Doctor Grisolía, con respeto, se equivoca
Per José Vicente Gómez Bayarri
El presidente del Consell Valencià de Cultura, don Santiago Grisolía, pontifica en la agenda impresa para conmemorar el Año de Jaime I, declarado por Les Corts Valencianes en el VIII centenario de su nacimiento, que con la conquista de la ciudad de Valencia en 1238 tuvo lugar el nacimiento del pueblo valenciano, obviado el anterior proceso histórico de las tierras valencianas. El doctor Grisolía, sin pretenderlo o ignorándolo, apuesta por las tesis rupturistas, defendidas por significativos catalanistas.
La controversia se plantea al dar respuesta al interrogante ¿cuándo entramos los valencianos en la Historia? Al respecto se mantienen dos posicionamientos:
a) El que aboga por hacer tábula rasa de los siglos de historia valenciana anterior al XIII, tesis que se deduce a priori de los títulos de las publicaciones Nosaltres els valencians (1962) de J. Fuster; València, abans de Catalunya (1979) de Pierre Guichard, y Els prevalencians, que es el título que prefirió el arqueólogo Enric A. Llobregat en la introducción de su obra Els orígens del País Valencià (1981), publicaciones, entre otras, que recogen los fundamentos de esta suposición.
Para el escritor de Sueca la historia anterior a Jaime I no cuenta, y afirmó: "Nosaltres, els d´avui, som uns valencians que datem del XIII". El historiador francés, muy relacionado con Cataluña, P. Guichard señaló que los rasgos esenciales de los valenciano-musulmanes "s´esborraren en el transcurs del segle XIII sota l´impacte de la conquista i la colonització cristianes" y remarca que la región valenciana constituye la prolongación meridional de los Países Catalanes. Por su parte, el que fuera miembro del CVC, E. A. Llobregat, mantuvo que "els valencians vàrem arribar com a tals a la història després de la conquista cristiana i el regne de València, nucli de l´actual País, no tingué realitat fins a la dominació cristiana dels musulmans que habitaven aquestes terres". Y subrayó que "abans del rei Jaume el país es una cosa, després una altra. Una altra cosa creada a partir de zero, perque el rei Jaume es recolzà en la gent que duia o que prometé de venir, i no en la vella soca local".
b) La otra hipótesis postula que existió un entronque entre lo "prejaimino y lo postjaimino", entre la época valenciano-musulmana y la valenciano-cristiana. Los que defienden este supuesto señalan que no se produjeron grandes cambios en las estructuras humanas ni con las invasiones sarracenas altomedievales, ni con la conquista y repoblación cristiana, conquista, por cierto, que fue fruto, en muchos casos, de una sucesión de pactos y de una política de relativa tolerancia preconizada por Jaime I, por la sencilla razón de que primaba el interés general de la Corona y la conveniencia de un desarrollo económico y urbano. Unas poblaciones y tierras deshabitadas no ayudarían a hacer realidad el proyecto del monarca. Esta tesis la confirman las investigaciones y trabajos de Roque Chabás, Honorio García, Carreras Candi, Julián Ribera, Nicolau Primitiu, Huici Miranda, Mateu Llopis, Gual Camarena, Julián San Valero, A. Ubieto, Roca Traver, Thomas F. Glick, M.ª D. Cabanes, Ferrando Badía, Simó Santonja, etc.
Los historiadores que defendemos las tesis evolucionistas entendemos que la Historia "no da saltos", no se pierde el contacto entre dos épocas sucesivas, existe una interrelación. No se produjo un "barrido cultural" de sur a norte a partir del siglo VIII, ni un "contrabarrido" de norte a sur en el siglo XIII, ni tampoco un vacío demográfico en tierras valencianas. Cabe recordar que, cuatro siglos más tarde, la expulsión de los moriscos, decretado durante el reinado de Felipe III en 1609, supuso la salida de un tercio del total de la población del histórico reino de Valencia.
En el caso que nos ocupa interpretamos que "lo valenciano" anterior a la reconquista se proyectó en la configuración de nuestro devenir histórico y sería improcedente admitir un corte radical en la historia valenciana en los siglos VIII, XIII o XVIII, aun admitiendo que fue durante la Edad Media cuando se desarrollaron las singularidades de nuestra nacionalidad histórica. Cambiaron las superestructuras dominantes, pero la población siguió el curso normal de la Historia, adaptándose a las nuevas circunstancias.