El Ebro es español

Per Baltasar Bueno

En la época de La Oprobiosa, cuando a los escolares se nos inculcaba la cultura del estudio, del trabajo y del sacrificio en las escuelas, una de las cosas que aprendíamos, y bien, era el mapa geográfico con los grandes ríos españoles, de entre los que destacaba siempre el Ebro.

Los aprendíamos cantando. Los maestros de entonces, aparte de los “reglatazos” que arreaban de vez en cuando a los más díscolos, utilizaban las más diversas, aunque humildes, técnicas didácticas.

“El Ebro nace en Fontibre, Santander….”. Y relatábamos toda su biohistoria, pasando por junto al Pilar y dejándose caer en el Mediterráneo.

El Ebro era en la época del Dictador un río enteramente español, cualidad y naturaleza que nadie discutía, ni siquiera las cuatro aldeas del desierto de Los Monegros, porque su caudal se nutría de las aguas que iban a parar a su cauce a través de las escorrentías, procedentes de las distintas orografías por donde pasa su curso fluvial.

Como mucho, había un sentido patrio del mismo, sin exclusividad. Se tenía a orgullo el exhibirlo como una seña de identidad folclórica, sin ánimo de patrimonialidad.

Los aragoneses hasta le dedicaron una jota al Ebro que dice: “El Ebro nace en Fontibre/ y se hace macho en Aragón/ y al llegar a Cataluña se nos hace fanfarrón”. Esto demuestra que su concepto de Ebro ha sido hasta hace poco interregional, compartido, sin copyright de propiedad exclusiva.

Santander, la matrona del río, no lo reclama para nada. Hace sus trasvases de retroalimentación, pero no se pone pesada. Deja que el río corra libre a sus anchas hasta el mar.

Hasta que se le contagió la fiebre reivindicadora catalana. Aragón era español y todo lo de su tierra olía a español, como su Patrona “la Pili” -dicho sea con el máximo de los respetos y cariño, que es Patrona de España- mientras que la Comunidad Valenciana, sin abrir la boca y dándole a la azada, ya hace cien años comenzó a hacer el canal Cherta-Calig, con los debidos permisos del Gobierno de la época, para llevar el agua sobrante del Ebro a tierras valencianas.

Hubo permiso, porque teníamos derecho. El Ebro recibe aportaciones de agua de tierras valencianas. El Río Bergantes, castellonense, cargado con aguas de la comarca de Els Ports de Morella, vierte al río Ebro. Ello, además de nuestra españolidad, nos da derecho a reivindicar aguas del Ebro, excedentarias o no, un derecho que ahora nos han revalidado y reconocido los Magistrados progresistas, que no los conservadores, del Tribunal Constitucional.

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Hay unanimidad en los autores valencianos de los siglos XIV, XV y XVI en llamar valenciana a su lengua
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