Per Eliseo Forcada Campos
Habría que hacer hincapié por el interés de los españoles por todo lo referente a los sefardíes. Don Fernando de los Ríos durante la 2º República y nuestro anterior Jefe del Estado el General Franco, entre otros, se preocuparon en gran manera por estos paisanos nuestros. Tanto un gobierno como el otro dieron la ciudadanía española a numerosos de ellos. La España de Franco, según cuentan los propios afectados, salvo a varios centenares de ellos durante la Segunda Guerra.
En el reinado de Carlos IV, ya se iniciaron esfuerzos para anular el Edicto de Expulsión de 1492. Posteriormente numerosas peticiones llegaron al General Prim, hasta que en una carta hecha pública el 1 de diciembre de 1866 el General Serrano y el Ministro de Justicia Romero Ortiz, abolieron de hecho el Edicto del siglo XV.
Numerosos hombres de letras parecen indicar algo, como si España estará incompleta hasta que se reconcilie con Israel. Benito Pérez Galdós, el más grande desde Cervantes, habla de ello en su novela Misericordia. Castelar y Menéndez Pelayo parecen indicar algo similar.
De todos modos el español en general y también el de nuestros tiempos, nunca ha tenido reparo en demostrar el parentesco con los hebreos. Siempre nos hemos vanagloriado de que todos nosotros llevamos sangre judía. Muchos fueron los ministros de gobiernos anteriores, que se maravillaron al comprobar la cantidad de personas que hablaban aún el español en ciudades como Bucarest, Belgrado y Constantinopla. Un español si se quiere desvirtuado por las voces extranjeras añadidas a través de los años. También se lamentaban dichos políticos, de que había a principios del siglo pasado, medio millón de individuos, esparcidos por todos los pueblos de Oriente, que conservan un grato recuerdo de nuestra Patria transmitido de generación en generación, que la aman y que hablan nuestro idioma, sin embargo “nosotros no les hacemos ni caso”.
Añadiendo más nombres a la lista de literatos que hablan de la resurrección de la cultura hispano-judía, podríamos citar a Amador de los Ríos, Francisco Fernández, Giner de los Ríos, Blasco Ibáñez, Concha Espina, etc...
Se cuentan casos emocionantes de sefardíes, que al visitar nuestra nación, bien con carácter de turistas o como futuros inquilinos del solar patrio, sintieron verdadero gozo y una inmensa alegría al saber que volvían a la Patria de sus mayores, que todo se lo debían a España, a pesar del desaire con que la Patria los había tratado y que aquí no se encontraban intrusos, era como la llamada de la sangre.
El final del Imperio Sefardí, por llamarlo así, acabó con Salónica colonia por excelencia, la cual dejó de existir durante la ocupación alemana en la Segunda Guerra.
Pero anteriormente todo se preparaba para este final. El imperio turco quedó destruido, por otra parte, en las colonias sefardíes la economía decreció, debido al progreso y a las sucesivas invasiones y revoluciones. Todos estos hechos hicieron que poco a poco estos individuos se fueron compenetrando con las nuevas sociedades que se formaban. Los que pudieron emigraron a Italia, Francia, España, Estados Unidos, Hispanoamérica, etc...
Eliseo Forcada. Asociación Cultural Cardona Vives