Per Eliseo Forcada Campos
Historiadores de aquella época como Filón, Justo y Flavio Josefo, apenas le dedican una línea. Sin embargo cuantos le conocieron le siguieron llenos de fervor: San Mateo dice “su fama se extendió por toda Siria, etc..(5.1-2). San Juan dice, que el proceso de Jesús fue decidido por el Sanedrín, porque de otra forma “todos se hubieran convertido”. Sobre el año 70 de nuestra Era, ya contaba Jerusalén con una comunidad muy importante. En los Cuatro Evangelios, siempre vemos que el pueblo seguía a Jesús, sólo en el de San Juan advertimos el término judío como enemigo del Maestro, pero en realidad cuando usaba ese término lo hacía para referirse concretamente al Sanedrín, escribas, fariseos, clase gobernante, etc…
Lo que ocurre es que San Juan escribió, cuando la separación entre Iglesia y Sinagoga estaba ya consumada. Este mismo detalle no lo han tenido en cuenta algunos escritores modernos, ya que al hablar de esta forma y leer literalmente, parece como si todo el pueblo estuviera en contra de Jesús, cuando en realidad fue al revés. Los enemigos de Jesús fueron pocos aunque poderosos; la mayoría lo aceptó.
En realidad Jesús vivió y murió bajo la Ley de Moisés: no vino a cambiar nada, sino a aclarar cosas. Enseñó en la Sinagoga, practicaba la doctrina del Antiguo Testamento, incluso eligió a los Doce de entre el pueblo. En el Evangelio de San Juan dice Jesús claramente: “Vosotros –dice a la samaritana - adoráis lo que no conocéis, nosotros adoramos lo que conocemos, pues la salud viene de los judíos“ (4,22); y se podrían citar otros muchos ejemplos de los Evangelios. Y por último una frase que ha tenido siempre mucha resonancia, “caiga su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos“. Con esta frase parece como si se refiriera a todo un pueblo. Muchos durante siglos han interpretado mal esta frase, pero en realidad no resiste la más ligera crítica.
Para los escritores hebreos, que miran las cosas bajo un punto de vista más literario, en esta frase se usa un término del Antiguo Testamento, que más que otra cosa indica inocencia del reo “caiga su sangre sobre nosotros…..”. San Mateo no le dio más importancia a esta frase, al contrario, según él, las masas de gente fueron adiestradas y aleccionadas por los que hoy en día se denominarían políticos. Entonces, y en definitiva, nos encontramos con un grupo de amotinadores fanáticos, y que debido a la estrechez de las calles de Jerusalén y al pórtico del Palacio de Pilatos, no podía ser muy numerosa. No se libra de esta culpabilidad el propio Pilatos, sin embargo, a pesar de haberse lavado las manos.
Del pueblo judío contemporáneo de Jesús, sólo cabe decir, que practicaba la religión con piedad, como lo han demostrado los descubrimientos de Mar Muerto y también de que aquellas comunidades estaban llenas de gran espíritu.
Y por último la muerte de Jesús. Ya antes de que llegara su hora estuvo en muchas ocasiones en peligro, no por el pueblo en sí, sino por la clase dominante de Israel. Sin embargo repasando la Historia todos salen más o menos bien librados: Herodes se limita a burlarse de El; Anás lo somete a interrogatorio y aconsejó posteriormente; Caifás, influyó sobre el procurador romano para que se cumpliera el castigo; Pilatos que tenía el poder para castigar o perdonar, lo entregó para que lo crucificaran y se lavó las manos (una forma de actuar muy corriente en la Historia), sin embargo Jesús murió porque tenía que hacerlo.
Eliseo Forcada Campos. Asociación Cultural Cardona Vives.