Per Agustí Franch
Se acomoda en su tumbona Francisco Camps, decidido a echar una siestecita recreándose en la ensoñación de los plácemes que espera recibir de parte del separatismo ambulante, y se despierta tarde.
Como presidente de la Comunidad Valenciana está defendiendo a capa y espada los intereses de la misma, cifrados en estos momentos, en el Plan Hidrológico, trasvase del Ebro, el AVE y otros bienes materiales necesarios a la Comunidad. Pero no es fácil conseguir esos objetivos, habiendo derribado previamente los cimientos sobre los que aquellos debieron edificarse. Ha diluido, Camps, las bases de la personalidad valenciana. Se ha entregado a las exigencias separatistas catalanas que a una despliegan su flámula con los socialistas. Y entre ambas dos formaciones nos han tomado a los valencianos el pelo, el que el Presidente se ha dejado tomar. Aceptar hoy si, mañana no, los mismos conceptos, denota falta de serenidad, de equidad y otras cosas. Y esos conceptos son, nada menos, que los equivalentes al mantenimiento del respeto a una comunidad humana: la valenciana.
Nadie que algún interés pnga en conocer la vida actual valenciana, puede poner en duda que el conseller de Cultura Esteban González Pons, es un procatalanista de mucha valía en la contribución al aherrojamiento de la dignidad valencianan. Con la anuencia del señor presidente, que lo mantiene en el cargo, para el que se ha agenciado un conseller de las mismas características que su antecesor, que era el propio Camps, ya entonces prologando un libro en el que, entre otras falsedades se dice que la obra cumbre del arte ibérico, la valenciana Dama de Elche, pertenece a la cultura catalana, abogando a favor de la ilusoria mentira de los "países catalanes". Con otras muchas actuaciones antivalencianas que nos abstenemos de citar.
Mientras González Pons critica a Pascual Maragall y a Pla por "querer crear la Gran Cataluña", acto seguido, "subvenciona a grupos antivalencianos". Lo mismo Camps, que ya cansado de acariciar al catalanismo, tal vez por no revertir sus caricias en positivas ilusiones esperadas, arremete contra el PSOE por negociar un pacto con ERC, que "habla de independencia y de "països catalans". El mismo lenguaje usado por él.
El más grave delito moral de uno y otro, es haber oficializado en la Comunidad Valenciana el catalán, relegando al ostracismo el idioma valenciano, contribuyendo con ello a la difusión de la pretendida falsedad de ser el idioma valenciano un simple apéndice del catalán, cuando tiene el nuestro mayor autenticidad y más puros orígenes que la incierta procedencia del catalán.
El catalanismo tiene sus planes bien estudiados y dirigidos a un fin: fabricar un sistema cósmico en el que Cataluña sea el planeta imprescindible alrededor del cual, mediante la atracción de una supuesta superioridad traducida a su exclusivo lenguaje, anden vagarosos, cabizbajos, meditabundos, sus tímidos satélites Mallorca y Valencia, en un principio.
Él único camino que puede conducirles a ese pretendido fin, es la Historia. Como el seguimiento fiel de la misma no puede colmar sus anhelos, han preferido, sin volverse del todo la espalda después de desvirtuarla hasta donde han podido,prefieren tomar la que consideran mejor vereda: la lengua. como el falso contenido de esta argucia tampoco pueden darlo por cierto con métodos justos, han recurrido a la seducción en los vericuetos de la bajeza política. La altitud de miras, en políticos honestos, no admite prevaricatos que ajen el honor y la honradez.
El honor que cabe al pueblo valenciano heredero de naturales valoresd e vieja estirpe, que la inmarcesible honradez de científicos incorruptibles, nos han traído sin menoscabo el conocimiento de la Historia de un pueblo culto, con una lengua evolucionada en su casa propia desde sus incipientes pasos hasta los presentes dias, tras el apogeo de su época dorada que sin pretensiones exclusivistas ha gozado. Laurel que no ha tenido otra.