Un Mensaje Eterno. Capítulo 2

Per Eliseo Forcada Campos

Los Evangelios responden a ellas, como respondieron los escritos parciales que les precedieron. Pero los Evangelios nos dan, como es sabido, una visión tardía de los hechos desde una óptica de fe. Visión tardía porque la fe es muy anterior a cualquier escrito sobre su contenido. Esto no quiere decir, sin embargo, que la presentación de los Evangelios sea interesada y deformada. Todo lo contrario. La coincidencia de los cuatro Evangelios en los hechos fundamentales es clarividente. No obstante un hecho concreto como es la resurrección pertenece por completo al ámbito de la fe. Podemos saber por los Evangelios que el sepulcro estaba vacío, lo que no podemos es demostrar el hecho mismo.

También nosotros, a distancia de siglos nos interesa saber, no como resucitó sino que ocurrió aquel día; queremos saber por qué murió Jesús y quienes fueron los responsables. Sin estos dos hechos, el de la muerte y resurrección ¿quién se acordaría de aquel rabino judío que recorría los campos y aldeas anunciando la llegada del Reino de Dios?

Existe otro aspecto de la cuestión que despierta nuestro interés. ¿Quienes fueron los responsables de la muerte de Jesús? La lectura de los Evangelios no nos saca de dudas. Muchos factores influyeron en su condena. Las clases ricas y pudientes de Jerusalén, la chusma enloquecida, el Sanedrín, y por encima de todos ellos, el poder romano. Sin embargo, toda la autoridad estaba en manos del Prefecto Romano: ¿No sabes - dice Pilato a Jesús- que tengo autoridad para soltarte y tengo autoridad para crucificarte? (Jn. 19,10).

Hay otra faceta de los hechos que no puede ser olvidada: “Jesús estará en agonía hasta el fin del mundo”. Las horas que transcurren desde que Jesús exclama: ”Todo se ha cumplido”, hasta el momento en que se muestra vivo a sus discípulos, son como el tiempo del Mundo y el tiempo de la Historia. En nuestro tiempo se repiten los hechos y los protagonistas. Desfilan los mismos personajes, se dan las mismas traiciones, se renueva la misma burla y se pronuncia la misma sentencia. Todo es igual; sólo cambian los rostros y el escenario. Entre nosotros están Anás, Caifás; los profesionales de la religión; Judas, el que entregó a Jesús, incluso los apóstoles que huyeron en el huerto dejándole solo; el apóstol que dijo: “No conozco a ese hombre……”. También Herodes y Pilato, con ese gesto de lavarse las manos; el mismo pueblo en general que contempla la crucifixión impasible sin poder actuar, viendo como los poderes del mundo actúan, y que retorna a su casa golpeándose el pecho. Y está ese pequeño grupo, esa minoría que permanece fiel a su Maestro hasta la cruz.

La muerte y resurrección de Jesús es como el amanecer de un mundo nuevo, el comienzo de una nueva creación. El conocimiento de los Evangelios, tanto desde el aspecto de la fe como del histórico, puede ser para todos los hombres , y lo es de hecho para los de buena voluntad, una fuente de luz y esperanza, la aurora del tiempo que ha de venir, el nacimiento de una nueva humanidad.

Eliseo Forcada Campos. Asociación Cultural Cardona Vives

cites

"perque yo, a manament de vostra senyoria, ho he tret de lati, en nostra vulgada lengua materna valenciana aixi com he pogut, jatssessia que altres l´hagen tret en lengua cathalana".
En el prolec de la seua traduccio del "Valeri Maxim"
Antoni Canals (1352-1419)

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