Sobre el estatuto valenciano

Per Assoc. Cult. Cardona i Vives

REVISTA PARLEM. Associació Cultural Unió Valencianista Independent

UVI Sant Jaume 9. Borriana.          Desembre (sic) 1978

                                    PROLEG

Este llibret va dirigit al poble plá; a eixe poble que creu que el "pancatalanisme" es cosa de broma, i que els que defenem la personalitat valenciana veem fantasmes per tots els costats. A eixe poble confiat i que creu que dir "soc valenciá" es prou, perque per la seua recta manera de ser, no compren eixa actuació dels "valencians" que desgraciadament desprecien el ser valencians.

Els articles (sic) que transcribim en este llibret, foren escrits en l´any 1932 -fa quaranta six anys- en el MERCANTIL VALENCIANO, diari al que no se podia calificar de "feixiste" que es l´expresió calificadora que tenen els pancas per als valencians que seguixen defenent la llengua, cultura i Senyera valenciana. Gracies. AC UVI

"EL MERCANTIL VALENCIANO" (Domingo, 23 octubre 1932) 1ª página

SOBRE EL ESTATUTO VALENCIANO. ¿EL IDIOMA VALENCIANO O CATALAN?

Antes de investigar en la Historia, veamos qué dicen los gramáticos sobre el léxico: "Idioma -dicen- es toda habla con historia y literatura propia, y dialecto es toda variación local derivada de la anterior". Luego el andaluz es un dialecto del castellano.

Sentado el anterior precedente y puestos a introducirnos en los anales de la Historia preguntamos: ¿Cuál es derivado de cuál: el Valenciano del Catalán, o este del Valenciano? Mejor dicho: ¿Quién nació de quién? ¿Cuál de los dos es más antiguo? ¿Donde se cultivó más pronto su literatura, en Valencia o en Cataluña? ¿Cuál de las dos produjo más obras maestras en las épocas de su nacimiento y esplendor? ¿Qué autores son los que más contribuyeron a la formación de este idioma, los valencianos o los catalanes? ¿Donde se publicaron antes estas obras, en Valencia o en Cataluña? ¿Quienes influenciaron a quien, los de aquí a los de allá, o los de allá a los de aquí? ¿Cuál es más antigua en literatura e historia, la denominación "valenciano" o "catalán"?

Un poco de paciencia en su estudio y la Historia nos contesta.

Dividiremos éste en varias partes a fin de dar mayor celeridad y comprensión. Procuraré ser conciso e ir directamente al fondo sin preocuparme de la forma, pues pretendo hacer una demostración de historia literaria y no de retórica.

EPOCA ROMANA - Todavía no existía la palabra "catalán" mientras que ya se llamaba "valencianos" a los habitantes de nuestro país. De tiempos de Sertorio y Etrusco hay documentos que lo acreditan. Además el Reino valenciano ya existía, mientras que Cataluña no. La existencia oficial del Reino Valenciano data del 788, y se extendía hasta Cuenca y Calatayud, lo cual da una mayoría histórica de Valencia sobre Cataluña en bastantes siglos. Quiere decir esto que el País Valenciano (1) como nación es de mucha mayor autoridad que Cataluña, puesto que su unidad arranca desde más antiguo.

EPOCA BARBARA - El Reino Valenciano sufre muy poco la influencia de estos invasores del Norte, mientras que en las tierras que hoy forman la Cataluña se deja sentir mucho.

EPOCA ARABE - Todavía durante estos siglos no llega a formarse Cataluña como cuerpo propio ni la denominación gentilicia "catalán" nace a la vida de los pueblos, pues para los árabes era Afranc, para los pueblos del Norte Gothland y para los pueblos castellanos -leoneses era tierra de los francos. Es sólo a últimos de este periodo cuando se inicia la personalidad nacional de Cataluña; pero sin llegar a formar todavía su bloque, pues su nacionalidad aparece muy confundida con Aragón y los pueblos de Provenza. Sin embargo, el Reino Valenciano adquiere bajo el reinado de los árabes mayor consolidación en todos sus aspectos, llegando a tener tal autonomía y autoridad propia y a definirse con una personalidad tal, que más bien parece ser Valencia un mundo árabe distinto al de Córdoba. Y, mientras los pueblos que forman la Cataluña actual están semiembrutecidos y atrasados en todo, el País Valenciano (1) florece y sus centros de cultura de Denia, Játiva y Valencia dan al mundo grandes talentos, quienes en Leyes, Astronomía, Ciencias, Medicina y Bellas Letras compiten con los mejores de Córdoba, Granada, Alejandría y Bagdad, que son los centros cumbre de la sabiduría humana en aquellos siglos. De manera que mientras las tierras actuales catalanas se debatían desconectadas en la oscuridad, el País Valenciano (1), desde tiempo muy remoto siempre tan unido, esparcía luz de sabiduría y progreso. La palabra "catalán" aparece por primera vez en 1270 en una poesía del poeta Ghiraldo Riquier; pero no toma cuerpo hasta muy entrado el siglo XVI y primeros del 1600, con lo cual dejo bien demostrado que la personalidad de los valencianos como pueblo propio está por encima del catalán con 800 años de ventaja.

Además Valencia ha contribuido con un tanto por ciento muy elevado a los siglos de oro de la literatura y ciencias arábigas y fueron astros de primera magnitud sus ingenios: Abdallah Ben Abderrahman, hijo de Valencia, que fue el escritor más ilustre y de más talento del siglo VI de la égira (año 1100); Abdallah Ben Isa, que fué el mejor jurisconsulto de su época (siglo XII); Abdallah Ben Soliman, escritor de renombre universal, que nos ha legado, entre otros la célebre "Bibliotheca Hispana" y los "Anales Valencianos" (siglo XII); Abdallah Ben Jahia Alhadhrami, también del mismo siglo, que fue el más grande filólogo e historiador del mundo árabe; Abdallah Ben Mohamed, igualmente valenciano, insigne humanista y gran pensador, cuyas ideas y pensamientos fueron a modo de decálogo para las generaciones cultas y estudiosas de Bagdad y Alejandría; Aben Zeyan, Emir de Valencia y preclaro teólogo, y otros muchos que no es del caso citar, pues me haría interminable.

EPOCA PROVENZAL - Esta coincide con la árabe puesto que se inicia en el sur de Francia hacia el siglo X. Se le puede cancelar hacia mediados del siglo XIII, que empieza la época valenciana.

Pero, antes de deslindar esta época provenzal, conviene que hagamos un poco de historia:

Mucho antes, en el siglo V, los pueblos bárbaros del norte invaden el imperio romano y lo fraccionan y subyugan. Desaparece la civilización latina y durante cinco siglos, hasta el renacer de Provenza, todos los pueblos que hablan el bajo latín, entre ellos Provenza, la Cataluña actual, Navarra, Castilla, León, Aragón y nuestra Valencia, solo en un principio (pues la conquista árabe la salvó de tal catástrofe), yacen en las tinieblas de la barbarie. La invasión de las lenguas bárbaras del norte y del fondo de Asia, destruyen la lengua clásica, el bello idioma de Tito Livio, Cicerón y Salluste, y su mezcla con los latines vulgares hace nacer las diferenciaciones lingüísticas que arrancan con la lengua d´oc, de la que deriva la provenzal y la valenciana, y la lengua d´oïl de la que nace el francés.

Como decíamos es en el siglo X cuando Provenza empieza a sacudirse las tenebrosidades de los bárbaros con sus trovadores, y el buen pueblo provenzal empieza a balbucear las bellas canciones de sus gestas de guerra. Naturalmente la leyenda en su forma más épica hace enardecer a estos pueblos meridionales y la naciente lengua de Provenza influencia a casi toda Europa occidental del Sur y saltando por encima del Ebro, entra en el reino moro de Valencia, la que por ser latina en su base y tener una brillante civilización, acoge con gran deferencia el nuevo hablar, pues no se siente extraña a él.

Hay una gran confusión entre los historiadores para aclarar este mundo provenzal hasta mediados del siglo XIII, que es la época de la entrada en la cristiandad del Reino Valenciano. Andan revueltos en terrible laberinto el "Mío Cid", con la "Chanson de Roland", el "Roman de la Rose", "Cant de Gesta", el "Cantar de Seguin de Valencia" y muchas docenas más de obras o recitajes poéticos de un valor didáctico y gramatical bastante pobre y deficiente y los historiadores han barajado sin ton ni son obras con pseudoautores que ninguno se ha podido poner de acuerdo y resulta un verdadero galimatías razonar sobre este particular, pues la duda siempre nos sale al paso.

Lo que si es cierto es que de este enredo lingüístico nacen el valenciano, el castellano, el portugués, el francés y el italiano. El primero, o sea el nuestro en el siglo XIII, que adquiere su máximo esplendor durante los siglos XIV y XV, y un poco más tarde los otros cuatro, quienes llegan a su momento álgido, el italiano casi simultáneamente al nuestro, aunque un poco más rezagado, el castellano en los siglos XVI y XVII, el francés en los XVII y XVIII y Portugal en el XVI con su Camoens.

Provenza, aunque es el pueblo cantera de donde renacen todos los actuales idiomas derivados del latín, no llegó a hacerse literatura en su lengua vernácula; pero los pueblos latinos le deben agradecimiento, pues de herencia tan noble por lo desinteresada y altruista la raza latina, pudo hacer renacer su ancestral dominio sobre la sabiduría humana. Y a un Dante, Petrarca y Boccaccio, italianos, asoció más tarde Francia su Molière, Voltaire y Víctor Hugo, como Castilla aportó también sus grandes genios: Cervantes, Garcilaso y Zorrilla y Portugal su Camoens, al igual que Cataluña más tarde su inmenso Verdaguer. Pero Valencia, nuestro País Valenciano (1), no se quedó manco en tal aportación y a tan noble justa llevamos un Jordi, que inmortalizó la epopeya de Mallorca, a un Martorell, a un Roig, a un Boix, a un Gazull, a un Fenollar, a un Roig de Corella, que por si solos bastan y sobran para elevar hasta la divinidad la palabra nacida de los labios más burdos, y si con ellos, con estos genios maestros en el arte del buen decir y del mejor razonar, no hubiera tenido bastante para dar a la lengua valenciana ese maravilloso don que la eleva a soberana en el ritmo, en la elegancia, soltura, riqueza, armonía, dulzura y divina gracia, todavía nos quedan entre una luminosa estela de grandes e insignes pensadores, poetas, escritores y sabios en ciencias, a nuestro magnífico Vicente Ferrer, orador, escritor, historiador y teólogo, único en su siglo que arrebata a las multitudes con su excelso verbo valenciano por todo el orbe cristiano. Y todavía nuestro Luís Vives, el sabio humanista, cuyo talento y erudición se disputaron los pueblos más cultos de Europa, y si con todo ese magno mundo de cerebros elegidos no es suficiente para dar vida propia a un átomo y crear de él lo bueno, lo bello y lo divino, ahí nos queda el inconmensurable Ausías March, quien con una sola de sus obras eleva a Dios el dulce y bendito hablar de nuestra tierra.

Y entramos en la EPOCA VALENCIANA, o sea de mediados del siglo XIII, a principios del siglo XVII, es decir, en 1600.

En mi próximo artículo continuaré este estudio. ROGER BOTY

"EL MERCANTIL VALENCIANO" (Domingo, 30 de octubre de 1932) Pág. 3

SOBRE EL ESTATUTO VALENCIANO. ¿EL IDIOMA VALENCIANO O CATALAN? (Continuación)             

EPOCA VALENCIANA De mediados del siglo XIII a principios del XVII, es decir, el 1600.

Si es en la época árabe cuando la nacionalidad valenciana se consolida adquiriendo forma y fondo propios, destacando el espíritu valenciano por entre los más superiores del mundo árabe, por su delicadeza y sabiduría, no es menos cierto que desde mediados del 1200 a últimos del 1500, la rama/raza (sic) valenciana vuelve a imponer al mundo civilizado la norma en la ciencia y en las Bellas Letras. Para convencerse de ello no precisa más que sentir el orgullo de ser valenciano y llevados de él arrancar a la historia sus secretos, retirando de entre sus páginas aquellas que esculpen en letras de oro la epopeya inmortal que eterniza el ingenio superior de nuestro pueblo.

Pues si Grecia con su Homero, e Italia con su Virgilio supieron conquistar el laurel de la continuidad y elevar sus almas a la región del eterno ser, Valencia recoge tan magna herencia y siglos después hace prevalecer por sobre los pueblos bárbaros de Europa en ruinas el ritmo de Roma y Atenas. Cúpole a nuestra patria, pues, el saber conservar y dar nueva vida a las dos más grandes civilizaciones de Europa. ¡Qué mayor gloria!

Y a esta gloria no estuvo ausente el idioma valenciano. No catalán. Pues en el regazo de Valencia fructificó y formó su Yo el germen que nos vino de Provenza.

A los literatos catalanes que han pretendido y pretenden en vano arrebatar al País Valenciano (1) la prioridad del idioma y de sus autores clásicos, hay que contestarles con la autoridad de la documentación histórica y no con leyendas y fantasías inventadas por algunos pancatalanistas exaltados de los muchos que deambulan por las Ramblas barcelonesas en busca de invenciones patrióticas, con las que más tarde han de emocionar a los bonachones "senyor Esteve" de la bella ciudad de los Condes.

"Cadascú en sa casa i Déu en la de tots", a este tan sabio refrán valenciano se debieran haber atenido los escritores e historiadores catalanes del siglo XX, y no tratar de apropiarse en nombre de Cataluña, del riquísimo patrimonio intelectual de Valencia de los siglos XIII, XIV y XV.

Porque si descartado ya el romance provenzal, y nacido a la vida de él nuestro idioma valenciano, y si el nombre gentilicio aplicado ya en aquel entonces a este idioma era de "lengua valenciana" y no catalana, puesto que el concepto de pueblo catalán no existía todavía, y si durante varios siglos perdura y se ratifica esta denominación valenciana o lemosina para todos los sectores del saber humano y acapara las ciencias y dé un sobrenombre a las artes, sobre todo en la literatura, no se comprende que siglos más tarde vengan unos señores y sin más autoridad ni permiso que el suyo, corrijan, aumenten, recorten y rectifiquen la magistral obra de sus maestros y estos, lo que hicieron los catalanes del siglo XX, con las obras maestras de los valencianos fundadores del idioma siete siglos antes. Esto digan lo que quieran esos señores desdice bastante para ser "germans de raça" tal como ellos nos quieren apellidar por la "germanor" es cosa bien distinta al usufructo. Es decir que la maravillosa pléyade valenciana que dio fama y honor a tres siglos, más tarde, los catalanes, sus discípulos, le quitan el muy honroso título de "valenciá" y con ella crean sus "classics catalans", y no contentos con esto esparcen tal mixtificación por los cuatro ámbitos de Europa. ¡Vaya ecuanimidad y "germanor"! tal vez alguien crea que exagero, voy a dar la prueba de mis aseveraciones.

Haremos caso omiso de la monomanía de los historiadores y escritores catalanes en apropiarse todo lo que ellos creen que es bueno o provechoso. Este defecto hasta cierto punto es muy humano y por tanto excusable en una raza como la catalana que concede una gran importancia al lado práctico de la vida. Por consiguiente no me maravilla que por todos los medios de divulgación a su alcance, prensa, política, etc... hagan una intensa campaña de Ausias March, Roig de Corella, Vicent Ferrer, Boix Lluria, Vives, Fenollar, Jordi y otros muchos talentos de aquella época como "catalanes".

Todos estos grandes escritores y hombres ilustres no tenían de catalán ni el nombre, puesto que en aquel entonces, no existía. Todos ellos y otros muchos como el sapientísimo Pere Pascual, el sabio valenciano del siglo XIII, quien con su inspirado verbo valenciano convirtió a la cristiandad grandes mutitudes; el gran Fontova el eminente teólogo Bernardo Oliver, Martí, el poeta de la exquisitez, nuestro inmenso Jaime Roig, el príncipe de la prosa valenciana, el inimitable Martorell, Jaume Conesa, Guillermo Anglés Vallterra, fray Monsó, Bonifaci Ferrer, Extrany, Mosén Febrer, Jaume Gaçull, Baltasar Portell, Joan Moreno, Ortigues, Calixto III, Alejandro VI, Mosén Fuster, Vinyoles, Francesc Eiximenes, Raimund Gastón, Matheu, Canals, Zaera, Corts, Fabra, Clariana, Belluga, Ballester y nuestra incomparable Isabel de Villena, que en su "Vita Christi" da un realce y plenitud de armonía y bella dicción, ya en los años 1300 al idioma valenciano, que tan solo con una parte de tal riqueza gramatical podrían darse por bien pagados algunos de los historiadores y escritores catalanes del siglo XX.

Y todos estos nombres que hemos enumerado y otros muchos más que no citamos para no hacernos pesados pertenecen a valencianos ilustres que en la República de las letras y de la bella literatura crearon un mundo y una civilización pura y "estrictamente valenciana", y orientaron a las generaciones endebles de la entonces decaída Europa hacia senderos de civilización y progreso. Y precisamente este tesoro artístico de un inmenso valor incalculable, pues que la facultad del buen pensar y del crear es tan sólo patrimonio del alma, su propiedad es lo que se debate en este asunto.

A esa gran escuela valenciana del saber, las tierras del Condado de Barcelona (Cataluña, repito, todavía no existía) aporta sólo una grande figura, Ramón Muntaner, quien al igual que los grandes patricios valencianos, escribe en lengua valenciana, y la isla de los sueños dorados, Mallorca, aporta sonriente su coloso, Lull, su cantor.

A la gran desproporción de superioridad radio (sic) de Valencia sobre Cataluña durante los siglos XIII, XIV y XV, que es cuando nace, se forma y se consolida el idioma valenciano, sucede el siglo XVI, con una aproximación de valores, aunque predominando siempre el alma creadora del País Valenciano (1) por encima de la facultad absorbente de Cataluña, que ya empieza a ser nación. Y por fuerza sucede lo que es inevitable y de una repetición histórica irrefutable, y es que Valencia, pueblo creador y por tanto pueblo macho, va olvidando poco a poco sus grandezas, mientras Cataluña, pueblo imitador y calculador, da rienda suelta al cerebro, acallando al alma, imponiendo una denominación catalana suavemente primero y descaradamente y sin consideraciones con Aribau y los suyos en el siglo XX.

Mi tarea en este asunto es puramente reseñador y no pretendo ofender ni causar agravio a ningún catalán, ni alguien que no lo sea. Soy valenciano, y desde luego el único fin que persigo es desentrañar la historia y cumplir con mi obligación aportando a mi patria el sacrificio de mi cooperación y trabajo para que resplandezca la verdad y se reintegre a mi país su patrimonio literario, conquistado en tan buena y noble lid por sus hijos que la erigieron en nuevo Parnaso de Occidente.

Hago punto aquí por ahora para continuar en mi próximo artículo hasta demostrar plenamente mi propósito. ROGER BOTY  

"EL MERCANTIL VALENCIANO" (Jueves, 3 de noviembre de 1932) Pág. 3

ALREDEDOR DEL ESTATUTO VALENCIANO Y CONTESTANDO A UN SECTOR VALENCIANISTA. 

                         "INOPORTUNO, ¿POR QUE?"                          

A raíz de mis dos últimos artículos publicados en "El Mercantil Valenciano", en los que comento y documento el derecho que tiene Valencia a reintegrarse su patrimonio literario de sus siglos de oro e igualmente de su idioma valenciano, apartándolo de tutelas catalanistas, existe en Valencia un sector valencianista, yo les llamaría con más propiedad pancatalanistas, que dice que mi campaña en pro de la personalidad del país valenciano (1) no es oportuna ¿Por qué? ¿Cuando va a ser oportuna esta campaña mía? ¿Es que pretenden que calle y otorgue, como ellos hacen? ¿Es que quieren que continúe la vergüenza del silencio? ¿Confían tal vez en que yo sea un cómplice de tan inexplicable proceder para los intereses de la patria?

No. Ya pueden seguir murmurando en voz baja esos apocados. Mientras ellos sigan con sus salmos de callejuela oscura y sin salida, yo continuaré cantando las glorias y los derechos sagrados de mi tierra en voz bien timbrada, dispuestos la pluma, el cerebro y el corazón e incluso mi alma a llegar al sacrificio de hacer resplandecer la luz donde ellos quieren que imperen las tinieblas.

Oigan bien claro, rotundo y definido esos pancatalanistas. Su rumoreo se estrellará contra la verdad de la historia. Su propaganda no fructificará en tierras valencianas. El vacío se hará a su alrededor y perderán el tiempo. Quedarán en el ridículo delante de propios y extraños.

Más no debemos generalizar. Es cierto que en ese sector hay quien es consciente de sus actos. A estos individuos, por fortuna pocos, ya les llegará el momento de tener que rendir cuentas, y el fallo de la justicia valenciana será inapelable; pero también los hay, y afortunadamente son los más numerosos, que inconscientemente los unos y otros por ignorancia, se dejan llevar.

Para estos engañados van dirigidas mis palabras, y les digo como Jesús decía a los suyos: "Hombres de poca fe, no miréis a la tierra: elevad vuestras miradas al cielo, allí está Dios". "No dudéis delante de la Verdad. Vendaos los ojos y cogeos de su mano, que ella os conducirá a la región del Bien y de la Belleza".

Así, pues, si tenemos que imitar nosotros, infelices mortales, la sabiduría de los conceptos divinos del Mártir del Gólgota, hemos de echar adelante en el sendero de la vida, siempre en línea recta, dejándonos llevar de nuestra fe, que tiene que ser guía inconmovible de nuestros ideales. Y si los valencianistas tenemos como único y exclusivo ideal la consagración de nuestra vida en aras de la patria, y si nuestra fe es toque de piedra en donde nace, vive, brilla y muere el sagrado amor a nuestra tierra, no andemos con circunloquios ni revueltas, e imitando a Cristo digamos las cosas como se deben decir, y las dicen los hombres de bien, cara a cara, alto, erguido el cuerpo, levantando el corazón y la frente, sin soberbia, pero con la suficiente energía para proclamar la hombría y superioridad de nuestra raza.

Dicen esos pancatalanistas que no es oportuna mi campaña porque destrozo la fantasía de una superioridad catalana sobre nosotros, y no pudiendo negar la veracidad de mis asertos, en los que demuestro la intangibilidad valenciana, se enfurruñan conmigo.

No quería hacerles caso, pues como su base es tan falsa de por sí se vendrá abajo; pero bueno es que salga a su paso para procurar que no acaben de desorientar a los pocos que inconscientemente les oyen, a los que repito: no busquéis veredas tortuosas cuando hay un camino bien recto que tiene que conducir al valencianismo a la meta de sus aspiraciones.

Hablemos al pueblo tal como él sabe comprendernos mejor, sin rodeos ni falsos eufemismos, "clar i ras, com bon valencià"; y si entre algunas cosas desagradables que por fuerza le tendremos que decir, podemos halagar su amor propio, enalteciendo como merece la gloria inmortal de su historia y el derecho que tiene sobre el valor incalculable de su literatura e idioma valenciano, no titubeemos y démosle a saborear ese delicadísimo manjar del orgullo de raza que es néctar reservado sólo para dioses. ROGER BOTY

"EL MERCANTIL VALENCIANO"(Domingo, 6 de noviembre de 1932) Pág. 3

NOTAS SOBRE EL ESTATUTO VALENCIANO. PANCATALANISMO.     

Su error. Es su falta de psicología para conocer la sensibilidad de los pueblos. En esto los catalanes no serán nunca maestros y creo que ni siquiera discípulos aventajados.

El pueblo catalán, en general, hay pequeñas excepciones, se encierra radicalmente en si mismo, no queriendo saber ni mucho menos estudiar que más allá de sus fronteras hay otros pueblos con historia y características propias y con sensibilidad nacional. Este defecto de tan fatales consecuencias para un pueblo está arraigado de raíz en todos los sectores de la vida catalana, adquiriendo un carácter agudo en la vida privada y llega incluso a influenciar a sus políticos.

He ahí un peso muerto, un lastre que inter-regionalmente e intencionalmente hará ladear siempre a la nave catalana en sus relaciones exteriores con los demás pueblos.

El monroísmo más integral es partida y fin en todas las manifestaciones catalanas. Para el catalán sólo existe una preocupación, un porqué en la tierra: Cataluña. Fuera de esta concepción al que hacen extensivo su "Yo", no conciben nada. Los problemas de los demás países los ven a través de su yo-catalán. Su patriotismo es tan exagerado, que en ciertos momentos adquiere estado de imperialismo el más agudo, llegando al extremo de exaltada fiebre, en que la mente se alucina en fantásticos imposibles de dominio.

Indudablemente esta exuberancia patriótica vista con amor patrio no puede merecer reproche alguno, sino más bien simpatía, pues el cariño a la patria y el sacrificio por ella fue siempre la piedra fundamental de donde nacieron las grandes culturas y civilizaciones de Egipto, Persia, Arabia, Grecia, Roma, Valencia y en los tiempos modernos Inglaterra y Alemania. Pero, cuando un pueblo siente el desbordamiento del fanatismo patrio, las mentes privilegiadas del país tienen el deber de saber encauzar racionalmente y también sabiamente esta exaltación, instruyendo y conduciendo serenamente a el pueblo de una manera paternal y sabia para que tan sagrado don, tan rico privilegio no resulte estéril y reporte provechos espirituales y materiales a su pueblo. ¿Y está en este caso Cataluña? ¿Los políticos-guías del pueblo catalán cumplen su obligación sobre este particular?

Yo creo que no. Y creo que no y casi estoy convencido de ello, puesto que en todas las capas nacionales de Cataluña, bajo, medio, ni arriba, no se ve el predominio de la ecuanimidad, gran estadismo ni alta política, que son las tres más genuinas facultades que precise el patriotismo de un pueblo para llegar a la meta de su nacionalidad y esencia más definida.

Un pueblo, hablo para todos los sectores, que se cree grande y en realidad lo es, no necesita exagerar la nota patriótica ni menos chauvinista. Precisamente es todo lo contrario. Los pueblos, al igual que los individuos, dan la sensación de mayor serenidad cuanto más cultos y fuertes son. La historia nos enseña que Atenas, Bagdad y Roma, cayeron justamente cuando empezaron a sentir el delirio del grito y la petulancia.

Pero entremos en materia.

Como exacta derivación de cuanto hemos expuesto no estaría de más que en Valencia nos preocupásemos, principalmente nuestros políticos, de un estado de opinión que se ha formado en Cataluña en que creen, y los políticos catalanes hacen campaña de ello, que el País Valenciano (1) es una prolongación de tierra catalana, algo así como una colonia espiritual de Cataluña, desde luego siempre conceptuándonos a los valencianos como segundones, como si fuéramos una inferioridad histórica respecto a ellos, un concepto aproximado de "adjuntos". Lo cierto es que el espíritu pancatalanista de Cataluña y hasta incluso el sencillamente catalanista no ha sabido todavía comprender que Valencia tiene una espiritualidad propia, una sensibilidad de pueblo excelso en extremo desarrollada, una historia más antigua que la de ellos como nación, una mayor y más definida personalidad en la cimentación de Europa, una mayor heráldica nacional, en cuyos atributos y potestades es base racial el honor, la abundancia, la sabiduría, lo magnífico y la gloria. Una imagen tan propia, tan nuestra, "tan puramente valenciana" y tan exenta de ingerencias extrañas, que nos ha dado un alma única, viril, fuerte y prolífica.

Y con estas facultades que acrisolan nuestras características propias como nación no se nos debe conceptuar como una "adherencia" de otro pueblo, a más si se tiene en consideración que Europa nos debe una cultura y una civilización. Por razón, pues de derecho internacional como pueblo, al País Valenciano (1) le corresponde uno de los sitiales de honor en el concierto internacional de Europa.

En estas condiciones, pues, ¿Cómo se atreven algunos en Barcelona a no reconocernos la categoría que tan dignamente tenemos ganada? ¿Es posible que continúen considerándonos como agregados? Con tantos historiadores que han tenido y que continúan teniendo ¿todavía no les han enseñado todo esto, que es como agua cristalina en los claros manantiales de la Historia? ¿A santo de qué y por qué nosotros, los valencianos, con un apellido nacional tan ilustre y tan histórico, tenemos que cambiar la denominación? ¿Por qué tenemos que dejar de ser valencianos, nombre tan glorioso, para pasar a ser catalanes? ¿Qué ganamos con el cambio?¿Pero por qué esa monomanía que tienen tales políticos, escritores e historiadores catalanes en querer que a la fuerza, Valencia, el País Valenciano (1), la historia valenciana, las glorias valencianas, los libros valencianos, la literatura valenciana, la pintura valenciana, los artistas valencianos, el pensamiento valenciano, la política valenciana, todo, en fin lo que sabe a gloria y riqueza en nuestro país, para ellos, tiene que ser catalán? ¿Cuando consultaron a Valencia y al País Valenciano (1) para cambiarle la paternidad? ¿Cuando nos preguntaron, "quereis dejar de ser valencianos, para ser catalanes"? ¡Y catalanes de segunda fila! Yo creo que hemos de hacer caso omiso de lo chistoso del caso, pues en realidad no merece ser llevado este asunto a lo trágico, no obstante debemos salir al paso de esta campaña y tratarlo con la seriedad debida. Desde luego no vamos a ponernos dramáticos, pero si serios para emplazar cada cosa en el sitio que le corresponda.

¿Y sabéis por qué? Porque hay peligro.

Los catalanes por medio de su prensa y publicaciones en gran cantidad, están difundiendo desde muchos años hace por Europa y América que Cataluña empieza en Orihuela y no en el Ebro, y, naturalmente, en su faceta internacional nos han casi anulado como pueblo propio, pasando a ser una especie de dependencia catalana.

Así se ha pretendido borrar del mapa al País Valenciano (1) como nación, y hoy día en Berlín, Estocolmo, Varsovia, Viena, Nueva York, Milán, París y Londres, nuestra Valencia es una especie de arrastre del pueblo catalán. Mejor dicho, aquí todos somos catalanes y hablamos el catalán y todo lo nuestro es sencillamente catalán. Yo, que para mi desgracia o fortuna he pasado parte de mi niñez y mi juventud en esos países he sentido el dolor de poderlo apreciar. Para un polonés, un noruego, un danés, un alemán o un otro extranjero cualquiera, cuando he dicho allá arriba "soc de Valencia" en seguida me han imaginado "catalán", y esto me ha causado un sentimiento muy grande, grandísimo y la indignación ha hecho nacer en mi una inenarrable rebeldía de protesta. No precisamente porque yo haya sentido nunca animosidad o aversión a Cataluña ni a los catalanes. Está muy lejos de mi tal sentimiento. Al contrario, todos los pueblos patrióticos me inspiran simpatía.

Pero es que por encima de los atributos del cerebro que nos dicta la disculpa en las fatuosidades humanas, por encima del raciocinio del alma, nuestra sangre valenciana hierve y se agita en nosotros y en arrebato de pasión arrastra al corazón al frenesí de la protesta. ¡Y cuán difícil es el poder detener el impulso de la sangre cuando la imagen sagrada de nuestra alma la vemos anulada en manos extrañas! ¡Precisa la fuerza de un cíclope, el mandato de un Dios, para poder contener el torrente de indignación que en caótica oleada burbuja a empellones el labio más austero y la mirada más resignada! Porque, ¿habrá cosa más querida por el hombre que la patria, el pedazo de tierra en donde por primera vez empezó a amar y sentirse amado? ¿Habrá cosa alguna que le recuerde mejor la caricia materna?

Más no divaguemos y no nos apartemos del tema.

Este es la anulación que están llevando a cabo los catalanes con nuestra personalidad valenciana. Mejor dicho, ya se ha agravado el asunto y ha degenerado en problema que es preciso resolver si no queremos ser la irrisión, no ya de España, sí que también de toda Europa.

¿No creéis en tal gravedad? Repasad la prensa y las publicaciones catalanas que hoy día se introducen por todas partes y en ella veréis la propaganda que hacen los catalanes de "València, país català". Sin ir más lejos tengo a mano precisamente un ejemplar del diario "La Publicitat" de Barcelona del 2 de este mes y en su artículo de primera página "Les noves realitats peninsulars y la política internacional", entre otras cosas dice su autor: "a una potencia extranjera le precisa una política para Madrid, pero le precisa también una política para Cataluña (que puede irradiar a Valencia y las Baleares), otra para Euzkadi y otra para Galicia"; y en párrafo más abajo vuelve a decir: "Los dos puertos más importantes que tiene la República en este mar (se refiere al Mediterráneo), Barcelona y Valencia, "son catalanes". Más no solamente todo el lado de poniente del cuadrilátero que forma el Mediterráneo occidental "es catalán" (aquí está incluido todo el País Valenciano (1), desde el Ebro al Segura), si que lo son también las Baleares", y todavía continúa más abajo: "Si España es considerada potencia mediterránea, es tan solo por poseer unos territorios que tan esencialmente lo son como las tierras catalanas".

¿Para qué aportar más datos? Necesitaríamos diez volúmenes para escribir toda la documentación que puedo aportar sobre este particular. Es más, hay que considerar que hoy dia "La Publicitat" es como la hoja oficial de la Generalitat Catalana o algo muy parecido, y por lo mismo estas manifestaciones hechas en primera plana en tal periódico implican casi una oficialidad, por lo que con mayor motivo hemos de protestar los valencianos, pero de manera oficial y decisiva a la par que correcta.

El tal artículo, del que he entresacado los anteriores párrafos es un estudio de política internacional, comentando el viaje de Herriot a España, en el cual se quiere que Cataluña tenga su orientación propia en política internacional en el caso de pacto o tratado entre España y Francia. Desde luego ese reconocimiento de su personalidad que pide Cataluña no seré yo quien lo discuta ni siquiera comente. Cada pueblo está en su derecho de pedir su mejoramiento, pero en lo que no asiste derecho alguno a los catalanes es en arrogarse una representación que no pueden ostentar, puesto que el pueblo valenciano todavía no les ha dicho que representen al País Valenciano (1) ni nacional ni internacionalmente. De manera que al hablar de pueblos catalanes, de puertos catalanes y de mares catalanes, reduzcan, circunscriban, limiten tal denominación a las tierras que van del Ebro al Pirineo, pues que, como he dicho ya varias veces, y no me cansaré de repetir miles de veces y bien alto hasta que me oigan claro y fuerte dentro y fuera de Barcelona, Valencia ni el País Valenciano (1) pueden ser catalanes, puesto que el destino o la voluntad de Dios los hizo mucho antes VALENCIANOS, y estamos muy orgullosos de seguir siéndolo, no porque sintamos indiferencia o animadversión ni antipatía por Cataluña, nada de eso: el alma valenciana es tan noble que lo amamos todo, hasta nuestros enemigos; pero es que queremos "lo nuestro" y "no queremos" que nadie nos lo arrebate y sobre todo ¿para qué cambiar de traje cuando el que lleva nuestra Valencia está hecho de la mejor tela que creó el talento humano? ¿Donde encontrar otro mejor? 

ROGER BOTY

Roger Boty, autor del present article (sic), fon fundador de Nova Germania. Republicà d´esquerres, fon president de l´Ateneu Mercantil durant la Guerra Civil Espanyola.

(1) Nota: Roger Boty, utilisa l´expressio “País Valenciano”, que es incorrecta, pero tractant-se d´un republicà i en temps de la republica espanyola, eixa es la denominacio que ampraren per a nomenar a nostre Regne de Valencia.

* Revista Parlem de l´Associació Cultural Unió Valencianista Independent de Borriana, decembre de 1978.

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