Per Vicente L. Simó Santonja
Se trata de una teoría rupturista, puesto que la lengua valenciana sería el resultado y consecuencia de la “llegada de la lengua catalana” a tierras valencianas en los tiempos de la Conquista de Jaime I, a partir de 1232, y sobre todo de 1238.
He dicho rupturista, porque supone, no sólo que la invasión islámica del siglo VIII, había producido un corte político y cultural de tal magnitud que la población valenciana, había sido totalmente asimilada, sino también que había perdido sus raíces y su lengua, haciendo tabla rasa de sus antecedentes iberos y de su patente, y aun conservada romanización (y si se quiere más de algún vestigio griego, púnico cartaginés, godo).
Esta teoría es, sin duda, la más kafkiana de todas, por muy científica-filológica (no digo política) que sea. Fíjense ustedes en que del siglo III (romanización) al XIII (conquista jaimina), pasan ¡diez siglos, un milenio! ¿Qué “ciencia”, puede destruir un milenio de cultura y lengua? Es evidente que durante tal milenio, el pueblo “valenciano”, sus gentes, se comunicaban entre sí. ¿Qué razón “tribal” puede justificar que en 1238, los catalanes tuvieran su romance catalán, mientras que los valencianos “aniquilados” por los moros no conservaban, en la medida que se quiera su romance valenciano?.
Por supuesto que los desatinos “científicos” ¿?, van más lejos, porque en 1238 y sucesivos, llegan al reino de Valencia, catalanes, pero también occitanos, que hablaban romance occitano, aragoneses que hablaban romance aragonés, navarros que hablaban romance navarro, castellanos que hablaban romance castellano. ¿Cuál fue la fuerza del catalán para imponerse a todos los demás, que profesorado “titulado” nos envió para “ganar la batalla de la lengua”? Aquella teoría de Sanchis Guarner, costa-catalán interior-aragonés, no se la creía ni él mismo, a menos que en 1238 Els Ports y Xàtiva tuvieran playa “pisable” en sus municipios.
Además por aquellos tiempos, los catalanes era diglosicos. Hablaban en un romance catalán y escribían literariamente en otro; sí, en otro, curiosamente la lengua trovadoresca que era el romance occitano.
No estaría de más que estos científicos, que no admiten réplica, leyeran la opinión de quien caminaba las calles del reino y escribía: “aquesta terra ha lenguatge compost de diverses lengues que li son entorn, e de cascuna a retengut ço que millor li es, e ha lexats los pus durs e los pus mals sonants vocables dels altres, he ha presos los millors. E no res menys trobarets dins aquesta beneyta ciutat quius pot ensenyar les principals lengues del mon. Axi com son lati, ebraych e morisch”.
Y si remito a los científicos-filólogos al texto, es porque en él, el gerundense Eiximenis, no menciona para nada la lengua catalana, expresión ya documentada en 1341, ni tampoco el “catalanesch”, expresión que documentó en 1290 el trovador Jofré de Foxá, en sus “Regles de Trobar”. Para este autor catalán, el valenciano, había sabido recoger lo mejor “de su entorno”, lo que no es seguir exclusivamente el catalán del entorno. Y quizá más importante destacar, que en esta bendita ciudad, en 1383 podía “enseñar” las principales lenguas del mundo: latín (¡!), hebreo y morisco, afirmación trascendente que demuestra lo que bastantes no consideran: la pacífica convivencia de cristianos, moros y judíos.
Señores científicos, ¿por qué Eiximenis, “con conocimiento de causa”, no dijo que el lenguaje de la tierra valenciana era el catalán? ¿tienen a mano alguna explicación científica razonable y convincente?. Diversas lenguas quiere decir que no era una sola, que no se daba la “unidad” que algunos defienden.