Per Cesáreo Jarabo
La casta política española disfruta de un estatus que ni los señores feudales, en los mejores tiempos, pudieron nunca soñar.
A su disposición han tenido todo lo que el pueblo español ha podido y sabido acumular a lo largo de los siglos. Y remarco el tiempo pretérito, y vuelvo a señalar que “ha podido”, porque la triste verdad es que en estos momentos, lo que se están comiendo no es lo que nuestros ancestros supieron generar, ni tan siquiera lo que nosotros mismos generamos... Lo que se están comiendo es lo que deben generar nuestros tataranietos.
Lo curioso es que el pueblo español permanece impasible el ademán, esperando no se sabe exactamente qué; tal vez lo que espera es ser enterrado de forma gratuita. Pero parece que, ni eso, podemos esperar los tristes españoles de este malhadado siglo XXI. En el mejor de los casos acabarán encontrando la forma de reciclar nuestros cuerpos para obtener nuevos fondos que succionar.
Han acabado, sí, con todo el patrimonio a la par que con todos los derechos forjados en décadas pasadas no democráticas; han dado limosnas a tutiplén, para acallar estómagos agradecidos de extraños (léase subsidios de todo tipo y color, desde prestaciones por desempleo hasta prestaciones para la improductividad), al tiempo que han facilitado empleos imaginarios a los propios con sueldos reales en su enorme red administrativa. ¡Hay tantos funcionarios como parados!... ¡y los parados pasan de cuatro millones!
Y la realidad no surte ningún efecto, ni en los tiranos ni en los tiranizados. Los tiranos siguen “a su bola” y ahora rebañan la olla poniendo en venta una fuente de recursos segura cual es el control de la lotería. ¿Cuánto tardarán en deglutir los recursos obtenidos? Hablan de 30.000 millones de euros, tres veces los recursos obtenidos por este medio en el curso de un año. Evidentemente ya están consumidos esos recursos. ¿Qué venderán después?... ¿El Museo del Prado?... ¿Y por qué no? Son los amos.
Su modus vivendi, no nos equivoquemos, es nuestro modus morendi.