Per Obdulio Jovaní Puig
A no tardar, pronto se nos llenará todo de chinches. Hasta lo hoteles de lujo de Nueva York están plagados de esos chupasangre. ¿Si Obama los tiene, creen ustedes que Zapatero no querrá igualarle? Sea por aquello de la conjunción planetaria pajinera, sea por desarrollar aquí la industria química, monta tanto. El caso es vender insecticidas. Ya conté que en mi pueblo alguien con muchos años de experiencia – confirmando que sabe más el diablo por viejo que por diablo – nos advirtió: “En la misma maleta que han traído los escarabajos de la patata, que aquí no conocíamos, han traído eso del DDT para matarlos”. Ciertamente, aquel insecticida se vendió a ríos. Algo como lo que hicieron hace unos años para introducir el aceite de soja, o de girasol: embotarnos que el aceite de oliva producía colesterol…
Si estos vampiros de tierra chupan sangre, los hay con carnet de identidad y cuezo en mano, chupapelas contumaces e impenitentes. Acció Cultural del País Valencià, la Fundació Josep Renau, la Francesc Vinatea entre otras más que pastelea Eliseu Climent, recibirán de los presupuestos del Estado 400.000 euros para sus actividades: financiar la identidad, las homilías racistas, la peste nacionalista o el sermón independentista; y la sumisión al imperio culé predicado con tenora por sus evangelistas: Pompeu Fabra, Lluis Llach, Rosa Regás, Serrat y todos aquellos para los que “si lo poc es prou poc, manco es lo que es no res”.
El caso es que allá arriba Artur Más advirtió a Benedicto XVI que iba “a una nación… no a una simple región, meridional, mediterránea, sin personalidad”. Que sepa el Papa que allí o se lleva en la mano un cepillo de los de pedir o una “falç” con la que dar “un bon colp”. Allí hubo algunos que presumieron de ¡no esperar al Papa! A esos descarriados les hubiera gustado divulgar la opinión de Claude Roy, poeta, ensayista y crítico francés sobre el templo de la Sagrada Familia: “Exceso decorativo y de mal gusto, una confusión en la que se mezclan el oriente de bazar con la arquitectura de manteca de lo chacineros inspirados, con los nuevos dibujos de Walt Disney, con las carrozas de carnaval, con los escaparates de Navidad de los grandes almacenes…”. Además les hubiera gustado divulgar que quien empezó y siguió financiando a Gaudí – el templo, La Pedrera, el parque Güell – fue alguien que llevaba este apellido, conocido empresario “negrero”.
Porque hay una Historia que se enseña a empujones, embutiéndola en la mentes de los niños. Y hay otra que televisan para espectadores “que no le esperan”, sea contada por el Gran Wyoming, o sea el Petit Buenafuente. De este último vimos unos días atrás un programa – no en La Sexta, sino en otra, claro – en el que se ponía en solfa atonal y chirriante la visita del Papa a Barcelona. Pusieron al Papa Benedicto y a Albert Einstein juntos; hicieron desaparecer al primero y dejaron al científico solo, imperante. En ese momento recordé algunas frases del segundo: “El hombre encuentra a Dios detrás de cada puerta que la ciencia abre”. Y otra: “El nacionalismo es una enfermedad infantil. Es el sarampión de la Humanidad”. O esta otra: “La ciencia no es más que el refinamiento del pensamiento cotidiano”.
¿Van bien servidos con ello los “cientifistas” de cuarto y mitad, tantos a los que les falta el cuarto y les sobra la mitad? Si quieren más les puedo seguir ilustrando…
Obdulio Jovaní. Articul publicat en el periodic “ABC”, el dilluns, 8.11.2010.