Per Eliseo Forcada Campos
La elección de Pueblo Judío por Dios constituye, un privilegio singular, pero es un privilegio que exige obligación. Se debe comprender a las demás naciones y hacer lo posible por acercar el advenimiento del Mesías, para bien de todos.
No es fácil la actitud de judaísmo respecto a la guerra. Por una parte hallamos las batallas por la conquista del país, los episodios descritos en el Libro de los Jueces, la extensión del reino con el Rey David, numerosos conflictos descritos en los libros históricos, las guerras de los Macabeo. Por otra parte en toda la historia de la época de los Patriarcas hay sólo dos guerras. Una es la que libró Abraham para salvar vidas humanas rechazando toda participación en el botín (Génesis, 14). La otra fue librada por Simón y Leví, por el honor de su hermana Diná, con gran disgusto de su padre Jacob, quien condenó severamente la acción vengativa de los hermanos. En toda la historia del pueblo judío son muy pocas las “guerras de elección”.
La festividad de la Janucá conmemora, según los Sabios judíos, no los combates y victorias sobre los enemigos, sino principalmente la restauración del Templo y el milagro del cántaro de aceite. “No por el poderío y la fuerza, sino por mi Espíritu- dice el Señor de los Ejércitos” (Zacarías 4.6)
El pueblo tiene el deber de defender con todas sus fuerzas y con todos sus recursos cada palmo de terreno de su patria en caso de una guerra obligatoria. Hay muchos pueblos cuyas glorias descansan sobre sus hazañas castrenses. En cambio el rey David que ensanchó las fronteras del país más que ningún otro, ha quedado para la historia como el “Salmista”.
A lo largo de su historia y en la mayor parte de ella el pueblo ha vivido una vida pacífica. Pero cuando se desencadena una guerra contra él, sabe resistir esa prueba como si nunca hubiera hecho otra cosa. Los ejemplos al respecto se extienden desde los días de patriarca Abraham, a través de la época de los Jueces y de los Reyes, el periodo de los Macabeo, hasta los días de la Haganá y del Ejército de Defensa de Israel. En tanto de que subsista la probabilidad de nuevas guerras, no es posible tener que renunciar a un ejército bien preparado.
Nuestra generación disfruta de un enorme privilegio del cual aún no nos hemos demostrado merecedores. Esto impone sobre nosotros una enorme obligación.
Una generación agraciada por un privilegio tan maravilloso no puede pensar en arreglar sus problemas en forma rutinaria o utilitaria. Se le impone una revolución de doble carácter. Una revolución espiritual y una revolución vital.
Eliseo Forcada Campos
Asociación Cultural Cardona Vives