Per Baltasar Bueno
El discurso de fin de año del presidente de la Generalitat Valenciana, Francisco Camps, en mi humilde saber y entender, me pareció el cuento titulado ‘Alicia en el país de las maravillas” en su fondo, el contenido, y una gran sorpresa en su forma hablada.
Aparte de que todo era bueno, bonito y barato para Camps, lo que me llamó mucho la atención es que dedicó tan solo una línea a “nostres senyes d’identitat que portem sempre en lo cor”.
No hubo más piedad y consideración para con los grandes valores de los valencianos y la valencianía, con la que está cayendo para fulminarnos y extirparnos como pueblo.
Un pueblo al que acortó su historia, haciéndonos nacer con Jaime I, teoría y tesis catalanistas. No fue capaz de remontarse, lo que es científico, a la primera ciudad de los iberos, Ilerda, emplazada en el Alt de Benimaquia, del Montgó de Dénia, que existió muchísimos años antes del nacimiento de Cristo.
Obvió que ya en aquella época el pueblo valenciano tuvo su primera gran eclosión cultural con las tribus iberas edetanas y contestanas.
Ya sabe que los catalanistas cercenan nuestra historia al hacerla comenzar con Jaime I para engañosamente introducir con su llegada la lengua catalana, y cargarse la originalidad, personalidad, especificidad y singularidad de la Lengua Valenciana, nacida precisamente de la fusión de la Lenguas Ibera y Latina, y enriquecida con subsiguientes aportaciones lingüísticas de los pueblos que sucesivamente fueron colonizando estas tierras.
No se puede pasar de puntillas sobre cuestiones tan importantes para la vida de un pueblo, como son sus señas de identidad, máxime cuando su principal señal, la Lengua Valenciana, está siendo continua e intensamente atacada, agredida y puesta en el disparadero por los ‘acatalanados’.
Camps, en su actuación durante la velada de Nochevieja, hay que reconocer que es un gran actor, domina las tablas de la escena, habló en un valenciano precioso, el de la calle, el normal, el que aprendió de sus abuelos y padres, que es el mismo, casi, que el que hablaba y escribía Sor Isabel de Villena en el convento de la Trinidad, en el siglo XV.
En la teatralidad, recuperó Camps el ‘lo’ tan valenciano, tan nuestro, tan histórico, científico y real. Un ‘lo’ que en sus escritos oficiales y en intervenciones anteriores había masacrado, al dictado de los lingüistas catalanistas que copan la Generalitat, siguiendo instrucciones del Instituto de Estudios Catalanes, con el ánimo de conseguir la convergencia de los territorios de la ‘llengua compartida’, a la que se ha sumado con venerable devoción y rabia la pro catalanista Academia Valenciana de la Lengua.
Camps, en la nit de cap d’any, se dirigió a los valencianos en el valenciano del pueblo, el que le gusta escuchar y hablar el pueblo, no lo hizo en el catalán de la AVL ni del Consell Valencià de Cultura, que es lo que Camps consiente, y paga, para que se enseñe y utilice en colegios, institutos, universidades, función pública, centros oficiales, etc... Por eso hay que felicitarle.
En este aspecto estuvo acertado, porque quedó como un señor ante la galería, la caja tonta en quiebra. Lo hizo así para meterse a la gente en el bolsillo, como si el resto de la política lingüística que dirige fuera así de bonita y ‘valencianizante’.
Ante esta gravísima contradicción, cabe preguntarse: ¿A qué está jugando Camps? ¿Por qué está confundiendo a la gente? ¿Es científico el valenciano que ha utilizado en el discurso? ¿Si lo es, por qué no hace que se aplique en la enseñanza, en la vida oficial de la Generalitat? ¿Por qué a un niño en la escuela si habla y escribe así lo suspenden y sí lo aprueban cuando habla y escribe en puro y duro catalán?
¿Por qué no lo aplica y sigue, lo cumple y lo manda cumplir Camps en la Academia Valenciana de la Lengua que él ha erigido junto con el PSOE? ¿Por qué predica una cosa y hace otra totalmente distinta?
¿Cuándo sentará Camps la cabeza y hará lo que tiene que hacer, no lo que le manden desde Cataluña los catalanistas? ¿Cuándo enseñará a nuestros hijos en las escuelas el valenciano que él utilizó en el discurso de Nochevieja, el normal, el del pueblo, no el subnormalizado del IEC y de la AVL?
Su antecesor en el cargo, de Cartagena, ni sabía, ni hablaba valenciano, ni le importaba, ni se le esperaba. Pasaba de estas cuestiones, ni quería ni sentía el valenciano, porque no era su lengua. Pasaba de la Lengua Valenciana. Fue una gran desgracia para los valencianos.
Pero Camps sí es valenciano y debe demostrarlo siempre y en todo momento, no sólo en las naumaquias de Copa de la América. Tiene una especial obligación y deber moral de defender la Lengua Valenciana y de no utilizarla políticamente para aparentar y confundir a la gente. Está obligado a ello por dignidad personal y por su cargo.