lo que nunca lograron durante el gobierno rodillo del PSOE.

    Leopoldo Peñarroja, consejero valencianista, en la justificación de su voto en contra, había dado las señales de alarma, habló de que había sido suplantada en su función la Real Academia de Cultura Valenciana y que o había sido solucionado el problema real que “en el fondo se ha quedado sin tratar y resolver”.

    Salió en el dictamen lo que se pactó en Reus entre Zaplana y Pujol. Estaba todo previsto. Las entidades culturales valencianistas volvieron a protestar. Sobre todo, porque quienes habían decidido sobre la naturaleza de la Lengua Valenciana no creían en ella, sino en el catalán.

    El catalanismo progresó en su avance. La Ley de Creación de la Academia Valenciana de las Cortes llegó a las Cortes Valencianas. Fue aprobada el 16 de septiembre de 1998.

    El PSOE presionó mucho para controlar la lista de los 21 académicos, querían que la mayoría de miembros fueran afines a su ideología y, sobre todo, catalanistas convencidos.

    UV y EU presentaron enmiendas, que fueron rechazadas con los votos del PSOE y PP. UV votó en contra de la Ley al final de la corrida, pero en su día votó a favor de que fuera el Consell Valencià de Cultura quien hiciera el dictamen, que sentenciara definitivamente el conflicto y lo bascularía hacia a favor del catalanismo.

    La AVL tenía que constituirse o derogarse por los tres quintos de votos de las Cortes. Quedaba bloqueada pues al gusto de los partidos del duopolio, PP y PSOE. Con el tiempo se avanzaría más, y la AVL, en la reforma del texto estatutario, marzo de 2006, quedaría integrada como ente normativo en el Estatuto de Autonomía de la Comunidad Valenciana. El PSOE y el catalanismo se aseguraron, e impusieron, que no se quedara en ser un mero órgano consultivo. La blindaron frente a cualquier intento de acoso y derribo.

    La Ley, copia literal del dictamen del CVC, atribuía a la AVL la función de “velar por el uso normal del valenciano y defender su denominación y entidad” (art.7º, d) lo cual fue infringido desde el mismo momento de nacer, dado que se apresuraron legisladores y académicos en denominar catalán al valenciano, bajo el eufemismo de pertenecer “al mismo sistema lingüístico”.

    Llegó el momento de elegir académicos. Sólo podían ser los presentados y aprobados por PP y PSOE. En el artículo 10,b se expresaba los requisitos para serlo: “Ser expertos en valenciano con una acreditada competencia científica y académica o destacadas personalidades de las letras o de la enseñanza en materia lingüística o una producción reconocida en el campo del valenciano o la cultura valenciana”.

    La elección era para 15 años, quien pudiera colocarse allí se aseguraba de sobra la jubilación. El sueldo iba a ser generoso. La AVL tiene un presupuesto anual que rondaba los 600 millones de las antiguas pesetas.

    Cada partido, PP y PSOE, presentó sus candidatos. El PSOE los buscó de reconocida fe catalanista. El PP los buscó mayores y jubilados en su mayoría y los pocos menos mayores procuró que fueran acólitos de amen, que no crearan problemas y aceptaran de buen grado lo que se les presentaba a la mesa. Es más, la cuota del PP aportó algún que otro académico catalanista.

    A partir de ese momento, el catalanismo y el PSOE tuvieron atada y bien atada la cuestión lingüística, adaptada a su imagen y semejanza, cortada y medida a su gusto y a sus anchas.

    AVL. Historia de una traición (17) :El PP entregó la AVL al catalanismo y al PSOE y la incluyó en el Estatuto

    El PP se allanó a las pretensiones del catalanismo y del PSOE y, a pesar de tener mayoría en las Cortes Valencianas, y dejó que le organizara el adversario su composición, de manera que, en vez de aplicar la proporcionalidad mayoritaria que tenía en el Parlamento Valenciano en la Academia Valenciana de la Lengua y lograr mayoría de académicos valencianistas, fue al revés, tuvo que engullírsela y se quedó con la minoría muy minoritaria, dejando la autoridad lingüística en manos de Pujol.

    Los académicos resultantes de aquel vergonzoso compadreo fueron: Rafael Alemany, Verónica Cantó, Jordi Colomina, Antoni Ferrando, Albert Hauf, Pere Maria Orts, Josep Palomero, Honorat Ros, Ascensió Figueres, Josep Lluís Doménech, Marisol González, Manuel Pérez Saldanya, Emili Casanova, Ángel Calpe, Vicente Gascón Pelegrí, Juan Alfonso Gil Albors, Alfons Vila Moreno, Artur Ahuir, Ramón Arnau y Ramón Ferrer Navarro.

    Jordi Pujol, el PSOE y el catalanismo lograron el mayor número de académicos, estando en minoría en las Cortes Valencianas, al tiempo que el PP en su política de cesiones y entreguismo lo que aportó a la Academia Valenciana de la Lengua fue: Ramón Arnau, canónigo jubilado de la catedral de Valencia, que se hizo de la Real Academia de Cultura Valenciana, a la que renunció al poco tiempo, tras entrar en la AVL; Ramón Ferrer Navarro, muy entregado a la nueva causa, tras dejar la antigua totalmente opuesta a ésta; Artur Ahuir, ex cazador de premios de Lo Rat Penat; Juan Alfonso Gil Albors, que vivió con el anterior régimen y con el nuevo; Vicente Gascón Pelegrí, quien llegó a los 90 años al cargo, (ya fallecido); Xavier Casp, lo mismo; Ángel Calpe Climent, médico de cárceles, nada que ver con la lingüística; Ascensió Figueres, la actual presidenta de la AVL; Alfons Vila, supuestamente el último (valencianista) de Filipinas en la AVL, cuya presencia y actividad en el ente normativo es casi imperceptible; y Pere Maria Orts, amigo personal de Zaplana, farmacéutico de Benidorm, cuestionador de la Real Senyera y autor de la ´Història de la Senyera y el País valencià´. De la labor de los escasos académicos que entraron en la AVL por la cuota del PP dentro de la AVL en teoría para defender la Lengua Valenciana poco se sabe. No hay constancia en la calle de que armen ruido. Es sorprendente la unanimidad existente en los acuerdos que se adopta. Unanimidad que en algunos casos se ha conseguido al salirse de las reuniones para ir al baño en los momentos delicados o votaciones, el único discrepante que queda dentro.

    Esta Academia, el 9 de febrero de 2005, publicó otro dictamen famoso, donde llamaron la atención a los gobiernos de Valencia y Cataluña para que se pusieran de acuerdo en llamar exclusivamente catalán a la Lengua Valenciana, con el objeto de que la lengua catalana no continuara estando fragmentada.

    El primer punto de dicho acuerdo establecía que "la lengua propia e histórica de los valencianos es también la que comparten las comunidades autónomas de Cataluña, las Islas Baleares y el Principado de Andorra… también es la lengua histórica y propia de los territorios de la antigua Corona de Aragón (de la franja oriental aragonesa, la ciudad sarda de L´Alguer y el departamento francés de los Pirineos Orientales).

    En el punto 4, tras consagrar los países catalanes aseguran estos ciudadanos pagados con dinero público que "la consciencia de poseer una lengua compartida con otros territorios de la antigua Corona de Aragón se ha mantenido constante hasta la época contemporánea. Por eso, la denominación histórica de valenciano ha coexistido con la de catalán, documentada en determinadas fuentes valencianas y generalizada en el ámbito de la romanística y de la universidad valenciana de las últimas décadas".

    Y la puntilla la dan cuando en el punto 6 afirman que "es un hecho que en España hay dos denominaciones igualmente legales para designar esta lengua: la de valenciana, establecida en el Estatuto de Autonomía de la Comunidad Valenciana, y la de catalana, reconocida en los Estatutos de Cataluña y las Islas Baleares".

    Los académicos, además, extralimitándose en sus funciones, se convierten en órgano político y en el mismo punto 6 "consideran necesario que los gobiernos autonómicos implicados, en colaboración con el Gobierno español, adopten las medidas pertinentes a fin de que se armonice la dualidad onomástica del idioma con la proyección de éste como una entidad cohesionada y no fragmentada".

    Pero van más allá los académicos cuando en el punto 9 claman porque se utilice "un modelo de lengua convergente", "una lengua compartida".

    El conseller Esteban González Pons (PP) aplaudió y se felicitó por el dictamen logrado, mientras que el presidente de la Diputación de Valencia, Fernando Giner (PP), hizo unas declaraciones en las que decía que el dictamen era una estocada de muerte al idioma valenciano.

    AVL. Historia de una traición (18): La trastienda de las negociaciones de la AVL, los Pactos de Barcelona y Benidorm

    Baltasar Bueno (Vh) .- El actual presidente de la Generalidad, Francisco Camps, fue el responsable de que el Pacto de Reus se cumpliera hasta llegar al dictamen de la Academia Valenciana de la Lengua, de 9 de febrero, ya aquí citado, por el que unificaba, incluso, el cambio de la denominación por la fórmula sincrética de ´catalán´.

    "Per esta raó l´AVL considera necessari que els governs autonòmics implicats -valencià i català- adopten les mesures pertinents (habilitació de fórmules sincrètiques o similars, per exemple) a fi que, especialment fora d´eixe àmbit lingüístic, s´harmonitze la dualitat onomàstica del nostre idioma amb la projecció d´este com a una entitat cohesionada i no fragmentada".

    Poco antes de conocerse el dictamen las agencias de prensa Efe y Europa Press recogían unas declaraciones de Camps en las que, entre otras cosas, decía estar "convencido de que el dictamen sobre la lengua que apruebe hoy la Acadèmia Valenciana de la Llengua (AVL), no estará "nada alejado de lo que son estrictamente los términos legales, tradicionales y de sentimiento de los valencianos...".

    O era una vacuna para lo que iba a venir, o era desconocimiento de la realidad o era una nueva mentira en todo este proceso.

    Cuando se dio a conocer el dictamen el portavoz del Gobierno valenciano, González Pons manifestó que "el Consell está plenamente satisfecho por el consenso alcanzado en la AVL. Valoramos muy positivamente el acuerdo alcanzado y reconocemos el trabajo de los académicos que han actuado con la responsabilidad que exige el cargo".

    Siempre se ha dicho que Esteban Gonzalez Pons, portavoz del Gobierno valenciano, había sido uno de los autores intelectuales del dictamen de la AVL, aparte de haber sido el negociador con Cataluña y con la AVL del contenido final del propio dictamen.

    Comenzó a conocerse la trastienda del ´Pacto de Barcelona´ y del ´Pacto de Benidorm´.

    El diario Levante (13 febrero de 2005) informaba en estos términos: "Gonzalez Pons se reúne con Maragall (PSC), Rigol (CiU) y Bargalló (Esquerra Republicana de Catalunya) para acercar posiciones en torno a la AVL. El portavoz del Ejecutivo, Esteban González Pons, aprovecha el paréntesis navideño para iniciar contactos con representantes de la Acadèmia. El conseller comunica que en breve se reunirá con delegados del Gobierno catalán".

    Precisamente, en el domicilio de Rigol en Barcelona se celebra la mañana del sábado 8 de enero la reunión, a la que acuden Pons y el secretario general de Presidencia de Cataluña, Ernest Maragall (hermano de Pasqual Maragall. Rigol, cuando el día 14 (viernes) viaja a Valencia para comer con Pons y el académico Rafael Alemany, ya trae la idea de cambiar el nombre mixto por una invitación a los gobiernos implicados a ponerse de acuerdo. Se propone entonces visitar al jefe del Consell, Francisco Camps, en el Palau de la Generalitat. El encuentro es tenso. El ambiente mejora al final y Camps propone a su portavoz que se reúna con Figueres, Palomero y el propio Alemany. Así sucede la noche del martes 18 de enero en la planta 19 del hotel Madeira Centro de Benidorm. Alemany acude con un texto pergeñado según los comentarios con Rigol y del conseller Pons unos días antes. Se alcanza un principio de acuerdo, bautizado después como el ´dictamen de Benidorm´.

    Levante (8 de marzo) abundaba en que: "Camps celebró una entrevista ´privada´ con Pujol en plena crisis de la Academia. La reunión que se celebró el pasado 12 de enero no se desveló hasta ayer -7 de marzo-. Gonzalez Pons afirmó que la entrevista no es que fuese "secreta" sino que fue "privada". Joan Ignasi Pla reprochó a Camps esta actitud y se preguntó por qué el presidente valenciano tiene que reunirse a escondidas con los catalanes". Las Provincias añadía que "la reunión secreta se produjo poco antes de que estallará en 2004 la última polémica sobre la Academia Valenciana de la Lengua".

    Camps era perfectamente consciente de lo que hacía para contentar a Convergència i Unió, sin que su partido perdiera su aparente supuesta valencianía, lo que en algunos sectores políticos se entiende como una estafa política no exenta de responsabilidad por haber cedido al catalanismo él y su partido la AVL y la Lengua Valenciana.

    AVL. Historia de una traición (19): La elección de miembros de la AVL, impugnada ante el Tribunal Supremo

    La Academia Valenciana de la Lengua es la única de las Academias de lenguas españolas donde los académicos son prácticamente funcionarios públicos por los sueldos que cobran.

    También la única que está incluida dentro de un texto constitucional, estatutario, con rango normativo, no consultivo, con carácter de obligar.

    En 2006, el presupuesto de la Corporación fue de 3.683.540 euros. Entre reuniones, comisiones, informes, dictámenes, dietas, etc… un académico puede llegar a ganar al mes un millón de las antiguas pesetas.

    Una vez propuesto por alguno de los dos partidos del duopolio, el académico entra en la AVL por un período de 15 años. Es un buen seguro de vida y de jubilación. Con 15 años uno se jubila bien jubilado o llega tranquilamente al último momento de su vida, para el caso de los ya jubilados.

    De la historia de la AVL llama la atención varias cosas. Una, la rapidez con que determinados trabajos han sido hechos. Se cree que se ha adoptado muchas propuestas elaboradas con anterioridad por lingüistas de la universidad.

    Entre ellas estaría la Gramática Normativa Valenciana, el Diccionari ortogràfic i de pronunciació del valencià, la normativa ortogràfica del valencià, l´estándar oral del valencià i Els gentilicis valencians.

    Es difícil creer que con el poco tiempo que lleva la AVL funcionando y, sobre todo, con lo pluriempleados que están en oficios y sueldos públicos algunos de ellos, hayan tenido el debido tiempo para realizar obras tan vastas como un diccionario, que requiere muchísimos años de trabajo.

    Incluso hay algún académico, lo cual es público y notorio, que ni escribe ni habla bien, con soltura y normalidad, con el mínimo rigor, el valenciano, todo lo contrario, cuando abre la boca lo destroza, no lo habla ni escribe el valenciano de la AVL, tampoco el de la calle.

    También se da el caso de algún académico de la AVL cuya trayectoria nada tiene que ver con la lingüística, ni con la literatura, sino con los depósitos anatómicos forenses, la disección de cadáveres y las cárceles.

    Precisamente, esta falta de requisitos que exige la Ley de la propia Academia para los candidatos a Académico y el incumplimiento de los trámites que para su debate y aprobación en Cortes establece el reglamento hizo que Coalición Valenciana impugnara la elección de académicos, denegada por el TSJ, pero que luego recurrió al Tribunal Supremo, donde se encuentra pendiente de sentencia.

    También lo impugnó el lider por aquel entonces de Unión Valenciana, José María Chiquillo, a quien se lo tumbó también el TSJ, pero no continuó con la pelea, al entrar a mejor vida económica como senador por el PP, abandonando sus pretensiones de marcar a la AVL.

    En su manifestación de intenciones, la AVL dice de ella misma que “es un foro de debate que pretende irradiar a toda la sociedad valenciana mensajes de tolerancia, de tranquilidad y de optimismo respecto a su lengua. Queremos huir de estridencias y de prisas no deseadas. Intentamos llevar a término nuestro trabajo con prudencia y responsabilidad, haciéndonos eco de amplios sectores de la sociedad valenciana, llenando vacíos y facilitando que los valencianos se reconozcan en su lengua, la hablen y la quieran”.

    Es decir, como en las películas, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.

    Otra cuestión que llama la atención es el poco ruido que hacen los académicos supuestamente valencianistas, que otrora reivindicaron siempre la valencianidad y que ahora no les mueve ni les conmueve ninguno de los acuerdos a que se está llegando y contra lo que siempre estuvieron en contra, dando por bueno para la Lengua Valenciana y el pueblo valenciano todo lo que van proponiendo los catalanistas.

    No les extraña, por ejemplo, el gran empeño que siempre están poniendo éstos en impulsar cualquier exposición, homenaje o publicación del profesor de francés de l Universidad de Valencia, Manuel Sanchis Guarner, que fue uno de los patrocinadores de la catalanización de la lengua y cultura valencianas.

    Precisamente, en el mismo manifiesto de principios, la AVL se refiere a que “desde los años cincuenta (del pasado siglo se debe entender, aunque no precisan) no ha cesado de publicarse estudios lingüísticos que, procedentes sobre todo del ámbito universitario, han ampliado y consolidado una normativización que la Academia tiene por objeto analizar y completar”.

    Se olvida en este texto la AVL que los estudios lingüísticos en la universidad son muy anteriores, de principios del siglo pasado, y con rango universitario los hizo el P. Lluis Fullana, primer catedrático de Lengua Valenciana de la Universidad.

    AVL. Historia de una traición (y 20): Consuman el atentado contra la Lengua Valenciana e infringen el Estatuto

    Concluimos aquí un resumen telegráfico del culebrón que dio a la luz a la estrafalaria Academia Valenciana de la Lengua, nacida de unas leyes que contrariaban totalmente el Estatuto de Autonomía de la Comunidad Valenciana y que ha dado a luz, a su vez, una normativa, por lo tanto ilegal, además de irreal y ahistórica.

    Joan Lerma, Ciprià Císcar, Fernando Villalonga, Esteban González Pons, Francisco Camps, Eduardo Zaplana, Joan Ignaci Pla, del PSOE y del PP, todos a las órdenes de Jordi Pujol y CiU, consiguieron que la Lengua Valenciana acabara a los pies de los caballos del catalanismo.

    La Ley de Creación de la Academia Valenciana de la Lengua, dimanante del Dictamen del Consell Valencià de Cultura, admitían la denominación de catalán para la Lengua Valenciana, contrariando no sólo la realidad histórica y el sentimiento del pueblo valenciano, también el propio Estatuto de Autonomía, que la refiere como idioma valenciano.

    El Dictamen del CVC, presidido por Santiago Gisolía, no fue otra cosa que una pantomima, un simulacro que quiso aparentar que se resolvía el problema lingüístico, que no era otra cosa que la sentencia de muerte de la lengua valenciana y de la codificación que de ella había hecho la Real Academia de Cultura Valenciana.

    El CVC y la AVL lo único que hicieron fue legalizar la denominación de catalana para la Lengua Valenciana genuina, auténtica. Al recurrir como normativa básica a las catalanizadotas Normes de Castelló o del 32, lo que hicieron ambas instituciones fue obviar o hacer caso omiso a otras normas ortográficas existentes, como las de la primera gramática en Lengua Valenciana, hecha por el P. Lluis Fullana, primer catedrático de Lengua Valenciana de la Universidad de Valencia, las Normas Ortográficas de El Puig y las Normas Ortográficas de la Real Academia de Cultura Valenciana.

    Hicieron caso omiso a las Normas Valencianistas, las que están hechas de acuerdo a la realidad histórica, tradición y sentimiento del pueblo valenciano, y adoptaron como matriarcas las normas imperiales del Institut d´Estudis Catalans, la del barceloní “apichat”.

    A partir de esa ilegalidad y de ese ir contra el Publio Valenciano, la estrafalaria e ilegal Academia Valenciana de la Lengua, surgida de un acuerdo político y no de una realidad cultural, consagró las normas catalanas, que ya el PSOE (Lerma-Císcar) impuso en colegios, institutos, universidades y en la propia Generalidad Valenciana en el año 1983, tras el “Pacto de la Academia” que firmaron los líderes valencianos del PP y el PSOE y que las Cortes Valencianas aprobaron en Alicante el 23 de noviembre de dicho año.

    El pueblo valenciano, el verdadero propietario y usuario de la lengua, tuvo que asistir como mero espectador resignado a lo que quisieron de hacer con su idioma autóctono los políticos, quienes se habían cargado en su apresurada agresión hasta los aspectos sociológicos de ella.

    Había eliminado por Ley y borrado del mapa hasta la conciencia idiomática que ya los valencianos de la época medieval tenían de su lengua y que los clásicos la habían denominado valenciana -valentinam linguam o romanç valencià- en sus obras, las que convirtieron el XV en el Siglo de Oro de la Literatura Valenciana.

    PP y PSOE, a través del Consell Valencià de Cultura y de la Academia Valenciana de la Lengua se han cargado, al menos a nivel oficial, la realidad sociolingüística tradicional del pueblo valenciano.

    De ambas instituciones, integrada mayoritariamente por catalanistas, gracias al entreguismo del PP en manos catalanas, no podía salir otra cosa que producciones y conclusiones catalanistas. Lo advirtió en tiempo y forma la Real Academia de Cultura Valenciana al denunciar el hecho y prever lo que iba a pasar, afirmando que no aceptaría nunca sus decisiones, porque quienes las adoptaban no asumían “la naturaleza diferencial” de la lengua Valenciana.

    Los escasos miembros del Consell Valencià de Cultura pertenecientes a la Real Academia de Cultura Valencian ya objetaron con sus votos particulares el dictamen que posibilitaría la creación de la AVL.

    Y los que entraron como miembros de la Academia Valenciana de la Lengua, lo hicieron siempre a título personal, sin el apoyo corporativo de la Real Academia de Cultura Valenciana. Alguno, como el canónigo Ramón Arnau, estuvo apenas meses en ella, se aprovechó de ella en una alambicada operación oportunista para llegar hasta la AVL y después renunciar a su sillón en la RACV, se quedó con el de la AVL que era donde se cobraba y bien.

    AVL. Historia de un Traición: EPÍLOGO

    Desgraciadamente, el gran público no sabe, ni conoce lo que es la Academia Valenciana de la Lengua.

    Menos, la intencionalidad política con que ha sido creada y las malas artes empleadas en su creación.

    La Academia goza de grandes vicios de origen que la invalidan. El propio nombre de que se le dotó por los políticos (PP y PSOE) señala que no entienden por nuestra lengua la valenciana y las declaraciones realizadas proponen y defienden que es catalana.

    Los propios académicos no son partidario de la Lengua Valenciana, sino de la catalana, por lo cual, para los propios catalanistas es incongruente e incoherente que haya una Academia Valenciana de la Lengua, si ya está el Institut d´Estudis Catalans para este menester.

    Aparte de los partidos políticos pactantes, por imposición de Jordi Pujol, José María Aznar y Eduardo Zaplana, buena parte de la culpa la tienen los miembros del Consell Valencia de Cultura y los académicos de la Academia Valenciana de la Lengua que han ido elaborando proposiciones y declaraciones bajo el principio de que lo que hablamos histórica y tradicionalmente en el Reino de Valencia es catalán que en en esta tierra se llama valenciano.

    Y de estos miembros del CVC y de la AVL, los que se llevan el premio del deshonor y de la traición son los que han vivido siempre del valencianismo y han pasado ahora a vivir del catalanismo, al ver que los sueldos les garantizan el porvenir y el bienestar económico por el catalanismo.

    En ellos se ha dado la teoría de Kippling, uno comienza viviendo como piensa y acaba pensando como vive. Gente que ambicionaba seguridad económica, empleo laboral menos pesado o simplemente más dinero, no han dudado en formar parte de la comparsa.

    Les ha importado poco. Se han olvidado del origen y evolución de la Lengua Valenciana, de la conciencia idiomática de los valencianos ya desde la época medieval, del sentimiento clamorosamente unánime del pueblo con respecto a su lengua propia, incluso, de la realidad jurídica, reconocida en el Estatuto de Autonomía de 1982, como idioma valenciano.

    Han jugado con la Lengua Valenciana a espaldas del pueblo valenciano, en contra del creer y sentir de la gente (manifestación del 13 de junio de 1997), han hecho en los días posteriores a las grandes protestas de los valencianos, a la chita callando, todo lo contrario de lo que reclamaban y reivindicaban.

    El 12 de marzo de 1998, la Real Academia de Cultura Valenciana emitía un Informe, que concluía de la siguiente manera:

    “Sols des de el respecte a la susbtancia historica i actual de nostre idioma, a sos constituents patrimonials, podra parlarse d´una norma llinguistica que siga l´espill on el poble valencià contemple l´image neta de la llengua de la qual es, al temps, hereu i creador”.

    La AVL está haciendo todo lo contrario.

  • cites

    Los dialectos de la lengua lemosina son la catalana, valenciana y mallorquina. La catalana ha recibido muchos vocablos de la francesa; la valenciana, de la castellana; la mallorquina se llega más a la catalana por ser hija de ella. De todas las tres, la más suave y agraciada es la valenciana y no me lo hace decir la pasión
    Gregori Mayans i Ciscar

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