Un gran honor

Per Juan Vanrell Nadal

Soy el mallorquín afincado en Valencia. No olvido nunca, nunca, a mi Mallorca natal. Nostálgicamente se cumple en mí lo que cantamos en «Patria»: «Quina terra tan bella n´es Mallorca, per mi no ey ha en el mon com sa Roca... Lluny d´aquesta llum que tant he vista, sa vida en altre lloc sería trista. Patria, si jò´s dexava cualque día, de sa pena, de sa pena, en moriría». (María Sabater Gerli, 1882).

En Valencia colaboro en el diario del mismo nombre. Allí defiendo la importancia de la Educación, con mayúsculas, y la dignidad del profesorado. Allí, con evidencias reales, he denunciado la trampa nefasta que para la juventud española ha sido la LOGSE. El gran fraude del gobierno socialista a España no fue FILESA. Ha sido la LOGSE. Esta ha creado una generación estudiantil inculta y hedonista, sin capacidad de esfuerzo, de sacrificio y de superación...

Aquí voy a dejar en letra impresa mi orgullo de ser mallorquín. Lejos de Mallorca, este orgullo cada día es mayor. La infancia marca. Bernanos decía muchas veces «L´enfant que je suis été» (el niño que fui). Yo a mis 70 años superados sigo siendo s´al.lot que era a sa Raconada d´Algaida. Sigo recordando las noches serenas y oscuras (nuestra única iluminación era la luz tenue de un llum d´oli), el cielo maravillosamente estrellado de las noches de verano, el tintineo melancólico y desacompasado d´es picarols de ses ovelles, las rondalles que mi padre me contaba en un mallorquín ancestral encantador, etc, etc, etc. Sí, sigo siendo aquel niño que fui, que jugaba en la calle a «rompes» o a «quens»... Orgulloso de unos padres dechados de honradez y sabiduría innata. No sabían leer ni escribir, pero tenían «seny» a raudales, además de un amor desbordante a los hijos, seis, a las personas y a las cosas. Orgulloso de mi lengua mallorquina tan antigua, tan melodiosa, tan nuestra, con sus uep!, au idò, mem. Orgulloso de su paisaje, maravilla del universo y gozo de millones de turistas. Precisamente estos millones de «forasters» son el plebiscito internacional irrefutable de lo maravillosas que son nuestras islas...

Es significativo que algunos de ellos, prendados de su belleza, hayan quedado a vivir en ella. Tenemos casos verdaderamente portentosos. Los mallorquines cultos nos enorgullecemos de que hubiera vivido entre nuestros antepasados la figura extraordinaria del Archiduque Luis Salvador. Hizo por Mallorca y el idioma mallorquín lo que ningún isleño ha hecho todavía. Los 10 tomos de su «Die Balearen» son un compendio admirable de lo que eran las Baleares en el siglo XIX. Ante este trabajo monumental es increíble e incomprensible que haya mallorquines, como los hay, que menosprecien lo suyo: su lengua, armoniosa y ancestral; sus costumbres, cruce de muchas civilizaciones; su idiosincrasia, única e intransferible.

Más recientemente hemos tenido a Robert Graves. Se afincó en nuestra isla ya antes de nuestra incivil Guerra Civil. Un barco inglés recogió a los ciudadanos británicos al inicio de esta guerra. Pero apenas pudo, Mr. Graves regresó a su casa y terreno de Deià. Allí escribió buena parte de sus mejores obras. Desde allí explicaba a sus compatriotas cómo éramos y hablábamos: «El mallorquín es una lengua tan antigua como la inglesa, más pura que el catalán y el provenzal, sus parientes más próximos». ¿Era inculto el autor de «Claudio y yo»?... En el montículo de Deià, junto a la iglesia y frente el mar, está enterrado. En Deià su hija cuida y preside la fundación de su memorable padre. ¡Quina terra tan bella n´és Mallorca!

Juan Vanrell Nadal es catedrático de Bachillerato.
Artícul publicat en el periodic “El Mundo” de Baleares, el 24.8.2003

cites

Los mallorquines hablan una lengua que es tan antigua como el inglés y más pura que el catalán o el provenzal, sus parientes más cercanos.
Robert Graves

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