Per Cesáreo Jarabo
Yo, que no soy aficionado a ver la televisión, y menos los partidos de atontamiento progresivo de las masas, ayer, día 25 rompí mi particular tradición y me fui con unos amigos a un bar, donde disfruté la victoria del equipo nacional español, aunque fuese a costa de un equipo hermano como la selección nacional de Chile, al único objeto de poder gritar vítores a España sin que los mequetrefes me miren como bicho raro.
Finalizado el encuentro, que sólo me satisfizo por el flamear de las banderas nacionales, volviendo a casa, pasé por delante de una especie de monumento elevado a la memoria de Francisco González Cherma, alcalde que fue de Castellón durante la primera república; exactamente entre los años 1869 y 1872.
Nada que objetar... Salvo la actuación de los mequetrefes, ahítos de incultura, rebosantes de estupidez y de odio a España.
Es de señalar que el artista encargado del diseño de la obra sí es un hombre culto, motivo por el cual marcó los colores que debían figurar en el micro-monumento; a saber los colores de la bandera nacional: rojo y gualda. Pero los munícipes, repito que incultos y ahítos de incultura y de odio a España, modificaron a su antojo los citados colores. Así, por arte de la propia estupidez, hicieron aparecer el color morado sustituyendo el color rojo en la bandera nacional. ¿Fue por desconocimiento? ¿Fue por mala fe?... En cualquiera de las circunstancias, fue por ser mequetrefes.
En fin, todo normal en este tipo de gente.
¿Acaso piensan estos mequetrefes que sus actuaciones podrán alterar la historia? Lo único que alterarán será los ánimos de quienes los sufren, que en algún momento tendrán que leerles debidamente la cartilla.
¡Mequetrefes!