Per Colectivo 33
D. Carlos León Roch, médico especialista en Radiodiagnóstico, con formación humanística, y fiel al juramento hipocrático, impartió ayer en el Aula de Cultura de Castellón, y en el marco del ciclo del conferencias “Terceros martes hispánicos” organizada por el Colectivo33, una conferencia que no dejó indiferentes a cuantos la escucharon.
Se remitió al derecho a la vida, tanto el relativo a las personas en estado de gestación como a las personas que por naturaleza aguardan el último tránsito, como a la pena de muerte.
Desde su visión que identificó sin lugar a dudas con la visión católica, cuya religión profesa, y desde su visión política, que identificó manifiestamente como nacionalsindicalista, hizo un repaso a estas tres cuestiones, concluyendo en cualquiera de los casos que el respeto a la vida del otro debe existir incluso por encima del amor a la propia vida, que por supuesto, debe guiar el proceder de toda persona.
Desarrolló magistralmente cada uno de los aspectos. Quizás los dos primeros eran los que tenían una respuesta más manifiesta, por lo que llamó poderosamente la atención su visión humanista y cristiana en el campo de la pena de muerte y en el campo del suicidio.
En el primero de estos aspectos, y como no podía ser menos, argumentó jurídica y filosóficamente que nadie tiene derecho a privar de la vida a un tercero, por lo que ni aún en casos de terrorismo justifica la pena de muerte; y el suicidio, quizás, fue el aspecto más vidrioso de la cuestión. Aquí, desde su irremisible condición de católico, manifestó que el suicidio no es aceptable ni como autor ni como colaborador necesario. Sin embargo, desde el punto de vista estrictamente jurídico, y retomando principios repetidamente presentes en la Historia de la Humanidad, puede tratarse de un hecho no estrictamente punible. Otra cosa es, manifestó, para los que tenemos fe en Dios, a los ojos del Creador, para quién el hecho no es sino una manifestación más del crimen.
Una excelente conferencia que dejó a los asistentes una puerta abierta a la esperanza, en un mundo ajeno al humanismo y sumido en el más antinatural desprecio por la vida.
Nos felicitamos por haber contado entre nosotros, por unas horas, con una persona con las ideas tan claras y con tanta facilidad para exponerlas.