Per Baltasar Bueno
El valenciano es la lengua románica hablada en la Comunitat Valenciana, Cataluña, Islas Baleares, Andorra, Pirineos Orientales, Franja Oriental de Aragón, la ciudad de L’Alguer y El Carche, que en otros territorios se llama catalán”.
Esta es la fórmula larga o solemne que ayer aprobó la Comisión de Diccionario de la Academia Valenciana de la Lengua, que abreviada quedará así: “Valenciano es la lengua románica que se habla en la Comunitat Valenciana y El Carche, que recibe el nombre de catalán en los otros lugares donde se habla”.
Las propuestas serán elevadas al próximo Pleno de la Academia Valenciana de la Lengua, que como saben está integrada por mayoría de académicos catalanistas, gracias al Partido Popular, especialmente, gracias a Francisco Camps, entonces conseller de Cultura, y a Eduardo Zaplana, presidente de la Generalitat Valenciana, quienes en el año 2000 decretaron la composición de la AVL que les impusieron Jordi Pujol, el Instituto de Estudios Catalanes y el PSOE.
Fueron 17 los académicos catalanistas y sólo 4 los valencianistas. Teniendo mayoría en las Cortes el Partido Popular, entregó en bandeja la Lengua Valenciana a los catalanistas, moneda de cambio para que CiU apoyara a Aznar en Madrid.
Imposición de Jordi Pujol
Todo comenzó en 1996, en Mas Calvó, Reus, donde el conseller de Cultura de nuestra Generalitat, Fernando Villalonga, pactó con el gobierno catalán un documento que firmarían Zaplana y Pujol, por el cual el PP valenciano se comprometía a crear una institución lingüística, que no contrariara la voluntad del Instituto de Estudios Catalanes. En 1997, Les Corts Valencianes, con todos los votos a favor, también el de Unión Valenciana, acuerda encargar al Consell Valencià de Cultura un informe sobre la naturaleza de la lengua valenciana y la necesidad de regularla.
En 1998, el peón de brega del PP, el multiasalariado Santiago Grisolía, junto con los miembros del Consell Valencià de Cultura, daban a la luz un documento donde hablaban ya de la unidad lingüística y de la necesidad de crear una entidad reguladora de la lengua.
En 2000, Camps y Zaplana, quienes ahora no se pueden ver entre ellos, designaron los académicos, dando en bandeja la cabeza de la Lengua Valenciana a los catalanistas, cuando, al tener mayoría en Cortes, podían haberlo hecho al revés, dar la mayoría de la Academia y llamarla de la Lengua Valenciana, a los valencianistas.
En 2005, 9 de febrero, la Academia Valenciana de la Lengua, emite un dictamen donde se reafirma la unidad lingüística de los países catalanes, a los que eufemísticamente llama territorios de la antigua Corona de Aragón, y dice que tan legal es llamar a la lengua valenciano que catalán.
Todo este proceso se debe gracias al trabajo sucio realizado por la cúpula del PP, en la época Zaplana-Camps, de tal calibre y envergadura que nunca se hubiera atrevido a hacer igual ni a superarlo el PSOE, al que sus posiciones catalanistas, le dieron muchos réditos electorales al PP, que sacó siempre la bandera de la valencianía en público, pero consintió la del catalanismo en colegios, institutos, universidades, órganos autonómicos, Canal 9 radio y televisión y en todos aquellos ámbitos de poder que le correspondía controlar.
Doble juego del PP
Defiende el PP la Lengua Valenciana de boca hacia fuera en los mítines electorales, pero tolera y aplica la catalana a la hora de la verdad, en la práctica, haciendo doble juego.
Desde su creación entonces, la Academia Valenciana de la Lengua (la intencionalidad catalanista está desde el primer momento de su creación por Camps-Zaplana, pues nunca le han querido llamar Academia de la Lengua Valenciana) no ha cesado en su avance en la tarea de suplantación de la Lengua Valenciana por la catalana.
Ayer, la Comisión de Diccionario dio la estocada de muerte a la Lengua Valenciana, la cual será apuntillada en el Pleno de la institución que apruebe la propuesta.
De esta manera, se producirá la consagración definitiva del catalán en el Reino de Valencia, y se cargarán la verdad científica, la tradición histórica y el sentimiento del pueblo valenciano, que siente clamorosamente su idioma como valenciano y no como catalán.
Un trabajo sucio el del PP, que nunca se hubiera atrevido a hacer el PSOE, al que sus posiciones catalanistas, contra las que el PP vivió bien y sacó importantes réditos electorales.
De ahí que entenderán que el presidente de la Generalitat Valenciana, Francisco Camps, y su sobresaliente, Vicente Rambla, tengan unos deseos irrefrenables de que desaparezcamos, como periódico, del mercado libre de las ideas.