Per Agustí Franch
Qué puede ser más convincente para una mente valenciana absurda: su ideal por el catalanismo, o su obsesión por la dinerada.
¿A quién sirve un fiel empleado, que percibe una justa retribución por su honesto trabajo? ¿De quién cobra la señora presidenta de la Academia Valenciana de la Lengua.....catalana, por motivo de su empleo? Nefanda moral la de quien sirve a quien no le paga. Nefanda moral la de quien, con dinero valenciano, difunde ideas encaminadas al aherrojamiento del hecho valenciano, dirigidas a sepultar la identidad valenciana de una élite racial cuyos individuos deben enorgullecerse, con discutible razón, de su progenie. Muchos han sido los que honestamente proclamaron los valores valencianos sin necesidad de arrumbar ajenas dignidades, ejemplo de caballerosidad y entereza propias de la acendrada cultura valenciana.
De entre esos meritorios caballeros conocí al doctor Roberto Górriz Torres, ejemplo de valencianía que me hizo conocer las excelencias que encierra el cariño a la tierra nativa, tras el supremo amor a la familia y de todo lo que entraña la naturaleza de sí mismo, a quienes debe la reciprocidad moral de su reconocimiento. Ejemplo debiera tomar la señora Figueres, apartándose de quienes pretenden hacerle regurgitar sobre aquello digno de su querencia, sobre el pueblo de donde procede, poniéndose al servicio de quienes, con su ayuda por la involución de sus obligaciones morales, pretenden sepultar en el olvido a un pueblo, a una raza; y pretenden (¿lo conseguirán?) despojarla de los conocimientos adquiridos sobre la superior personalidad histórica de las tierras valencianas de mayor unidad étnica, política y cultural que aquellas otras tierras que quieren arrastrarla por los fangos del servilismo a favor de intereses ajenos. Ajenos a sus principios étnicos y morales, señora.
Así, los que en menoscabo de su patria dejan que otros manipulen sus conciencias, debieran tomar ejemplo de sus manipuladores, a los que alabar el gran amor patrio que sienten por la suya, patriotismo que les lleva al difícil y complicado ejercicio de moldear, configurar a su capricho ajenas voluntades. Voluntades maleables, dóciles, fácilmente dirigibles por las mañas del conductor. Así es el nefando patriotismo de quienes se dejan manipular, voluntarios apátridas, por lástima recogidos bajo el férvido patriotismo catalán.
¿Dónde habrán aprendido, los detractores de su tierra y de su linaje, que los mismos hayan aparecido en la Historia como perritos falderos de Cataluña? La señora presidenta, como el resto de académicos, no pueden ignorar que, esa divulgada falsedad de ser, la lengua hablada por los valencianos, procedente de Cataluña, solamente es uno de los muchos artilugios utilizados como aparente demostración en situar a Cataluña, en la Historia, por encima de Valencia. Y jamás negaremos que ha sido la primera abundante, inevitablemente, con sus puntos blancos y negros, como tampoco nadie puede negar la nutrida historia de la segunda, también con sus fases negras y blancas, pero distinta y distante de la primera. La primera en el orden por nosotros establecido para esta relación, nunca en sentido prioritario.
El estudio del origen de la lengua valenciana de ningún modo pudo comenzar, como algunos investigadores así lo han hecho, en el acontecimiento histórico de la conquista del reino musulmán de Valencia, por el rey de Aragón don Jaime I; en el que no se nombre, por parte de los fanáticos catalanistas, otra participación que la catalana, lo que tampoco es cierto. El hecho lingüístico valenciano viene de mucho más lejos. Ya en el habla mozárabe peninsular, entre las diversas existentes se distingue "...otra aljamía especial usada en Valencia y la España Oriental", forma idiomática a la que concurren, por abajo, la lengua autóctona, por arriba, el latín, con la formación del romance valenciano. El uso de ese romance, con las modificaciones derivadas de ese uso, ha dado forma al actual idioma valenciano. Es el proceso en infinito propio de todas las lenguas. Nada nuevo.