Per Eliseo Forcada Campos
San Agustín trata con delicadeza el tema y dio una explicación a la incredulidad judía, y de la misión que este pueblo tiene en el mundo. Pero parecer ser que no se comprendieron bien sus escritos durante la Edad Media. De poco puede servir para justificarse, el aludir al antijudaísmo griego, romano o musulmán, o de algunos ateos como Volteaire, ya que nosotros somos primero que nada cristianos.
Los cristianos siempre hemos pensado que la dispersión de los judíos vino dada a una afirmación de Jesús. Hay una historia que se cuenta, la del judío errante, que empieza contando las aventuras de determinado individuo, que se negó a dar un vaso de agua a Jesús, cuando iba camino del Calvario. Jesús lo condenó a vivir errante. Posteriormente muchos creyeron haberlo visto en Madrid en el siglo XVI. Igualmente fabulosa es la historia de que la dispersión fue condenada por Jesús a todo el pueblo, por el hecho de la crucifixión.
La Diáspora empezó 8OO años a.C. cuando fue destruido el Reino de Israel por el asirio Sargón, concretamente en el año 722 y posteriormente en el 586, el Reino de Judá por Nabucodonosor. De esta manera desapareció el reino fácilmente, y los pocos que quedaron se mezclaron con los asirios, formando los samaritanos. Sólo se quedaron puras las tribus de Judá y Benjamín, hasta que Ciro les dio la libertad.
En tiempos de Jesús, se calcula que había en Israel de 500 a un millón de habitantes, mientras que los judíos de la Diáspora se calculaban en 5 millones. En China ya había colonias judías desde antes de Cristo. No obstante Israel continua siendo su tierra sagrada, y el Templo lugar de peregrinación, y todo el mundo pagaba sus impuestos para su mantenimiento.
La doctrina de la dispersión en realidad, no tiene otro fundamento, que la afirmación que hicieron los apóstoles Pedro y Pablo, en el sentido de que los judíos no volverían nunca a su tierra. Y posteriormente cuando tuvo lugar la expulsión definitiva (años 70 y 135), se creyó que se cumplía la profecía. Por otra parte los Evangelistas tampoco indican nada que se relacione con la expulsión definitiva. Sólo hablan de la destrucción de Israel y la expulsión de sus habitantes.
No es cierto que los judíos rechazaran a Jesús, ya que los primeros cristianos eran hombres de Israel. Por otra parte la vida pública de Jesús fue tan corta, que muy poca gente le conoció, y menos aún los que estaban en la Diáspora, ya que aunque muchos acudían por Pascua a Jerusalén, no eran los suficientes para transmitir la noticia, y más teniendo en cuenta las comunicaciones de aquella época.
Eliseo Forcada Campos. Asociación Cultural Cardona Vives.