Per Eliseo Forcada Campos
La visión de Isaías se ha cumplido: Los gentiles pueden salvarse, haciéndose miembros de un Israel fiel, transformado por la sangre de Cristo.
Uno de los temas más difíciles en la teología de San Pablo, es el de la Ley. Es un tema contradictorio, porque por una parte se dice que la Ley es buena, es un privilegio de Pueblo; pero hay otros pasajes en los que muestra el aspecto negativo. La Ley es como una prisión para el pueblo, para dar nacimiento al pecado.
Este siempre ha sido un tema importante en el pensamiento cristiano. Muchas veces se ha olvidado, que San Pablo, en las cartas a los Gálatas y a los Romanos, habla contra los judaizantes, es decir, contra aquellos que quieren conservar la Ley, o parte de ella, y la fe en Cristo, como medio de salvación. De aquí ha surgido el concepto erróneo, de que el Dios del Antiguo Testamento, no es el Padre Divino de Jesucristo, de que habla el Nuevo Testamento. Esta fue la opinión de muchos estudiosos gnósticos, entre ellos Marción, un hereje que hubo en el siglo II. Rechazó el Antiguo Testamento, y del Nuevo sólo se quedó con San Lucas y las Epístolas de San Pablo, e influyó en la doctrina del Maniqueísmo.
Según Mani, el fundador del movimiento, “la Ley y los Profetas eran obra del demonio”.La posible influencia del maniqueísmo en la iglesia cristiana, que fue como una sombra, responsable de las opiniones negativas que sobre los judíos tenían los cristianos durante la Edad Media. La Iglesia, no obstante, ha rechazado siempre a Marción y ha defendido siempre el Antiguo Testamento, como portador de las bases para la venida de Cristo.
Para nosotros, los católicos, debemos considerar las Epístolas de San Pablo, como palabra de Dios. Pero hay que reconocer que fueron escritas en situaciones difíciles, ya bien para imponer una doctrina a la comunidad, o bien, para destruir falsos principios; de modo que hay que buscar una segunda intención en San Pablo, para poder aclarar su teología. Hay que estudiar el pensamiento de San Pablo, para poder sacar una conclusión.
Pablo empieza afirmando categóricamente, que la legislación divina fue privilegio de Israel. Siempre ha considerado la historia como un todo. No ha separado el periodo de los patriarcas, con el de la alianza mosaica y el de la Ley. Pablo siempre creyó que la Ley era la manifestación de la voluntad divina “la sabiduría de la carne es enemiga de Dios, pero no está sometida a la Ley, ni puede estarlo” (Rom.8,7-8).
Yavéh había dicho a su pueblo, “Guarda mis leyes y mis juicios, el que los cumpliere vivirá por ellos” (Lev.18,5). Sin embargo todos los estudiosos, incluso Pablo, coincidían en que no era suficiente poseer la Ley, “El día de la revelación del justo juicio de Dios, que dará a cada uno según sus obras”. Esto se refiere concretamente a la humanidad antes de la venida de Cristo. Pero San Pablo añade que no es diferente el criterio respecto a los judíos que han sido bautizados.
A los Gálatas les dice: “No os engañéis; de Dios nadie se burla. Lo que el hombre siembra eso recogerá. Quien sembrare en su carne, de la carne cosechara la corrupción; pero quien sembrare en el espíritu cosechará la vida eterna”.
Eliseo Forcada Campos. Asociación Cultural Cardona Vives