Per Cesáreo Jarabo
Primero fue en Cuba; ahora es en Puerto Rico y en Portugal... y alguien dice que por qué no en Filipinas... Hay movimientos populares que reivindican ser comunidades autónomas de España.
Sin entrar a analizar la importancia mediática de estos movimientos, el hecho debe alertar las neuronas de quienes el sentimiento hispánico es nuestro modo de ser, no sólo de pensar.
No es imposible, sino necesario que la Hispanidad esté unida, y este, ¿por qué no?, puede ser el primer paso. Pero no es con este gobierno mal llamado “español”; no será con el sistema democrático disgregador con el que se acabe llegando a la recomposición nacional. Ésta, la recomposición nacional, a lo largo y ancho de los cinco continentes, cuando se produzca, sin lugar a dudas signicará el fin del sistema demo-liberal, que desde hace demasiado tiempo es hegemónico y nos conduce al exterminio de la Humanidad.
Es un objetivo plausible; es un objetivo que debió darse ya en el siglo XIX, y que si no se dió fue como consecuencia de las habilidades desarrolladas por quienes siempre han sido enemigos de la Hispanidad y del hombre.
En esa misma labor nos han incluido en un mundo que no nos incumbe, y con las amarras del mismo van a intentar por todos los medios que la propuesta que empieza a escucharse se entienda como un anacronismo, como un sinsentido... cuando la única realidad es que la Hispanidad es el último recurso de la Humanidad.
Quienes tal han hecho inundan todo lo inundable con su cochambre, y sin embargo débiles; tan débiles que han parido una terminología abstracta cargada de eufemismos, de los que, para el caso sólo quiero traer a colación uno: INTERCULTURALIDAD.
Bajo este eufemismo lo que hace el enemigo de la Humanidad es perpetuar la actuación que mejor le caracteriza: racismo, separación, clasismo, esclavitud. Actuación que, a la postre es la que la ha identificado y enfrentado al concepto histórico de la Hispanidad a lo largo de los siglos.
Interculturalidad no es sino la perpetuación de la actividad europea que, de no haber sido por España, hubiese acabado con la mitad de la Humanidad a lo largo de los siglos XVI a XIX. Actuaciones que son plausibles en Norteamérica, África, Asia, y Oceanía. Es interculturalidad la transformación de los medios para la consecución del mismo fin. Es la forma de que el indio comprenda que “el mejor indio es el indio muerto”; que la cacería de indígenas es un bien social que debemos agradecer; que el bombardeo de poblaciones inermes como la sucedida en Manila por parte de Mcartur, un regalo de alto valor...
Por contra el espíritu hispánico que no entiende de diferencias entre los hombres, sea cual sea su raza, es hoy denostado por los partidarios de la “interculturalidad del corralito”, por los partidarios de los zoológicos humanos, justamente como racismo.
Todo es consecuencia de que, a pesar del predominio material absoluto de los principios inhumanos del liberalismo y de las ideas que le dieron base, no se puede mantener públicamente el racismo, la base de su ideología. Por ello crean los eufemismos, y en particular el apuntado, que absorbe todas las características del racismo, y lanzan la palabra, hueca, justamente contra quienes no han sido ni son racistas... sino humanos, personas que en el hombre ven semejanzas más que diferencias, que ven una sola raza: la humana.
Por eso hay que mirar con esperanza los apuntes de algún cubano, de algún portorriqueño, de algún español... y dar un paso más, no para perpetuar el sinsentido de una España antihispánica y democrática, sino para la consecución de la Patria Hispánica, unida e independiente, y abierta, por lo mismo, a civilizar al resto del mundo.