Introducción al Judaísmo. Teología del Antisemitismo. Capítulo 7 y último

Per Eliseo Forcada Campos

Vemos claramente que Pilatos fue forzado a decidir, pero ¿por quién? El Sumo Sacerdote, concretamente, era nombrado por los romanos, es lo que hoy podríamos decir “colaboracionista”, pero por otro lado vemos a numerosos judíos que lloran a Jesús. San Agustín, dice, que Jesús fue muerto por la espada de la lengua. El tribunal parece cualquier cosa menos lo que debió ser; el reo es abofeteado; no hay testigos de descargo. Respecto a los posibles culpables, es mejor dejarlos al juicio de Dios, ya que el los perdonó en la cruz.

El escritor Jules Isaac, autor de Jesús e Israel, da algunas razones en defensa del pueblo judío; la primera podría ser, que los judíos de la Diáspora eran superiores en número que los habitantes de Palestina y por lo tanto no tuvieron ninguna culpa de lo sucedido. Otra podría ser que Jesús no se manifestó como ellos esperaban tenía que hacerlo Dios, y sin la convicción de que un personaje es Dios, no podía haber culpa de deicidio. Otra explicación es que los responsables de la Pasión fueron los dirigentes, y todos sabemos que esta clase de personas abunda en todos los tiempos.

San Pablo dice claramente, “Si lo hubieran conocido nunca lo hubieran crucificado“ (I Corintios 2,8). San Pedro afirma, ”Se que lo hicisteis por ignorancia” (Hechos 3,17). Jesucristo en la cruz dijo “No saben lo que hacen”. Respecto a Caifás y demás dirigentes del pueblo, por otra parte, estaban ya cansados de tanto falso profeta, ya que en aquellos tiempos hubieron varios que así se proclamaron. Respecto a Pilatos aún hay muchos enigmas por descubrir: miedo a sus superiores, no querer enemistarse con el Sanedrín. Después de todo la vida humana importaba poco por aquellas fechas, sin embargo el propio Pilatos dijo claramente, ”yo puedo librarte o crucificarte”.

Después de toda esta exposición, llegamos a la conclusión, que todos los problemas, vicisitudes, luchas, odios y sangre, no sólo en este tema que nos ocupa, sino en todos los demás problemas en los que han sido enfrentados pueblos y comunidades a través de la Historia, siempre ha sido en la mayoría de los casos, por el enfrentamiento de los poderes.

En este caso ¿qué poderes concretamente? La Iglesia y la Sinagoga. La primera, por su incongruencia, paradojas, interpretación personal de la Biblia, falta de ecumenismo, ignorancia de sus dirigentes en muchas ocasiones, etc… Aunque ha demostrado voluntad de hierro en defensa de la fe y “el infierno no prevalecerá sobre Ella”.

La segunda, es decir, la Sinagoga, por cerrar los ojos ante hechos evidentes, falta de progresismo en sus estudios bíblicos, creer en Dios como propio y personal, orgullo personal del que está en poder de la verdad por encima de los demás pueblos, etc…

Iglesia y Sinagoga, nunca se sentaron a la misma mesa a dialogar, sobre todo cuando debieran haberlo hecho, cuando los acontecimientos aún estaban frescos y examinar el tema con imparcialidad. Se tenían que haber limado asperezas, ver los puntos de coincidencia, comprobar con ecuanimidad los efectos que podría tener el Cristianismo sobre el Judaísmo, que había de positivo en la doctrina de Jesús, ya que como el dijo no vino a cambiar nada del Antiguo Testamento.

Se les podía preguntar a ambos, como instituciones, qué es lo que esperaban del Mesías ¿por qué consideraron sólo su verdad?

Toda esta incomprensión, dirigida a las masas, muchas veces por personas de buena fe, pero mal preparadas intelectualmente, personas que sólo vieron una cara del amor; otras veces personas con intereses económicos y políticos que para conseguir sus objetivos no tropezaron con obstáculos. Pero tampoco es labor de unos y otros juzgarlos.

Iglesia y Sinagoga están destinadas a caminar juntas. Han tardado en comprenderlo dos mil años, pero por fin lo han conseguido, aunque desde luego, no todo está resuelto por supuesto, son muchos los asuntos aún por tratar, incluso a nivel de Estados. Hay que perdonar aunque no olvidar, para que la Historia no se repita.

Un paso muy grande para esta reconciliación han sido los Concilios Vaticano I y II. Es el primer paso, quedan aún muchos por dar. Esperemos que este nuevo ecumenismo emprendido por Nuestra Iglesia Católica no decaiga, y por el contrario seamos los propios católicos y cristianos en general, en demostrar esta buena voluntad y amor a toda la humanidad en general y principalmente al pueblo hebreo, para que de este forma se cumplan los deseos y la palabra lanzada al mundo por Jesucristo.

Eliseo Forcada Campos. Asociación Cultural Cardona Vives.

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Los mallorquines hablan una lengua que es tan antigua como el inglés y más pura que el catalán o el provenzal, sus parientes más cercanos.
Robert Graves

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