Repartimiento del Rey D. Jaime

Per Assoc. Cult. Cardona i Vives

El ínclito rey D. Jaime, aún antes de conquistar el Reino de Valencia, había ya repartido, para después de la victoria, las tierras y lugares que pertenecían a los moros, entre los ricos-hombres, varones y caballeros que le acompañaban en aquella heroica empresa.

Después de la capitulación de Valencia (28 sep. 1238) continuó el repartimiento; así que la mayor parte de las donaciones llevan las fechas de 1237 a 1249, si bien aún se encuentran también algunas en los años sucesivos.

Los trescientos ochenta personajes aragoneses y catalanes que acompañaban al rey, eran conocidos con el nombre de “Caballeros de Conquista”, y entre ellos recayó la mejor parte del botín; sin embargo también algunos mallorquines, navarros y del condado de Montpeller. También participaron del repartimiento clérigos, soldados, industriales y artesanos, moros pacíficos y otras muchas personas.

Estas donaciones se hacían unas sin censo ni tributo alguno, otras a censo anual y en otras se retenía el rey la mitad o una tercera parte de la ganancia líquida.

El repartimiento del Reino de Valencia, escrito en latín, se conserva en el Archivo de la Corona de Aragón, en los registros 5,6 y 7, y es el manuscrito más antiguo sobre papel que se custodia en aquel archivo, y en el se consignan los nombres de las villas, lugares, partidas, alquerías, huertas, molinos, etc… de todo el Reino; nombres que se conservan aún muchos de ellos en la actualidad.

(Extracto del Libro de la provincia de Castellón de Juan A. Balbás)

cites

Y más ha concedido Dios a Valencia una lengua polida, dulce y muy linda, que con brevedad moderada exprime los secretos y profundos conceptos del alma, y despierta el ingenio a vivos primores, donde le resulta un muy esclarecido lustre.” “Esta lengua formaron de lo mejor que había en la lemosina y por lo que les faltaba recurrieron a las tres lenguas más excelentes de todas las del mundo según antes hemos probado. De la hebrea tomaron... De la griega... De la latina tomaron todos los otros vocablos para hacer que la lengua fuese muy copiosa y tuviese propio nombre a cada cosa por rara que fuese.
Rafael Martin de Viciana