De Leire Pajín a Ferran Mascarell
Per Obdulio Jovaní Puig
Lo último de Leire Pajín ha sido lo de encabezar el apostolado de la igualdad; con el añadido de institucionalizar la delación, acción nada novedosa, que ya le dimos los nombres de acusar, chivarse, ir con el cuento, insimular, malsinar, mesturar, soplar... dando el cantazo, el chivatazo, la chotería, el viento... todo sea por la igualdad, aunque por sufrida experiencia sabemos que siempre ha habido, unos que son más iguales que otros. El filósofo Marichal escribió: «La igualdad no ha sido otra cosa que una bella e infecunda ficción legal». Y Juan Ramón Jiménez, contrario a las dictaduras igualitarias, lo dijo así: «Le querían matar porque era distinto». Toma, Leire.
No olvidemos que nuestros lazarillos, escuderos, buscones, guzmanes, rinconetes y cortadillos han sido superados por nuestros políticos de oficio, de los que ya hace más de un siglo decía Ricardo León: «Esos ruines intermediarios que por su vil interés y a nombre de la opinión, de la patria, de la justicia, la libertad y el progreso procuran hacer cada vez más extraño y hostil al pueblo soberano y su legítima autoridad». Cuántos hoy suscriben esa opinión... Algo de lo que hacen muchos políticos, sobre todo si son nacionalistas, es igualarnos a la fuerza. El último Premio Nadal se concedió a Alicia Giménez Bartlet, por una novela sobre «La Pastora», una virago que se unió al «maquis» que pululaba por «Els Ports», con capital en Morella. Cuenta que cuando tenía doce años, en una escuela de monjas aprendió una canción «terrorífica»: «Viva la Guardia Civil/ que ha atrapado a La Pastora/ mujer de bajos instintos/ fea, mala y pecadora». Me pregunto si no le habrá parecido ¡terrorífica! «Els Segadors, himne d´una patria»: «Amb la sang de Castella, farem tinta bermella, ¡bon colp de falç, bon cop de falç». Porque dijo Alicia Giménez en una entrevista, que La Pastora vivía «en una zona muy cerrada de la Cataluña sur», añadiendo que le hubiera gustado escribir la novela «en catalán del sur, que es divertidísimo y nada solemne». No le habrían dejado escribir en ese «catalán», que lo que impera es el dialecto barceloní, que el ilustre catalán Padre Batllori no entendía «cómo un dialecto infame e infecto se puede imponer como lengua nacional». Es fácil de entender: se coge el dialecto, se le arma con un ejército de filólogos de causa, se «inmersa» en las escuelas, se impone su uso por ley y se alcanza el «vudú» identitario.
Y ahí está Ferran Mascarell, nuevo conseller de Cultura con Mas. Es el responsable de la Web que arrambla con todo lo ajeno. Lo último con nuestra horchata. Por eso se dice que la avaricia es la pobreza del rico... A este socialista de quita y pon le recuerdo lo que escribió «El Socialista» el 27/12/1931: «Las Juventudes Socialistas de Barcelona están dispuestas a todo para impedir el triunfo del separatismo reaccionario que pretende aislar a Cataluña del resto del mundo y defenderán el idioma español como lengua usada en todos los grados de enseñanza dependientes del Estado. No negaremos a la Generalitat el derecho a implantar en sus centros de enseñanza el catalán, cooperaremos con entusiasmo para que la cultura catalana no desaparezca, pero en las Escuelas, en los Institutos, en las Normales y en la Universidad del Estado no debe usarse otro idioma que el español». Y luego dicen que el hombre es hombre por la palabra dada...