Per Eliseo Forcada Campos
La estructura de la religión judía se caracteriza por el hecho de que abarca y engloba la vida entera del hombre judío, desde el mismo día de su concepción hasta el día de la muerte. Por lo tanto no podemos intentar de explicar esta religión a través de unos pocos o muchos detalles. Antes que nada debe formularse la pregunta clave: ¿qué se propone la Torá?. En otras palabras : ¿Por qué la Torá ofrece lo que ella quiere brindar, en primer término bajo la forma de preceptos concretos que se deben cumplir?. El vínculo del hombre judío con el mundo de los preceptos no es algo casual. Los preceptos de la Torá acompañan toda su vida al hombre judío. El día del ser humano empieza en el momento en que abre los ojos con una oración, aún antes de lavarse las manos; y concluye con la recitación de la Shemá antes de dormir.
Los preceptos le persiguen durante todos los momentos del día. Es evidente, por lo tanto, que la primera y básica preguntar debe ser : ¿Por qué el Todopoderoso, que dio a Israel la Torá, escogió tal sistema de preceptos?. Por supuesto que el ser humano no ha recibido directamente del Altísimo la respuesta. Cualquier individuo puede, por sentido común, rechazarlos.
Pero hay un motivo que lleva a reflexionar a todo judío: “Los preceptos fueron dados solamente para purificar mediante ellos a las criaturas”. ¿ Y para que quiere Dios purificarnos?. A ello responde explícitamente la Torá, al decirles, en el momento de convertirlos en pueblo: “Y vosotros Me seréis un pueblo de sacerdotes y una nación santa” (Exodo 19,6). Los preceptos que acompañan al judío desde el nacimiento hasta la muerte, están encaminados hacia ese fin. Ese pueblo que surgió a la libertad después de cientos de años de esclavitud, y que recibió la Torá, no estaba en condiciones de ser “un pueblo de sacerdotes” sin una adecuada educación para tal fin. Pero sí estaba en condiciones de recibir la debida educación que lo convertiría en “un pueblo de sacerdote y una nación santa”. La Torá ha puesto ante los judíos esta meta suprema, pero también les ha proporcionados los medios para alcanzarla.
Todo pedagogo sabe que hay dos métodos teóricos para educar al ser humano. Un de ellos es, que el educador exponga ante el educando el propósito educacional y se lo explique todas las veces que haga falta, hasta que éste educando llegue a la meta. La otra posibilidad es acompañar las prédicas con ejercicios destinados a modificar las modalidades del educando y a orientarlas hasta lograr la meta deseada.
Eliseo Forcada Campos
Asociación Cultural Cardona Vives