Estructura del Judaísmo. Capítulo 2

Per Eliseo Forcada Campos

Se ha insistido siempre de que la humanidad fue creada por un solo Dios. Ello trae emparejadas importantes consecuencias para la vida pública. Igualdad absoluta, supresión de todas las vallas y barreras entre una persona y otra.

Estos son principios fundamentales en el judaísmo. Eso fue fácil mientras fueron una minoría perseguida en numerosas naciones. En la época en que vivimos esto está siendo muy difícil de conseguir. Es claro que Israel está siendo sometido a duras pruebas que ponen en peligro su supervivencia, no obstante no se debe encarar los problemas del presente olvidándose de los problemas eternos.

Esta igualdad de todos los seres humanos creados a imagen y semejanza de Dios, debe hallar también su expresión a la forma de gobierno a la que aspira todo judío en cualquier lugar del mundo. Los seres humanos deben construir sus respectivos países en libertad e igualdad de derechos. Es posible que llegue el día en que cualquier conflicto será resuelto por el diálogo y la concordia.
Toda persona es responsable no sólo de su propio destino sino también del destino de la colectividad. El hombre tiene el deber de tratar de comprender cuáles son los designios del Eterno en su propia época; y debe ponerse al servicio de tales designios. Ninguna sociedad humana podrá mantenerse sino está asentada en el derecho y la justicia.

Pero no basta con la justicia solamente. Justicia sin caridad es como un cuerpo sin alma. Y en nuestra época, la caridad requiere una vasta legislación adecuada y una administración capaz y honrada. En materia económica la caridad debe tender a dos finalidades: por una parte evitar la indigencia, y por la otra brindar ayuda constructiva. La práctica de la actividad económica debe caracterizarse por el deseo de colaborar con el Creador en perfeccionar la Creación. De ahí la prohibición de deteriorar y derrochar (Levítico 19,27 y Deuteronomio 20,19) y también de la obligación de trabajar. Tanto el operario como el funcionario o ejecutivo tienen el deber de esforzarse para incrementar la productividad de su labor. Las condiciones de los salarios deben basarse en este principio.

El Judaísmo no encumbra la riqueza por sí misma ni la desprecia. La elogia cuando sirve de instrumento para beneficio de la sociedad; la desaprueba cuando viene del fraude y la explotación del prójimo o cuando conduce al despojo del menesteroso. La meta del Judaísmo en materia económica, puede definirse en dos puntos: el perfeccionamiento de la Creación y asegurar el sustento a todo ser viviente. El individuo no debe descargar toda esa carga en el Estado, sino que cada uno debe sentirse comprometido a alcanzar estas finalidades. Veamos por ejemplo: nuestra generación ha conocido numerosos procesos de inflación. Todos presentan las mismas características: los ricos pueden prevenirse de las pérdidas y también a menudo se enriquecen con la inflación. Los asalariados también en parte están protegidos ya que el suplemento salarial por la carestía, les compensa de los perjuicios del cambio de valor de la moneda. Pero hay un sector que siempre tiene las de perder: los que por su edad o razones de salud han dejado de trabajar. El Judaísmo lucha contra el despojo que causa la inflación y con el deber de combatir toda forma de explotación y aprovechamiento.

Eliseo Forcada Campos
Asociación Cultural Cardona Vives

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