Per Cesáreo Jarabo
Salvo por la rotura de una pierna, hará cerca de 20 años, nunca he acudido a urgencias de la Seguridad Social; a mi médico de cabecera he empezado a conocerlo ahora, cuando por circunstancias, supongo que de la edad, lo llego a visitar tres o cuatro veces al año, pero hete aquí que, por algo que espero por mi bien acabe siendo nada, ayer tuve la desdicha de visitar algo mal llamado “Urgencias”.
Dubitativo, y medio obligado por la familia, tuve la desdicha de conocer qué es este servicio. Me presenté allí, expuse mi caso, y me dijeron que esperase un momento…. A las dos horas y media, tras haber resuelto los pasatiempos del periódico (por cierto, lo único digno de la prensa), me levanté del asiento y me marché a mi casa… con el consiguiente enfado de mi santa esposa, que sólo pudo obtener una respuesta del servicio: no sabían cuando me llamarían… Y hasta hoy.
Se me dirá que el servicio estaba colapsado, cosa que es cierta, pero me parece inaceptable la demora señalada. Por otra parte, si lo que me llevó al servicio no era urgente, estimo que debía haber sido informado, y sin más, me hubiese marchado a casa, pero estimo inaceptable que si acaso sí era urgente, no me fuese prestado el servicio necesario.
Sobre otras cuestiones relacionadas prefiero guardar silencio, no sea que caiga en algo políticamente incorrecto.
Cesáreo Jarabo Jordán