Valencianos de Túnez

Per Obdulio Jovaní Puig

Algunos grupos culturales -de cultura dirigida, por supuesto- quejicosos de conveniencia, progresistas de reculo que para avanzar necesitan estar quietos, portadores de agravios que ni han pasado del pasado ni pasarán -de ahí su afección por la memoria histórica selectiva- andan reclamando la celebración de los cuatrocientos años de la expulsión de los moriscos, sucesiva a los últimos fastos «de conquista» en honor de Jaime I, o del patriotismo literario en recuerdo de Ausiàs March -conocido en su tiempo como «lo potrós» debido a la hernia que sufría y que no enseñan en las escuelas, no solo por no citar el «lo» -retirado de la enseñanza ¡por ser un castellanismo!, mil veces usado por el poeta ¡y hasta en las crónicas de Jaime I¡ - y porque en la lengua estricta y estándar que se enseña, no se conoce «potra» como «hernia o trencadura»; como tampoco se divulga que en Gandía a Ausiàs March se le conoce como «el calentet»; obvia es la precisión popular del mote conociendo su vida amorosa...
 
Digo que a esos grupos les interesa divulgar ciertos hechos como mecanismo de exaltación nacional, o como reacción anticristiana, aunque nunca dirán lo que dijo Eduard Mira, comisario del «Any Ausiàs March»: «Después de la conquista cristiana, casas y tierras de los musulmanes valencianos son distribuidas entre los cristianos que acaban de llegar. El «Llibre del Repartiment» -que a tantos ha servido para el falseamiento histórico, añado yo- es, en realidad, la constancia escrita de una expoliación a gran escala. El poeta Aben al-Abbar dedica un sentida elegía a la ciudad perdida. Matanzas, persecuciones, conversiones forzosas o forzadas, explotaciones o menosprecios serán los jalones de un genocidio que acabará con la expulsión de 1609...». Le ha faltado citar al poeta Al Russafí que describe a su Ruzafa natal como «ese jardín donde se encañonaron de plumas mis alas...».
 
No solo es el expolio final, su expulsión resuelta en tres días; en la Diputación de Castellón se puede ver un cuadro del pintor Puig Roda, de Tirig, que resume en cuatro pinceladas, de forma magistral, aquel permanente ten con ten. Se impone un muro de lamentaciones para que tanto dispensador de «nostra dignitat com a poble» lloriquee y cabecee frente a él.
 
Días atrás Canal 9 TV emitió un programa sobre los moriscos expulsados de Valencia y su memoria actual entre sus descendientes en algunos pueblos de Túnez.Una mujer joven mostraba su tez blanca y sus ojos azules, presentándose como morisca valenciana. Una profesora iba explicando la herencia cultural viva en algunos pueblos; ciudadanos que se sienten valencianos, rememorando su pasado, mostrando las llaves de sus casas abandonadas...
 
Historia trágica la nuestra.Aquí ya nadie da un ¡Santiago y cierra España!, si acaso algún ¡Viva Cartagena! llamando a la guerra santa del cantón apartadizo y esquivo, dados como estamos al retraimiento y a la celosía, al cañizo y a la alambrada, a los rencores de la linde de genética párvula y belicosa. Ahí está la LOGSE catequizando ortodoxias nacionalistas. Zapatero mediante.

cites

Los dialectos de la lengua lemosina son la catalana, valenciana y mallorquina. La catalana ha recibido muchos vocablos de la francesa; la valenciana, de la castellana; la mallorquina se llega más a la catalana por ser hija de ella. De todas las tres, la más suave y agraciada es la valenciana y no me lo hace decir la pasión
Gregori Mayans i Ciscar

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