Per Cesáreo Jarabo
La verdad es que, en algunos aspectos, no puedo quejarme. La vida me ha sonreído en bastantes cosas, y siguiendo al poeta, debo dar gracias.
Una de las cosas que he sabido disfrutar de la vida es la ingesta de embutidos. La verdad es que no me puedo resistir a la tentación de someter a la tiranía de un cuchillo bien afilado todo fiambre que se pone por delante (con la debida moderación, máxime cuando estamos en Cuaresma), y siempre regado por un buen caldo.
Pero es justamente en Cuaresma cuando nos están proyectando a todas horas las excelencias de los embutidos mallorquines. Cierto que Baleares nos suministra la sobrasada, que es mejor si se sabe buscar en origen, pero en las últimas fechas nos están descubriendo la calidad de otro tipo de embutido balear: el chorizo “matas”.
La verdad es que este tipo de embutidos tiene ya una marcada solera en todo el ámbito nacional que, aunque tiene diversas denominaciones de origen, ya sean “guerra”, “PSV”, “Roldán”, “Marbella”, “comisiones”, “pelotazos”,“mordidas”...., no nos engañemos, no son de producción limitada, sino que proliferan con una generosidad pasmosa en todos los ámbitos de la geografía de las taifas.
Hay chorizos pequeñitos; chorizos medianos; chorizos grandes, y chorizos gigantes. Y los hay en una producción pasmosa; tanto que parece mentira que pueda existir materia prima que embutir... Y sin embargo la hay. Maravillas de la tierra.
Y todo a Dios gracias, quién si ahora da una buena faca bien afilada a cada españolito, puede organizarse una buena merienda a nivel nacional.