Per Vicente L. Simó Santonja
Se trata de una teoría continuista. Los árabes no arrasaron al pueblo valenciano, convivieron con él, ¿cuántos árabes se ubicaron en el Reino de Valencia, como para borrar la lengua hablada, el romance valenciano, uno más entre los romances occitano, catalán, aragonés?
Con la dominación musulmana (anoten que no digo árabe) es evidente que el romance valenciano del siglo VIII evolucionó, como demuestran “palabras y toponimias”. Discutir ahora la inexistencia de mozárabes es como buscar el sexo de los ángeles. Pero además sucede que la ciencia se olvida de los muladíes, valencianos convertidos al Islam sin cambiar de raza, diglósicos, que seguían hablando el romance valenciano en sus casas aunque tuvieran que utilizar el árabe administrativo.
Un ejemplo actual refuerza esta idea correcta. En la Gramática normativa de la AVL se reconoce la diglosia entre el “valenciano formal” administrativo, por cierto “obligatorio”, y el “valenciano poco formal”, por cierto voluntario, que “puede” utilizar el pueblo “para ir por casa”.
Esta teoría que los científicos no reconocen, está más próxima a la realidad “lógica” si utilizamos uno de los argumentos de Eiximenis: la proximidad al latín, o ¿es que en el siglo VIII, era diferente la romanización catalana de la romanización valenciana, ambas encima de un sustrato ibero? Entre el VIII y el XIII, el romance valenciano se enriqueció con arabismos, más que otros romances. Y nadie niega que tras la Conquista siguió enriqueciéndose, según la tesis de Eiximenis, con otros préstamos aragoneses, castellanos, catalanes y por supuesto no se olvide, occitanos.
Piensen ustedes, y no olviden los científicos que fue al parecer ‘Ausias March’, ya en el siglo XV, el primero en abandonar el estilo de los trovadores occitanos (también utilizado por los catalanes) para escribir en la lengua de su pueblo, Beniarjó.
Lo que tiene que preocupar a los científicos filólogos, es qué pasó y cómo se comunicaban entre sí, cristianos, moros y judíos en 1238 en la babélica Valencia, y años después en el Reino a medida que la conquista avanzaba hacia el Sur, a menos que los catalanes repobladores fuesen políglotas que dominasen no sólo todos los romances, sino también el latín, el árabe y el hebreo. Pasó como en los problemas de calidad/precio, traducidos a conquistadores/conquistados. Los datos numéricos del Repartiment no pueden alterarse, y por simple sentido común 1.000/2.000 catalanes no pueden imponer una lengua, ni una cultura, a más de cien mil conquistados.
No debe olvidarse que San Pedro Pascual, hijo de mozárabes, debía tener ya nueve años cuando entró en Valencia Jaime I, y que Arnau de Vilanova, hijo de occitanos, nació en 1238-39. El término “valencianesch” aparece en un proceso judicial de 1343-48, pero el texto “valenciano” de Els Furs es de 1261, cargados del verbo “arromansar” ¿a qué lengua estaban “arromanzados”?
El “Valeri Maxim” de Canals se fecha en 1395 (“lengua valenciana”). Y tal lengua alcanza el Oro, en el XV, antes que ningún otro “romance español” con autores tan señeros como Canals, Bonifacio y Vicente Ferrer, Jaume Roig, Joanot Martorell y Ausias March. La consolidación llega hasta el XVI (1523), con Roiç de Corella, Sor Isabel de Villena, Fenollar, Miquel Pérez, Joan Esteve, Tomás Vesach, Fenollet, Juan Moreno, Gassull, Vinyoles… entre muchos más.
¿Cómo es posible que los aprendices “valencianos” de la lengua catalana (¿?) alcanzasen su Siglo de Oro, antes que sus propios maestros? La ciencia nunca debe confundir préstamos ocasionales, con estructuras definitivas.