Per Baltasar Bueno
Tomé el tren tartana Valencia-Zaragoza, que en Aragón le llaman “el valenciano”, y me fui a Zaragoza a ver la Expo del agua. Ni soy brujo, ni tengo poderes, como mucho, a ratos me gusta leer las rayas de las manos, y suelo acertar bastante, sin ser ello una ciencia exacta.
Había tenido la corazonada, no se por qué, de que la Real Senyera no estaba en el cuartito que el Consell ha montado en la ExpoZaragoza, una cosa cutre y desangelada, sin ninguna gracia, fría e inhóspita, con distinguidas pinceladas de buen fontanero de jardines y nada más.
Acerté, di en la diana. No está presente la Real Senyera Valenciana en el recinto ferial, en nuestro stand, al contrario de lo que ocurre en otros pabellones. O les ha dado vergüenza ponerla, o se han olvidado llevársela o el tripartito les ha dicho que no la pongan, por eso de estar en el cuerpo del mismo edificio que, mecachis la mar, son los mismos de los llamados países catalanes.
Elijan la opción que elijan, es grave: vergüenza, olvido o sumisión a la bandera mayor, la catalana.
Decía, y bien, en estas páginas el otro día Carlos Delgado, alcalde de Calviá, que los catalanistas lo que quieren es cambiarnos a baleares y valencianos, con la excusa de la lengua, y hacernos catalanes, cambiarnos de país, de territorio, de nacionalidad. Lo de Hitler, por la lengua al imperio alemán, hablan alemán, son alemanes.
Al paso que va el PP de Camps, Rambla y Costa, con su entreguismo ya pronto ni tendremos patria, ni tendremos bandera. No tendremos nada, estas cosas, por lo que pueden observar, como que se la refanflinfa. Porque ya me dirán por qué no han puesto en lugar destacado, como todos, nuestra Senyera en un stand que puede ser objeto de visita por miles y miles de ciudadanos nacionales y extranjeros.
También podría ser que como la Generalitat Valenciana está en quiebra económica total, a punto del proceso concursal, no tenga veinte euritos para ir a Galerías España y comprar una Senyera que poner en nuestra “embajada” en Zaragoza, así que a ver si alguien se anima, compra una y salva el honor de los valencianos enviándola a la organización de la Expo para que la ponga en nuestro stand, ante la dejación de funciones de nuestro Consell.
Perderá veinte euros haciéndolo, pero los invertirá bien invertidos, porque el mundo exterior sabrá que aún, hoy por hoy, mañana no se, los valencianos tenemos una patria y una bandera.