Per Cesáreo Jarabo
Escuchamos mucho, en nuestro sistema político, conceptos como el de “oposición”, el de “tolerancia”... y por supuesto el de “tolerancia con la oposición”. La pregunta del millón es qué significa “oposición” y qué significa “tolerancia” para los partidarios del sistema.
Parece que se identifica como “oposición” aquellas “ideas” que santifican el sistema y muestran alguna diferencia con quienes en cada momento manejan los instrumentos de opresión; vamos que consideran que para seguir oprimiendo es mejor utilizar otro método, y por supuesto, “tolerancia” es, en el sistema, la comprensión de esa “disidencia” dentro del sacrosanto marco del sistema opresor. Así, “tolerancia con la oposición” es el hermanamiento en el sistema.
El problema surge cuando la oposición adquiere tintes de auténtica oposición, cuando el opositor pone en cuestión el propio sistema, denuncia sus abusos y sus debilidades, y propone alternativas a ese sistema. A esa oposición, que es la auténtica, se le niega el pan y la sal; se le impone el silencio, se la insulta impunemente, se la condena al ostracismo más feroz y se espera que, además, se muestre agradecida.
Y esa actuación es llevada a cabo, en coincidencia de objetivos y con una relativa diversidad de medios, por el sistema en su conjunto (gobierno y oposición), en una actuación que objetivamente puede ser calificada de tiránica.
Una actuación tiránica que lleva al propio sistema a prohibir la existencia de organizaciones no democráticas, siendo que los propios partidos, en purismo, no son democráticos, única virtud que, a mi parecer, tienen los partidos.
Lo que resulta alarmante no es ya la actuación de los partidos y de todo el sistema, sino de organismos que, contraviniendo su espíritu, debieran ser el revulsivo contra la tiranía. Pero, ¿qué impide esa necesaria actuación?... Posiblemente la infiltración que el propio sistema ejerce sobre ellas... y posiblemente la cobardía de quienes las gobiernan.
La Iglesia Católica no es democrática, y yo me declaro ferviente católico. Asumo los dictados de la Santa Madre Iglesia, y reclamo de la Jerarquía consecuencia ideológica y doctrinal. Reclamo de la Jerarquía que anime a los fieles a ser fieles; que les recuerde la doctrina completa; que les recuerde que para ganarse el Cielo hay que actuar aquí, y que el Señor premia a quién utiliza sus talentos, y castiga a quién los entierra.
Y como la Iglesia Católica no es democrática, como la Iglesia Católica, por definición, es oposición, reclamo a los fieles que exijan a la Jerarquía consecuencia doctrinal, y que ellos mismos se dispongan también a ser consecuentes.
Es tarea urgente que no podemos dejar para mañana.