Per Obdulio Jovaní Puig
Pasadas holganzas y bartoleos, asuetos, sesteos y galbanas de agosto, toca colmatar de nuevo este recuadro, repulirle el marco, fregotearle los esconces, realinearle los renglones, enderezarle los corondeles hasta que supere la prueba del algodón; y desguazar opiniones de tribunas y mentideros, de tertulias y papeles, con picazones de víbora unas veces, con esgrimas de florete otras, con halagos las menos, que para ditirambos y tamborileos allá se las compongan militones de carnet, beneficiados de causa propia, acólitos de amén y sinecura, capigorrones de sopa boba y otros expectantes de acomodo.
Nos fuimos de vagueos y libranzas con el Estatut a punto de cochura, ese antifonario conceptual, hiperbólico y articuloso sometido a pasteleo por los trujamanes de escaño aquerenciado que sustituyen los valores éticos por los retóricos, valgan votos huelguen razones, que así es la democracia a dedo alzado y falleba corrida que baratan y alcahuetean en los mercadillos en los que medran tibios, muelles, distantes, fríos, reservones, escurridizos y aquiescentes, acomplejados, miedicas, prófugos, mutantes y nifunifás, todos apretujándose en el «centro», en ese asilo de ambigüos, diluídos y pusilánimes desde donde disimulan los sofismas con petulancias de hipócrita moderación. En ese limbo cayó Adolfo Suárez: «Creo haber sido víctima de la práctica de la concordia».
Aunque al cabo vaya a ser Carod quien, velis nolis, oponga el obstat o conceda el nihil obstat al Estatut, que por algo su osadía sólo es superada por su descaro: piensa como yo o no pienses, y si te opones asaltaremos tu Estatut... como asaltaron la piscina de Pedo J. con un «escamòt» encabezado por un bufón en bañador -remedo del Fraga de Palomares- de perfil atiborrado, de abdomen próspero, vacuo y sansirolé, como comprobamos con sus intervenciones en la comisión del 11-M. Nostálgicos, rebuscan derechos históricos, esa supervivencia retórica, mientras meten el cuezo en casa ajena; de ética baja y codicia alta, lo que pretenden es una patria despensera y estomacal, repleta de fécula.
Del agua. Ya dijo Indalecio Prieto que lo del agua «no puede ser obra partidaria sino nacional, no obra de impulso sino de continuidad histórica, a través de Gobiernos de todos los matices». Para añadir: «Es que el agua emborracha más que el vino», con lo que se anticipó a los colocones de la Narbona, de Maragall y de Carod...
De incendios. Hasta el Consell Valencià de Cultura, mesiánico, subido en la peana de las abstracciones, ha lanzado un brindis urbi et orbi, una filípica universal: «Que los incendios sean declarados crímenes contra la Humanidad», ahí es nada. Nada sorprende de esos cultos de oficio, sabietes de escalafón que defienden a los árboles con proclamas retóricas mientras no dicen ni oste ni moste de esas palabras que se queman vivas aquí a troche y moche con normativas de conveniencia identitaria; nada sorprende de ese Consell del que salió el dictamen sectario y obsecuente que dio lugar a la creación de la AVL, ese sanedrin de cultos de pinganillo a través del cual les dicen lo que tienen que decir desde el Institut d´Estudis Catalans; todo a cambio de dietas millonarias, eso sí; de ahí la debilidad moral que da el bienestar.
Y la lengua. La deriva integrista de las últimas levas en Canal 9 es exponencial -donç, estona, dues, veure...-. El PP, cagueta, entreguista, todo lo resuelve en cacareos, mientras los expolios o se le van por altos o no los alcanza de profundos. Pues tendrán su deriva de votos, ya lo verán, va a ser que sí.