Per Cesáreo Jarabo
Un amigo, a quién quiero “un montón”, bastante simple y a la vez con principios muy arraigados, ha pasado por mi casa y no ha querido tomar otra cosa que agua.
Yo se la he ofrecido, del grifo, de la que tomo yo. Soy consciente que no es precisamente buena, pero bueno... siempre la he tomado, y dada la situación puede entenderse que hasta es un modo de sobrellevar la crisis...
Es el caso que cuando se la ofrecía me espetó algo que me hizo sonreir... y pensar...
Me dijo que el agua del grifo, junto a los componentes que le echan para depurarla, añaden alguna sustancia que provoca la aparición de gusanos en el cerebro.
Tras la carcajada, como digo, no pude menos que ponerme a pensar, y es que, a los españoles, si es que acaso no nos echan algo en el agua, es imposible que podamos seguir viviendo tranquilamente en una sociedad tan deplorable como es la nuestra, cuando evidentemente compensa el riesgo que podamos correr por intentar cambiarla... del modo que sea.
¿No será acaso cierto que admitimos como normal todo lo anormal que le es propio a nuestra sociedad?, ¿no es acaso cierto que sin algún tipo de droga que nos es administrada hace ya tiempo que nos hubiésemos liado la manta a la cabeza?. No sé... algo debe haber de cierto en el gusano.
Lo cierto es que los gusanos ya han acabado con tantas cosas que sólo les queda nuestro cerebro. ¿Seremos capaces de acabar con la putrefacción?, ¿o moriremos mientras con sus fauces acaban con lo que han dejado de nosotros?