Per Cesáreo Jarabo
Hoy estamos todos de enhorabuena: Ha nacido el Salvador, y como muestra de esa evidencia, para nosotros pobres mortales duros de cerviz, incapaces de contemplar y mucho menos de respetar la vida que nos es generosamente entregada, un grupo de sacerdotes, en silencio, modestamente, sin que nadie se entere, han hecho donación de su paga extra de Navidad para atender en lo posible las necesidades de los más pobres.
Es un gesto que emociona. Nadie les ha obligado a renunciar a sus derechos, y sin embargo lo han hecho en silencio, humildemente. Sólo Dios debe saberlo... Pero como algún alborotador, por la gracia de Dios, se ha enterado del hecho, no duda en proclamarlo para que todos se enteren. Olé por los curas de Castellón... Y que cunda el ejemplo.
Actuaciones como ésta nos hacen seguir adelante; nos hacen seguir teniendo confianza en la Humanidad... y en el clero, al que ni hemos dudado ni dudaremos en seguir exigiendo ortodoxia religiosa, ni dudaremos en aclamar actuaciones como la presente, que nos llenan de alegría el corazón.
Todavía, así, hay esperanza; ahora toca el paso siguiente: perder la vergüenza y proclamar el evangelio sin miedo a nada. Lo material es lo de menor importancia; lo importante es el alma. Por ello, bien por el ejemplo; ahora más ejemplo, mucho más ejemplo. Ahora a proclamar que la vida es también un bien que debe ser protegido, y si acaso no llega a serlo por parte de quién procede, demostrar que, así como son y debemos ser capaces de desprendernos de pagas extras y demás zarandajas en beneficio de quienes se encuentran más necesitados que nosotros, también debemos estar dispuestos a entregar la vida en defensa de la de aquellos que son asesinados, aunque lo sean al amparo de alguna ley, como la del aborto.