Los de la autodeterminación del valencianismo

Per Baltasar Bueno

Anidan en el valencianismo una serie de elementos, que no hacen más que marear la perdiz y servirle las roscas electorales al PP, bien por acción u omisión, lo que no se si por vocación propia o por bien pagado encargo.

Son gentes que lo único que muchas veces parece que con sus actuación pretendan medrar, vender o alquilar sus corralitos al PP, que es un consumado orfebre y maestro en dividir al valencianismo.

En el PP abundan quienes se pasaron con las banderas desde el valencianismo, dejando en la estacada al pueblo valencianista y asumiendo la bandera de la infeable tradición pepera.

El último del valencianismo político que se pasó con todos los bártulos y descaro del mundo fue José María Chiquillo, presidente “nacional” de Unión Valenciana, quien intentó justificar su inmoralidad política aduciendo que desde el PP se podía defender más y mejor la Lengua y Cultura Valencianas, las que ya han visto cómo el PP nos las ha dejado hechas unos zorros, por ejemplo con la pactada con Pujol AVL.

Una pena, porque en la inmensa mayoría de los valencianos anida fuertemente enraizado el valencianismo. La gente, al contrario de lo que se empeñan en decir los profesores pagados por la Consellería de Cultura en colegios, escuelas y universidades, se siente valenciana y no catalana, considera y quiere a su lengua propia como valenciana.

Pero al pueblo valencianista le falta el líder animador y aglutinador, ilusionador y organizador, que encauce debidamente sus sentimientos, deseos, credos y esperanzas. Los conatos que hubo de dirigentes se alquilaron, dejaron comprar y se pasaron de bando a la primera de cambio en que vieron billeteras, talonarios, chequeras, poltronas y coches oficiales con conductor que es lo que en realidad les gusta a los políticos, porque es sabido que la pela es la pela. Y todo lo hacen por la pasta, que es bien distinto al honroso lema de los picoletos Todo por la Patria.

Viene el 9 de octubre y unos impresentables del valencianismo van a liarla más y a empujar mucho más a la gente hacia el PP coreando la consigna “Per l´autodeterminació, Unió”. Ya están siendo pintadas las pancartas Lo de Unió, claro, con doble sentido, con ansias subliminales y ganas de sacar rédito electoral e intentar ponerse en valor en el mercado electoral, pues hay que salir de la cifra fatídica de media docena que quedan en el partido para cotizarse en bolsa de cara a las próximas elecciones.

No es muy novedosa la cosa nacionalista entre el valencianismo. El propio Chiqueillo era antes nacionalista y ahora se nos ha hecho españolista pues no hay nada como un sillón en el Senado y vivir de la sopa boba del dinero público Yo he visto a gentes de grupúsculos supuestamente valencianistas vestidos de negro y lanzando gritos y portando pancartas donde se decía “Canya contra Espanya”.

Justamente son las mismas frases que corean los grupos radicales catalanistas en sus manifestodromos. De ahí que los radicales valencianistas y radicales catalanistas han llegado a un punto equidistante en convergen en unión, todos juntos en unión, reclamando lo mismo, unidos en un mismo sentimiento y en una única estrategia. Se junta la radicalidad valencianista y la radicalidad catalanista. Superan con creces a los cuatro de la tercera vía.

Pura locura. Es una locura, como locura es la cláusula Camps. Jiménez Losantos nos lo recuerda todos los días en su matinal de la Cope, donde arrea fuerte a Camps y a González Pons ante sus tres millones de oyentes de toda España. Explica Jiménez que la cláusula Camps es desintegradora de esta realidad que aún se llama España, pues dice que él quiere lo mismo o más que lo que pidan vascos, gallegos y catalanes, quienes desaforadamente están por la autodeterminación y la independencia.

Es un mundo de locos. Y encima Camps, para completar esta sinfonía de ruidos y acuarela de incoherencias, me invita fax urgente invitándome a la ceremonia de inauguración del Race Village mañana en el puerto de Alicante. El hombre toca de oído una partitura que no es la de la triste y grave realidad de la calle. Vive en otro mundo inmerso en una política de fiestas sin fin, a pesar de que no hay un duro en las arcas públicas.

Todo son frivolidades, mientras hay que mendigar a financieras de grandes almacenes pasta para pagar la ampulosa nómina de los empleados y cargos políticos de la Generalitat Valenciana, porque las Cajas no tienen pasta de tanto poner en Terra Mítica, en bancos hipotecarios en Estados Unidos que quiebran, grandes fastos y ocurrencias del “jefe” y hasta en carísimos anagramas “inspirados” en antiquísimas cerámicas ibéricas de Enguera, que aquí el que no corre vuela.

cites

Hay unanimidad en los autores valencianos de los siglos XIV, XV y XVI en llamar valenciana a su lengua
Simó Santonja

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