Per Juan Ferrando Badía
Para los pancatalanistas, la base común de todos los pueblos que integran – según ellos – los llamados “países catalanes” es, la lengua: la lengua es “la flama sagrada”, base indispensable para la realización de sus “países catalanes”. Sin ella no hay “nación catalana”, “países catalanes”. La escritora menorquina María Antonia Oliver, fervorosa pancatalanista, afirma que “quienes dicen país valenciano son nacionalistas de los países catalanes”. ¿Por qué? Porque – afirma – “todos hablamos catalán”. Sin esa “vivísima llama sagrada de la lengua” no hay países catalanes.
“La lengua es la vida de los países catalanes”, ha escrito Raic Trilla, y añade: “Por eso, porque nos va la vida colectiva, los nacionalistas catalanes reivindicamos, de una manera especial, la normalización de la lengua catalana en los países catalanes”.
La lengua es el más poderoso argumento del nacionalismo catalán actual y, consecuentemente, del pancatalanismo. La tesis de Rovira i Virgili, convicción indispensable de todos los pancatalanistas de hogaño es: “cuando el dominio geográfico de un idioma nacional está netamente delimitado, coincide, en efecto, con el territorio de esta nacionalidad”. De donde se sigue – y siempre dentro del contexto pancatalanista -, que las islas Baleares son la Cataluña insular, que Andorra, el denominado principado y el antiguo reino de Valencia son la Cataluña peninsular, y el departamento francés de los pirineos occidentales (el Rosellón) es la Cataluña ultrapirenaica.
“La raíz más poderosa del pancatalanismo – sentenció Rovira – es indudablemente la comunidad del idioma”… Por la comunidad del idioma “se llegará a la futura unidad política”. Este dogmatismo lingüístico constituye la entraña de la Cataluña nacionalista. “Para el catalán, confiesa el profesor barcelonés Víctor Alba, por irracional que esto parezca, la existencia de la lengua es la prueba de su existencia colectiva”.
La politización mitificadota de la lengua, es la única plataforma que sostiene la acción del pancatalanismo. Y al no contar con otra apoyatura histórica, los pancatalanistas se aferran desesperadamente a “una impositiva unidad idiomática”, necesaria de todo punto para la futura unidad política de los llamados “países catalanes”.
Una atenta reflexión sobre las afirmaciones emitidas por cualesquiera de los pancatalanistas revela sus asertos gratuitos y contradicciones internas.
1º Los pancatalanistas fundamentan su concepto de “nación catalana”, “países catalanes”, en que el vínculo unitivo de los, según ellos, diez millones de habitantes que integran estos supuestos “países catalanes” es la comunión en una misma cultura, en una misma lengua y en un símbolo de identificación nacional: es decir, la cuatro barras de Aragón. A este respecto, dice V. Ramos: “Forzoso, en esta materia, es partir de la tesis de Antonio Rovira i Virgili, quien, tras dar por sentado que Valencia es parte de Cataluña, dijo que el nacionalismo catalán aspira a la integración de todas las tierras de lengua catalana en un Estado autónomo, por lo que se precisa una rectificación de las fronteras de las provincias valencianas en el sentido de segregar territorios del sur y del oeste”. En esta fuente ha bebido J. Fuster como se puede comprobar leyendo su ensayo “Nosaltres els Valencians”, publicado en 1962.
2º Los pancatalanistas afirman que la lengua valenciana es un dialecto del catalán. Esta afirmación viene negada por los escritores del Siglo de Oro valenciano, que, según ellos, escribían en lengua valenciana y no catalana. Bastaría con leer la obra de J. Martorell, Ausías March, B. Ferrer (hermano de S. Vicente Ferrer), etc… para percatarse de ello. Y en el Siglo de Oro valenciano (s. XV) era opinión general la diferencia entre la lengua valenciana y el catalán. La obra de Antonio Canals – siglo XIV – “Dictorum factorumque memorabilium” y la del gerundense O. Pou – 1575 – “Thesaurus puerilis”, son suficientes para percatarse que estos dos autores, en consonancia con todos los autores clásicos valencianos, distinguían claramente la existencia de la lengua valenciana de la catalana.
3º Hay que subrayar el grave error científico que implica identificar cultura e idioma. Pues, en este supuesto, quedarían al margen de la cultura aquellas expresiones o representaciones colectivas e individuales, que no fueran habladas o escritas, como las manifestaciones pictóricas, musicales, artesanales, arquitectónicas, culinarias, etc…
4º Los pancatalanistas suelen partir del falso presupuesto de que tanto Cataluña como los históricos Reinos de Mallorca y de Valencia… comparten una misma cultura, y una misma lengua. Afirmar que realidades económicas y socio-históricas diferentes corresponden idénticas culturas es dar la espalda tanto a las enseñanzas de la antropología social, como a las grandes aportaciones del campo marxista.
5º Y, por último, hay que subrayar el error histórico en que incurren cuando se afirma que la “lengua” es el elemento constitutivo de una nación, pues ello es válido en algunos casos, pero no en otros, como, por ejemplo, en Suiza en donde se hablan cuatro lenguas, que son oficiales, y es una nación; por otra parte, Hispanoamérica tiene la misma lengua, pero existen veinte naciones. Por otro lado, hemos de constatar que el argumento de la igualdad de la lengua fue el que utilizó Hitler para anexionarse Austria.
Hoy día, la batalla pancatalanista - a través de ciertas instituciones administrativas y políticas catalanas y algunas valencianas, amen de otras asociaciones culturales – se ha concretado fundamentalmente en el campo lingüístico; y no debemos olvidar que para los pancatalanistas la llamada para ellos “nación catalana”, “países catalanes” se asienta sobre la unidad de la lengua. En esta materia se debe partir de la tesis de Antonio Rovira i Virgili quien dijo que el nacionalismo catalán aspira a la integración de todas las tierras de lengua catalana en un Estado autónomo; y, por tanto, no cabe propugnar un nacionalismo catalán sin, a su vez, defender como un dogma, la unidad de la lengua. La base, pues, del nacionalismo catalán radica hoy, fundamentalmente, no en defender una supuesta historia vivida en común por parte de los “ex-estados” miembros de la Corona de Aragón, sino tan solo en el dogma de la unidad de la lengua. De ahí que, la mejor manera para ellos, de construir la futura existencia política de los llamados “países catalanes”, es propagar que, a pesar de las diferencias lingüísticas existentes entre las diferentes modalidades habladas en el marco de la antigua Corona de Aragón, todos forman parte de una única lengua; todos deben someterse a unas mismas normas ortográficas y lingüísticas. Y de esta manera todos serán catalanes según la lógica de la que parten los pancatalanistas de que la base de los “países catalanes” es la unidad de la lengua catalana.
Juan Ferrando Badía. Catedrático Emérito de Derecho Constitucional y Ciencia Política. Universidad “Rey Juan Carlos” (Madrid). Doctor Honoris Causa.
• Articul publicat en el periodic “Diario de Valencia”, el 3.5.2003.