¿Por qué balear?

Per Carlos Delgado Truyols

Los que me conocen saben que no me da pereza estudiar. Es más, espero poder seguir haciéndolo durante toda mi vida, porque cada año que pasa me agobia más mi ignorancia sobre muchos temas. Pero otra cosa que me agobia es no dar la cara cuando creo que debo hacerlo y no llamar a las cosas por su nombre. ¿Qué le vamos a hacer? Yo soy así, y esa forma de ser seguramente me ha creado algún que otro enemigo sin yo pretenderlo.

Y lo digo por los comentarios que estos días he ido leyendo en algunos periódicos digitales en relación a unas declaraciones mías sobre la necesidad de eliminar el catalán de nuestra legislación y nuestra sociedad y sustituirlo por el balear, en sus modalidades de mallorquín, menorquín e ibicenco. Lo único que hice fue dar una opinión sobre un tema, defendiendo la libertad de los padres de elegir lo que ellos creen mejor para sus hijos. Sólo se trató de eso, una opinión y una defensa de la libertad de elección. Pues bien, fueron  llamativos algunos comentarios y descalificativos personales que me fueron dedicados por particulares en varios periódicos digitales: fascista, ultraderechista, facha, barco de rejilla, etc. Evidentemente, con semejantes comentarios, dichas personas se descalifican a si mismas, demostrando quienes son los verdaderos intransigentes, pero, si a ello uno los artículos de determinados periodistas sobre el tema, llego a la conclusión de que voy por el buen camino.

Quiero aclarar que siento un profundo respeto por todas esas personas que han opinado. Sin ellas nunca se hubiera reabierto este necesario debate. Respeto a los particulares catalanistas que me insultan porque tienen el mérito de estar consiguiendo sus objetivos en contra del sentir mayoritario de un pueblo y respeto a los periodistas siempre, tanto al que escribe en mi contra por convicción, como al que lo hace por peloteo o por agradar a su amo.

Aclarado lo anterior, y antes de centrarme en el tema de la lengua, quiero hacer dos precisiones previas:

Primera: No espero al congreso de mi partido para hablar de estos temas porque, aunque no llevo tanto tiempo como otros en la primera línea del PP (en ese caso también me tendría que ir), llevo el suficiente como para saber que los congresos son una mera función teatral en la que se sigue el guión previamente establecido. Y, en estos momentos, el PP debe estar dispuesto para muchas cosas, pero no para hacer teatro, porque ya lo hemos estado haciendo durante mucho tiempo y el público empieza a estar harto de ver siempre a los mismos actores interpretando la  misma función.

Y segunda: Por enésima vez:  No me postulo absolutamente a nada y no sigo táctica de ningún tipo para entrar en los órganos de dirección del partido. Es más, les aseguro que sería un verdadero milagro que estuviera en ellos, puesto que sería un verdadero milagro que se aceptaran los que yo entiendo que son principios irrenunciables para el Partido Popular. Y como ese milagro no va a tener lugar, yo no voy a “pintar” absolutamente nada en el futuro PP de Baleares.

Ahora si voy a centrarme en el tema que motiva el presente artículo, la lengua. Primero voy a enumerar las razones por las que creo que debemos defender la absoluta independencia del balear respecto del catalán, para terminar explicando el por qué de dicha denominación. Pero antes de empezar, también aquí quiero hacer una importantísima aclaración previa: La importancia de la opinión vertida en este artículo en relación al tema de la lengua no radica en quien la emite, puesto que yo les aseguro que no estoy capacitado para ponerme al nivel de los filólogos que tienen los estudios necesarios para hablar con autoridad de este tema. La verdadera importancia radica en los perversos intereses políticos y económicos que se hallan detrás de todo esto y cuya arma fundamental es la imposición de la lengua catalana. Pero esto no es nuevo. Estamos en un proceso iniciado hace unos cien años, continuado en los últimos años gracias a los principales partidos políticos (incluido el mío) y que culminará, si no reaccionamos, dentro de  unos veinte años, cuando ya nada se podrá hacer por la verdadera lengua de esta tierra, porque los políticos de turno, los colegios, los institutos y la Universidad habrán culminado el proceso. Conviene destacar aquí unas palabras pronunciadas a principios del siglo pasado por el Presidente de la Diputació de Barcelona y, más tarde, de la Mancomunitat de Catalunya, D. Enric Prat de la Riba: “...hagamos como los ingleses con su Gran Bretaña, flor de imperio que está a punto de surgir; hablemos de la Cataluña grande, que no es el Principado solamente, ni Mallorca, ni el Rossellón, ni Valencia, sino Valencia y Mallorca y el Principado y el Rossellón y todos a una. Todos somos unos, todos somos catalanes... y para llevar a cabo esta filosofía hay que dominar por la fuerza de la cultura, servida y sostenida por la fuerza material; es el imperialismo moderno, el imperialismo integral, el de las grandes razas fuertes de ahora.”

Dicho esto, basándome en los extraordinarios trabajos de los eruditos en lengua e historia balear D. Miguel Garau, D. Mariano Bendito y del Catedrático y Filólogo D. Juan Vanrell, Presidente de la “Acadèmi de sa Llengo Baleà”, los motivos por los que creo que debemos defender la absoluta independencia del balear respecto del catalán, pese a tener raíces comunes, son los siguientes:

1. Desde el punto de vista GRAMATICAL:

En los años 1533, 1595, 1812 y 1840 D. Juan Pastrana, D. J. Binimelis , D. Antonio Cervera y D. Pere Antoni Figueras, respectivamente, publicaron las primeras gramáticas mallorquinas, aunque en 1496 ya encontramos una gramática mallorquina-lemosina escrita por D. J. Dameto.  Por su parte, en 1780 los Hermanos Antonio y Juan Ramis i Ramis y en 1786 D. Antoni Febrer i Cardona, hicieron lo propio con las menorquinas.

Pero fue en 1835 cuando la gramática mallorquina de D. José Amengual fue difundida y estudiada en los colegios de la isla. Dicha gramática fue revisada y reeditada en 1872 por el mismo autor, y fue denominada “mallorquina” porque, durante esos años y hasta la primera República española, Baleares ostentaba el título y nombre de Reino de Mallorca.

En cambio, hasta 1870 sólo se sabe de dos ediciones gramaticales de la lengua catalana, una de D. Ignaci Ferreres, en 1827, y otra de Antonio de Bofarull, en 1874. Y fue en 1917 cuando se retribuyó monetariamente a D. Tomás Forteza i Cortés para que transformara su gramática de la lengua mallorquina, editada previamente en 1890, en gramática de la lengua catalana, la cual fue la base de las futuras ediciones.

Sin embargo, hasta 1918 no se publica por Pompeu Fabra la primera gramática catalana aceptada por el Institut d’Estudis Catalans.

Es importantísimo tener en cuenta que las gramáticas marcan la fecha de nacimiento de una lengua como idioma. Por eso, resulta que no podemos hablar de la existencia del idioma francés hasta el siglo XV en que se publicó su gramática, ni del idioma castellano hasta el mismo siglo, ni del idioma alemán hasta el siglo XIX en que los hermanos Grimm editaron la gramática de la lengua alemana, ni del idioma italiano hasta 1860.

Pues bien, si las gramáticas marcan la fecha de nacimiento de una lengua como idioma, ¿Qué idioma nació antes, el mallorquín (o balear) o el catalán? Evidentemente, el mallorquín.

Exactamente lo mismo ocurre con los primeros diccionarios ya que fueron anteriores los mallorquines a los catalanes y con la universidad, ya que el Reino de Mallorca contó con universidad mucho antes que Barcelona.

2. Desde un punto de vista de la ESTRUCTURA LINGÜÍSTICA:

Todos los idiomas se sustentan sobre unos pilares comunes en su denominación pero distintos en su contenido y que, a su vez, son unos sistemas de signos donde se pueden apreciar las diferencias entre idiomas. A todo este conjunto se le llama estructura lingüística. Dichos pilares son el fonológico, el morfosintáctico y el semántico, y su estudio comparativo demuestra las clarísimas diferencias entre el mallorquín (o balear) y el catalán, aunque procedan de un tronco común. Dichas diferencias se encuentran en los sonidos, en la acentuación, en los artículos, en las preposiciones, en las conjunciones, en los verbos, en el significado de las palabras, etc.

3. Desde un punto de vista HISTÓRICO:

Antes de la conquista romana de las Islas Baleares, la lengua hablada en las mismas fue evolucionando como consecuencia de los distintos colonizadores o conquistadores (dorios, fenicios, griegos, sardos, corsos, íberos, celtas y cartagineses).

Con la conquista romana se introdujo la lengua latina, la cual, al mezclarse con la lengua anterior, hizo evolucionar de nuevo a nuestra lengua. Al dividir los romanos Hispania en seis provincias (una de las cuales era la baleárica) nuestra lengua pasó a llamarse “balearico eloquio” o lengua balear.

Nuevos enriquecimientos de la lengua balear tuvieron lugar con los vándalos, el imperio Bizantino y los godos.

Al ocupar los musulmanes las Islas Baleares respetaron y enriquecieron la lengua y costumbres existentes hasta entonces. Es a partir de esta época (y hasta el siglo XIX) cuando nuestra lengua empieza a llamarse “romans mallorquí”, con sus variedades correspondientes a Menorca,  Ibiza y Formentera, debido a la aparición nominal de Reino de Mallorca.

Y así llegamos a 1229. Uno de los típicos argumentos de los que defienden que en Baleares se habla catalán se basa en una supuesta repoblación de las islas por parte de catalanes con la venida del Rey Jaime I y años posteriores. Dicha teoría carece de todo fundamento, pues ni siquiera consta en la Crónica del Rey. Además, sólo para repoblar la ciudad de Palma no hubiese bastado toda la población de Barcelona, al tener esta no más de quince mil habitantes en esa época, mientras que sólo Mallorca tenía cerca de sesenta mil. Pero es que además, de los hechos posteriores se demuestra la falta total de vestigios catalanes en Baleares: no hay coincidencias arquitectónicas, ni en los nombres propios, ni en los nombres de ciudades o pueblos, ni en la música o bailes, ni en la vestimenta, ni en la gastronomía, etc.

Tampoco el Rey Jaime I de Aragón trajo el catalán, sencillamente porque este no existía como tal. El Rey hablaba romance aragonés, romance montpellerés y latín, y escribía en latín y en lemosín por ser lenguas al uso culto. Así, Jaime I, en el libro de la historia de su vida, escrito en lemosín por el propio monarca, nos dice que al tener que hablar con los nativos de Mallorca, no tuvo la necesidad de un traductor. Sin embargo, con  los emisarios del Wali de Mayúrqa (Mallorca), si que tuvo necesidad de un intérprete versado en lengua árabe.

Por supuesto que por ningún lado aparece el catalán, como tampoco aparece en el “Llibre de las Franquessas”, ni en el “Llibre des Repartiments”, ni en “Llibre dels Cabreus”, ni en el “Llibre des Feyts”, libros escritos todos ellos en lemosín.

Fue a partir de la conquista del Reino de Mallorca por Jaime I cuando nuestra lengua vernácula, llamada ya romans mallorquí, se enriqueció con la aplicación de las normas de escribir que ya disponía el lemosín, como lengua mucho más culta y desarrollada gramaticalmente.

Por último, por si no ha quedado del todo claro el por qué de la denominación de Balear, debemos acudir al dictamen de la Academia de la Lengua Balear de fecha 5 de octubre de 2005, firmado por su presidente, el Catedrático y Filólogo D. Juan Vanrell, en el que se dice que la lengua propia de nuestras islas “fue conocida con la denominación de balear desde la época romana hasta el siglo XII y que posteriormente fue llamada mallorquina hasta el XIX, porque las Baleares conformaron durante ese periodo el Reino de Mallorca. Que en la actualidad, denominándose ese reino Comunidad Autónoma de las Islas Baleares, es por lo que recuperamos el histórico nombre de Balear para su lengua. Que esta lengua es única y diferenciada de las demás lenguas neolatinas y románicas. Que tiene su específica gramática desde hace casi dos siglos. Y que en estos tiempos de globalización que nos ha tocado vivir, debemos conseguir de los nuevos políticos que han surgido, que el pueblo deje de ser analfabeto de su lengua vernácula, y de ser ignorante de su verdadera historia”.

Con este artículo espero haber sido capaz de aclarar los motivos de mi posicionamiento en este tema, aunque, el motivo principal que me ha llevado a iniciar esta bonita empresa es la absoluta convicción de que defendiendo el balear con sus modalidades de mallorquín, menorquín e ibicenco, defiendo el sentir mayoritario de los habitantes de nuestras queridas Islas Baleares.

cites

Los dialectos de la lengua lemosina son la catalana, valenciana y mallorquina. La catalana ha recibido muchos vocablos de la francesa; la valenciana, de la castellana; la mallorquina se llega más a la catalana por ser hija de ella. De todas las tres, la más suave y agraciada es la valenciana y no me lo hace decir la pasión
Gregori Mayans i Ciscar

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