Per Eliseo Forcada Campos
Parece como si tuviera que existir una separación entre el Israel anterior a Moisés y el posterior, el de la Ley, ya que las promesas se hicieron en tiempo primitivo y con Moisés empieza el tiempo del culto y la legislación. En realidad San Pablo se refería a los dos tiempos de Israel como una misma cosa, incluso añadiendo el periodo de Cristo. Pero como la edad mesiánica ha venido con Jesucristo, debemos afirmar que los antiguos privilegios han perdido vigencia, o mejor dicho, aquellos privilegios han quedado ahora transferidos a la Iglesia.
La Iglesia de Cristo es ahora el nuevo Israel, pero en realidad la distinción entre el Israel del espíritu y el de la carne, no es una división entre la Iglesia y en antiguo pueblo, sino más bien es el pueblo judío el que está dividido. Aún reconociendo que la Iglesia es el pueblo de Dios, los judíos creyentes y no creyentes, siguen siendo el pueblo que recibió las promesas y al que Jesús perteneció por origen humano.
Entonces vemos que la sangre con la cual redimió al mundo y la que se consume en la Eucaristía, es sangre judía y ¿puede tener esto un significado teológico? Actualmente muchos escritores que quieren demostrar la complicidad de la Iglesia en el antisemitismo, la acusan de haber tenido por judíos a todos los enemigos de Cristo. Para muchos cristianos ha habido un cierto disimulo a este respecto. Para ellos Cristo es el Hijo del Hombre, un ser universal, y aunque doctrinalmente es así, no podemos olvidar el aspecto humano de Jesús, porque en ese caso dejaría de ser el Mesías.
La Iglesia no ha olvidado nunca este punto, concretamente, el día 1 de Enero se celebra la Circuncisión del Señor, y Jesús en el cielo será siempre miembro del pueblo de Israel. Las ventajas que heredan los judíos son el resultado de una comunidad espiritual, ya que son debidas a las promesas hechas por Dios a un pueblo determinado y que en cierta forma se las habían merecido, porque todos estos privilegios son ajenos a la identidad física con los patriarcas e incluso con el mismo Jesús.
Según San Pablo, la elección divina no puede ser anulada por la infidelidad humana. Los judíos, tanto los creyentes como los no creyentes, siempre serán los predilectos. El Apóstol dice” ¿qué ventajas tiene el ser judío?”. Primeramente les ha sido confiada la palabra de Dios, y aunque muchos no hayan creído ¿es suficiente una prueba de infidelidad para negarles Dios su ayuda y apoyo?.
Con la venida de Jesús, el pueblo perdió su exclusiva, aunque al incorporarse a la Iglesia Cristiana, continúan teniendo sus prerrogativas, porque el amor de Dios a la humanidad no anula el amor a su pueblo. Sigue hablando San Pablo de la universalidad de la salvación, tanto para judíos como gentiles. “La gracia de Dios es dada a los judíos, como un acto de fidelidad
de Dios, que confirma sus propias promesas y se concede a los gentiles en un acto de pura y ni siquiera pedida misericordia” (Rom 15-8).
En su carta a los de Efeso dice: “Acordaos de que en un tiempo, vosotros (gentiles) según la carne, estuvisteis entonces sin Cristo, alejados de la sociedad de Israel, extraños a la alianza de las promesas, sin esperanzas mesiánicas, y sin Dios. Pero ahora por Cristo Jesús, los que en un tiempo estaban lejos, habéis sido acercados por la sangre de Cristo, pues El es nuestra paz, que hizo de los pueblos uno, derribando el muro de la separación. Por tanto ya no sois extranjeros ni huéspedes, sino conciudadanos de los Santos y familiares de Dios, edificado sobre el fundamento de los apóstoles y los profetas, siendo piedra angular el propio Cristo Jesús“(Ef.2.11-20).
Eliseo Forcada Campos
Asociación Cultural Cardona Vives