Semblanza del Rey Jaime I
Per José Vicente Gómez Bayarri
La personalidad de don Jaime I estuvo condicionada por los avatares de su vida. Nació en Montpellier el 1 de febrero de 1208, consecuentemente la misma fecha de 2008 se conmemora el VIII centenario de su nacimiento. Sus padres fueron el rey Pedro II de Aragón y doña María de Montpellier. Sus relaciones sentimentales no fueron muy cordiales; pues parece ser que don Pedro no sentía afecto por su esposa, ni compartía vida conyugal y eran frecuentes las infidelidades del soberano según constatan las crónicas de Bernat Desclot y de Ramón Montaner.
Su madre morirá en Roma en 1213 y su padre falleció también ese mismo año en la batalla de Muret. No se dispone de muchos datos de la infancia del Monarca. El niño Jaime será puesto bajo la protección del Pontífice Inocencio III y tutela de Simón de Monfort y más tarde será entregado, a instancias del Papa, a la Orden de los Templarios para su educación, permaneciendo hasta los seis o siete años en el castillo de Monzón.
La precocidad, los amoríos y la ejecución de grandes proyectos conquistadores y legislativos son rasgos de la personalidad del rey Conquistador. Muy joven ya saboreó las mieles de la victoria y las amarguras de las derrotas. A los trece años contrajo su primer matrimonio con Leonor de Castilla, hija de Alfonso VIII. Más tarde, casaría con doña Violante de Hungría, y posteriormente, con doña Teresa Gil de Vidaure.
Durante su minoría de edad se produjeron una serie de luchas señoriales que pretendían anular o condicionar la autoridad regia para imponer su voluntad y mantener o incrementar sus privilegios y riquezas. Para acabar con estos problemas convocó en 1225 una reunión en Tortosa, con presencia de los estamentos eclesiástico, nobiliario y popular, y promulgó un acuerdo de paz. Inmediatamente después comenzaron las empresas conquistadoras de los reinos de Mallorca (1229) y de Valencia (1238) e impulsó una brillante actividad legisladora.
La muerte le sobrevino en 1276. En la recta final de su vida, estando en Alzira, don Jaime otorgó su primer codicilo complementario del testamento que había redactado en el monasterio de Pobret en 1272, y nombró albaceas a sus hijos don Pedro y don Jaime, con la recomendación que cumplieran las disposiciones testamentarias. Un mes después, el 23 de julio de 1276, otorgaba su segundo codicilo que recoge disposiciones que denotan escrúpulos de conciencia. Poco después, el Rey salió de Alzira hacia Valencia y fallecía el 27 de julio del mismo mes y año. Su deseo de llegar a Poblet no pudo cumplirse. Fue sepultado en la catedral de Valencia donde reposaron sus despojos hasta mediados de mayor de 1278, año en que su hijo, Pedro el Grande, los trasladó al monasterio de Poblet.
La Crónica de Ramón Montaner relata que los duelos, llantos y lamentos empezaron por toda la ciudad, y no quedó rico-hombre, mesnadero, caballero, mujer o doncella que no fuera detrás del estandarte, declarándose tres días de luto en la ciudad de Valencia. Al Monarca se le glorió en vida y, mucho más, después de muerto.
Las crónicas medievales vierten calificativos elogiosos de su persona denominándolo rey conquistador, legislador, sabio, leal, valiente, humano, etc. Sin embargo, un ensayo de un profesor de la Universidad de Barcelona desmitifica la figura y reinado de Jaime I y lo presenta como un rey cobarde, cruel y represor de colectividades de Valencia y Murcia.
En los diplomas, el rey don Jaime I comenzó a titularse "Rey de Valencia", incluso antes de conquistar el "Cap i casal del regne". Un arbitraje del 30 de septiembre de 1236, redactado en aragonés, en la villa de Tarazona, así nos lo confirma: "Nos Jayme, por la gracia de Deus rey Daragon et de Mayorchas et de Valencia, comte de Barcelona et de Urgel et sennor de Montpeller".
Ganada y ocupada la ciudad de Valencia, la intitulación fue: "Jacobus" o "Nos Jacobus Dei gratia rex Aragonum, Maioricarum et Valencie, et comes Barchinone et Urgelli et dominus Montispesullani" en latín, o bien, "Rey Darago, de Mallorques, de Valencia, Compte de Barcelona, et de Urgell, et Senyor de Montpesler", en "romanç", como constata el Libre dels Furs. Intitulación que registran la mayoría de los documentos y sellos reales del Conquistador y reflejan la voluntad institucional del Monarca de crear un nuevo Reino independiente en el seno de la Corona de Aragón.