Ni nació, ni principat, ni estat propi

Per María Teresa Puerto Ferre

Las ínsulas baratarias  de la logia feudal NAZIonalcatalana  sigue pariendo sus habituales  idiotismos históricos. Para el próximo 11-S , celebración de la derrota/Diada Catalana, los “nóbel”  de la cienciaficción  catalanenca  se han inventado un slogan: “Som una nació ,i volem un estat propi” a lo que hay que responderles  con:  “Ni nació, ni principat, ni estat propi”. Todo  puro-fistro-histórico …

Quien no tiene pedigrí histórico  para  justificar un pasado glorioso   alquila historiadores “d´escudella i ganyote” que les reinventen  la imagen de una Cataluña falsa, que celebra “una diada” feudalesca, producto de una derrota.

Hasta su mejor historiador, Jaume Vicens i Vives, nos niega que Catalunya fuera, nunca, una “nació” cuando afirmaba allá por los años ´30: “En mes de tres mil documents inèdits que portem recollits no hem trobat ni un de sol que ens parlés d´emoció col.lectiva catalanesca, que ens revel.lés un estat de consciencia NACIONAL,.. i ho sentim com a cataláns” (”La Publicitat”. Barcelona, 1936).(= ”En más de tres mil documentos  que llevo recogidos no he encontrado  ni uno solo que hable de una emoción colectiva catalanesca, que revele un estado de conciencia nacional: lo sentimos como catalán que soy”)

Pero hay que añadir  algo más:  si analizamos lo de “principat” seguimos encontrando otro barbarismo histórico.

Para que surja el término  “principat”, Cataluña tiene que esperar  hasta el reinado de Pedro el Ceremonioso quien, en 1350,  promulgó una Pragmática  sobre ..”el nuevo sistema cronológico.. aplicable a todos los lugares del Principado de Cataluña..” (“Hª de España“ de Menéndez Pidal, tomo XIV, Prólogo). A partir de entonces es cuando surge el título pero NO el príncipe. El resultado para los condes de Barcelona es un “rey” (por su unión con Aragón) SIN reino, y un “principat” sin príncipe. Una anomalía jurídica sin entidad efectiva,  un título de papel, porque jamás ese “principat”  ha estado  más que en los papeles y en los tratados de historiaficción de los  pseudohistoriadores catalanes.

Ese fistro de “principat”, sin príncipe, que aparece por primera vez en el siglo XIV,  cuando ya el Regne de Valencia  era una realidad jurídica, queda   en evidencia en los momentos  graves de la  historia del pueblo catalán: 

En el reinado de Juan II (1462) las disensiones existentes entre el rey y la Diputación de Barcelona, hacen que ésta declare a sus condes, enemigos. Estalla la guerra entre ambos y Cataluña busca un  nuevo soberano que le ayude en su lucha, y…. ¿qué le ofrece a cambio?  ¿un “principat”?. Noooooo:  le ofrece su Condado de Barcelona. Y lo que le  ofrece al rey franco Luis IX (que le da calabazas) se lo acepta otro francés: Renato de Anjou, y  el nuevo Conde de Barcelona envía a su hijo, con refuerzos, a ayudar a los catalanes. Pero muere pronto y, tras negociaciones, resurge la paz entre Juan II  y sus súbditos catalanes… 

Otro momento grave de la historia de Cataluña ocurre durante el reinado de Felipe IV. La política del Conde-Duque de Olivares, partidario de la unificación administrativa para todos los territorios peninsulares, choca con las costumbres políticas medievales que rigen en Cataluña. Cataluña  se rebela  y estalla la guerra. Como en tiempos de Juan II, los catalanes no pueden luchar solos y buscan el apoyo de Francia y acaban de proclamar a Luis XII… ¿Príncipe de Cataluña? Noooooooo: simplemente CONDE de BARCELONA. 

Dos lecciones claras:

  1. Quien históricamente nunca  acreditó su pedigrí jurídico, no puede  ahora, por chantaje de votos, aspirar a ser lo que jamás fue.

  2. Cataluña nunca pudo vivir sola: siempre fue  dependiente de sus vecinos. Y  mucho más ahora  cuyos productos fabricados (el 80%)  se venden en el resto de España. “Su independencia sería un mal negocio” (Pascual Maragall  dixit) .

Los idiotismos  históricos son productos-fistro de los necios que los fabrican.

cites

La llengua te vida propia independent, lliteratura propia i pot formar la seua historia d’evolució morfológica dende que s’emancipa de sa mare. El dialecte no pot tindre vida independent, ni molt menys lliteratura propia; per lo tant, rigause d’aquells que sostenen que el valenciá es un pur dialecte; eixos no han llegit nostres clássics del sigles XIV, XV, XV, i XVII.
Lluis Fullana i Mira (1916)

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