Per Cesáreo Jarabo
Vivimos en el mundo de lo aparente; lo ficticio se presenta como real mientras lo real es presentado como discutible e incluso como reprobable; de eso saben mucho los muñidores políticos, de los que con tanta abundancia gozamos y mantenemos.
En ese mundo de la apariencia, cobra especial importancia el eufemismo, con el que pretenden ocultar realidades sangrantes como el aborto, el vertedero o la crisis económica llamándoles respectivamente “interrupción voluntaria del embarazo”, “centro de gestión medioambiental” o “estabilidad económica”.
Por supuesto, usan muchos otros eufemismos, pero voy a pararme en los que representan algunos que nos resultan en exceso comunes. Así, por ejemplo, los parásitos compiten en el engaño del respetable y presentan sus respectivas opciones enmascaradas en algo que, como en las anteriores citas, resulta chusco.
Son, en una palabra, los mismos; tan similares unos a otros como una hiena se parece a otra hiena, y basan toda su argumentación, como vengo afirmando, en el eufemismo; así, unos, que todos reconocerán, se autodenominan PP (Parásitos Perfectos), y otros PSOE (Parásitos Sofisticados Oteadores del Expolio).
El caso es que, como auténticos parásitos, unos y otros, engordan a costa de su huésped hasta dejar mondos sus huesos, y siempre preocupándose de hacer creer a su víctima que todo cuanto hacen (el engordar a costa de la víctima), lo hacen en beneficio de la misma víctima. Es, en fin, un arte, hay que reconocer.
Lástima que lo aparente, supuestamente benéfico, esté literalmente asesinando a quién por comodidad o cobardía persiste en escuchar los cantos de sirena de sus asesinos.