Y de viento la tramontana...
Per Obdulio Jovaní Puig
Muchos -más que pocos, o sea- de los defensores de los derechos de los animales, tienen su corraliza en Barcelona, capital del progresismo pretencioso, la ciudad de las protestas donde todo se puede reivindicar, la ciudad del bien que sabe dónde está la razón del mal, la ciudad del estereotipo que se fascina con su propia virtud, haciendo de la prepotencia que conoce la línea correcta a seguir, la ciudad del ostracismo del disidente...
Así lo escribe un catalán, colaborador de ABC, Miquel Porta Perales. Pero no temamos, que ya advirtió Pujol que «Nuestro nacionalismo no es de conquista o ambición, porque ni sojuzga ni oprime». Nada pues de «Païssos Catalans»...
Ahora han aflorado allí los derechos de los toros -¿no los tienen los piojos?- tras la opa hostil de una Asociación de Defensa de los Derechos de los Animales (ADDA). Esos filetes, esos chuletones, ese solomillo, ese entrecot, ese escalope, o esos callos, o esos riñones, o esas meolladas, o ese rabo que tan buena sopa hace... que toman, o se comen a dos carrillos sus miembros, esos terneros proceden en su mayoría del Centro y del Este de Europa. Los traen en camiones, atados y bien atados. Así durante miles de kilómetros. Según una directiva europea, los camiones han de parar en lugares «ad hoc» para darles descanso, agua y no sé qué más. Se han pasado años, castrados, en un corral, atados con un anillo en sus ollares. En el matadero, tras unos días para que se les pase el estres del viaje, les espera una descarga como de silla eléctrica, como a los reos de Alcatraz que tanto vimos. Yo vi matar a machete a muchos bueyes de los que llevaban los soldados en la retaguardia, cuando la guerra civil. Los matarifes erraban muchas veces, los toros entraban en espasmos, mugían, espumaban la boca...
En las corridas los matan a estoque. No siempre a la primera, eso también. Pero no tengo duda de que mucho peor que un estoque, que un verduguillo... es un forceps de una clínica abortista. No se olvide que en el programa máximo del PSOE -un catálogo de represiones, de la Guardia Civil, de las Diputaciones, de las órdenes religiosas y expolio de todos sus bienes, de los ejércitos permanentes y armamento general del pueblo...- figura, como una supresión más, la de «los cercados de los toros», muy fácil de interpretar. Tuvo el PSOE un diputado -ex UCD- Juan de Dios R. Heredia, gitano y petimetre, que presumía de que nunca antes se había hecho tanto por los toros.
No sé que hará el dueño de esa ganadería de reses bravas de Alfara de Carles (Tarragona), Rogelio Martí Albalat, con toros encastados de Domecq y Torrestrella, que enviaba corridas a Gerona, a Lloret de Mar, incluso a la Monumental de Barcelona. ¿Las enviará a España?
Será allá por el mes de mayo -el 25 de abril votarán en Barcelona por la independencia- cuando los diputados voten -otra vez a hurtadillas, de incógnito- si estoquean o no el toro de Osborne, si apuntillan o no a España. Si al fin, la arrastran...