Un Mensaje Eterno. Capítulo 7

Per Eliseo Forcada Campos

Jesucristo predicó su Evangelio en las Sinagogas y en el Templo, donde se reunían todos los judíos. De este fluye clara una consecuencia: no puede haber oposición directa entre el Judaísmo y la doctrina de Jesús, pues lo hubieran echado de las sinagogas. Al contrario, fue aclamado por las muchedumbres, admiradas de su doctrina, y el mismo se jactaba de haber venido a cumplir la Ley en todos sus detalles. Nada sorprende que la tradición judía sea necesaria para interpretar el Evangelio, donde late humilde y escondida; no se puede comprender el Cristianismo si lo oponemos a la tradición judía. En ella encontramos el preámbulo y preparación, la esperanza y raíz de lo que luego fue el Cristianismo. No olvidemos que el judaísmo fue la religión revelada por Dios, y por Él ordenada y dirigida a la Iglesia del Mesías.

La religión cristiana es, por consiguiente, continuación y desarrollo de la religión judía. El Nuevo Testamento supone el Antiguo de los judíos. Como San Pablo y San Agustín en sus Libros contra Fausto, debemos confesar que el judaísmo bíblico merece un gran respeto. San Pablo sentía un gran dolor al ver a su pueblo postergado por el Señor, abandonado en su mayor parte. San Agustín es solidario con el Apóstol en estos sentimientos. Ningún pueblo recibió de Dios una misión tan alta en la historia.

La situación de este pueblo preocupó al Obispo de Hipona, quien, deseando que Israel ocupe el puesto correspondiente a su llamamiento, le invita a ingresar en la Iglesia constantemente, reza por su conversión y pide a sus fieles que tengan caridad con el Israel podado del árbol patriarcal.

Jesucristo ha instituido un Reino Eterno y San Pablo nos dice que el pueblo judío se convertirá antes del fin del mundo. A todos nos angustia el misterio y llena de curiosidad. En ello radica el éxito obtenido por tantos falsos profetas como ha tenido el fin del mundo. En tiempos de Jesús existieron pesimistas que lo creyeron inminente, y, en ocasiones, como al terminar el año 1000, fue la causa de gran dolor humano. Preocupa a los hombres, confiesa San Agustín, cuándo será el juicio que pondrá a los hombres a la derecha e izquierda del Señor. Esta preocupación aflora constantemente.

Eliseo Forcada Campos. Asociación Cultural Cardona Vives

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