Per Eliseo Forcada Campos
Al principio del siglo XVI, empezó un movimiento de resurgir económico en toda Europa. España empezaba a ser una poderosa potencia envidiada por todos. Estos hispanos fueron en parte los principales promotores de este movimiento. Eran los agentes del comercio internacional, comerciantes de toda clase de géneros y mercancías, exportadores e importadores. Numerosos viajeros y enviados de las potencias europeas a las ciudades de Grecia y Turquía, cuentan sobre la cantidad de gente que se dedicaba al comercio y a la industria artesana y de cómo la comunidad hispana acaparaba toda clase de artes y oficios. España era la envidia de las naciones.
En el libro de Mair Jose Bernadete “Hispanismo de los Sefardíes Levantinos “, dice, existe un caso concreto el de un médico Amatus Lusitanus, que había cursado sus estudios en la Universidad de Salamanca, y que aparte de sus éxitos como cirujano, ya había sospechado algo sobre la circulación de la sangre por el cuerpo humano. Los sefardíes pueden estar orgullosos de un hombre como este.
Las comunidades sefardíes conocieron momentos de esplendor, durante los siglos XVI, XVII, XVIII, pero gradualmente van perdiendo la cultura española. Esto fue debido principalmente, a que tanto en España como en Portugal se va perdiendo el espíritu de hegemonía que hasta entonces habían tenido. Estas comunidades influidas por corrientes políticas nuevas e incluso algunas nacionalistas, hicieron que fueran perdiendo su legado hispánico. Pero lo que más degenero fue su propia religión judaica.
Estas comunidades, al decaer la vida económica hacia finales del siglo XIX, e influidas por el auge económico de las nuevas tierras de occidente, emigraron hacía allí, sobre todo a los Estados Unidos y a la América Hispana. Se tiene datos de que en los primeros años del siglo entraron en América del Norte 60 mil hispanos, todos ellos descendientes de las comunidades levantinas y mediterráneas.
El problema radicaba en que los sefardíes orientales distribuidos por el Mediterráneo, al llegar a los países de destino se vieron con la imposibilidad de seguir practicando sus estudios y profesiones.
Poco a pocotas nuevas generaciones de sefardíes fueron perdiendo el contacto con el mundo culto e intelectual de sus abuelos. La medicina que había sido siempre el campo preferido, paso a ser algo parecido a la magia. En las clases bajas los resultados fueron peores. En Salónica por ejemplo la industria lanera muy importante en otros tiempos empezó a sentir la competencia de otros países europeos, que habían evolucionado a través de los tiempos.
Sobre los sefardíes de Constantinopla, se decía a principios del siglo XIX “Dicha comunidad a perdido su antigua gloria. Cuando llegaron aquí procedentes de España, venían instruidos y llegaron a ocupar sitios importantes como también sus descendientes. Pero poco a poco fueron desplazados por griegos y armenios, y ellos a la vez cayendo en la pobreza. Su decadencia se debió a su bajo nivel cultural, que no pudo ser reemplazado y a la falta de dirección intelectual de cara a futuras generaciones.
Pudieron haber otras causas accidentales como los incendios de Salónica en el siglo XVI, que poco a poco, fueron destruyendo sus bibliotecas. Fue tal el desánimo que hasta renunciaron a defender sus derechos, además de la oposición a toda innovación que venía de fuera. Lo único que mantuvo al pueblo más o menos unido fue lo de siempre, el único medio que tenían, El Talmud.
Eliseo Forcada. Asociación Cultural Cardona Vives