Per Cesáreo Jarabo
Tengo muy claro que la única alternativa es quemar la piña.
No podemos esperar que acabe abriendo y se convierta en leño seco, ni aún con la excusa de que, llegado ese momento, es mucho más combustible que estando verde. Es necesario quemar la piña antes de que abra; antes de que llegue a soltar los piñones. Es necesaria la total combustión de la piña y la de los piñones.
Y es que en la piña, si la contemplamos de frente, podemos observar “la derecha”, “la izquierda”, “el centro”... y hasta la corona, siendo que en ninguna de las posiciones tenemos exactamente señalado cual es cada una de ellas, porque las características de la derecha de la piña son idénticas a las características de la izquierda, y siendo también que podemos mirar desde una posición o desde otra, quedando a la derecha lo que en un momento es izquierda, y a la izquierda lo que en otro momento es derecha.
Puede acontecer también que, sin ser parte de la piña, sino manifiestamente ajeno a ella, se encuentre adherido algún elemento. También debe ser quemado ese elemento, porque aunque sea evidente que físicamente no tiene nada que ver con la piña, sus cualidades y su voluntad le hacen inseparable de ella. Bien, al fuego también con los anexos.
Y ello debe hacerse con determinación y sin contemplaciones, porque esa piña es letal. Con determinación y prudencia: la piña debe ser quemada de forma que a la hora de ser expulsados los piñones éstos queden irremisiblemente condenados al mismo fuego, no vaya a ser que se propague la mala semilla.