Per Baltasar Bueno
En los libros (3) que he escrito sobre la Mare de Déu dels Desamparats -que se siguen vendiendo como rosquilletas- le dediqué un apartado especial al P. Jofré, quien hizo la proeza hace 499 años de predicar un sermón en la catedral de Valencia, arengando a construir un hospital donde los ‘folls e orats’, los loquitos, fueran debidamente atendidos y no sufrieran muertes, agresiones, injurias y escarnios del personal, que siempre ha sido muy dado a reírse de los dementes. Somos así los ‘normales’.
A los discapacitados psíquicos furiosos, nuestros antepasados los trataban, gracias a los Fueros, de manera bastante incivilizada. Mandaba uno de los Fueros de los de Jaime I que a los locos de remate, a los peligrosos, se les embarcara en bajel que al llegar a alta mar los arrojaran por la borda. Era una manera expedita y taxativa de acabar con el problema de los enfermos mentales.
Al P. Jofré, mercedario, le dolía en el alma estas animaladas y que los locos anduvieran sueltos por las calles, sin que nadie se preocupara de ellos, a merced de burlas y palizas. Al presenciar un día una de estas agresiones, parecidas a las que ahora se graban con móvil, le movió el cuerpo a pedir en su sermón de cuaresma al personal que se hiciera en Valencia un centro sanitario especial para ellos, que acabó siendo el primer hospital psiquiátrico del mundo.
Aquel centro fue ejemplar, hasta que en los años 70 del pasado siglo, a los políticos les dio por hacer caso a los de la psiquiatría de la ‘new age’ defensores de la teoría de que los locos se curan en su casa y en la calle, y no en los hospitales.
Médicos y políticos se quitaron el marrón de encima y se los devolvieron a sus familias. Los enfermos mentales tienen, por desgracia, su vida destrozada, y regresando al hogar, destrozan la vida también a sus familiares, agravándose el problema, en lugares donde no se cuenta con las instalaciones precisas ni los cuidados y conocimientos adecuados para curarlos.
Somos tan modernos que ahora no tenemos manicomios, hemos retrocedido 499 años en la historia, porque los loquitos vuelven a andar sueltos por la calle donde ‘los nafran e ahontan’, como se decía en nuestra hermosa Lengua Valenciana del siglo XV, hoy ya suplantada vil y vergonzosamente por el catalán de la AVL.
Y mientras tanto, el P. Jofré cinco siglos esperando su canonización. “Valencia y los valencianos, señora, somos así”.